Ayer Álex Barredo compartía en Twitter este enlace. Se trata de un artículo de Fusion, uno de esos medios prodigiosos que me tragaría doblados de principio a fin si no tuviera otra cosa que hacer. En él la autora, Gaby Dunn, nos cuenta cómo lo la vida de los famosetes de turno de la era digital -sobre todo los YouTubers- no es tan de color de rosa como lo pintan.
Lo de tener unas cuantas decenas de miles de seguidores en la red social de turno no te garantiza que te puedas ganar la vida tratando de emular a Pewdiepie (que gana unos 12 millones de dólares al año), porque como en muchos otros fenómenos de esta era hiperconectada, la mayoría de las historias de éxito no son la norma, sino la excepción.
Allí se contaban los casos de varios YouTubers relativamente exitosos en apariencia: muchos suscriptores pero pocos ingresos, algo peligroso cuando parece que ahora hay una fiebre YouTuber que hace que todo el mundo se crea que puede convertirse en el próximo Pewdiepie o en el futuro ElRubius. De todos los que lo intentan, como en tantos otros ámbitos, solo llegarán unos cuantos, muy pocos, que volverán a ser la excepción a la regla. Demasiados comensales para tan poco pastel.
El post es tan crudo que es en cierto modo deprimente, sobre todo porque parece que en todos sitios cuecen habas y que mis esfuerzos por entender hacia dónde van los contenidos y el pago por esos contenidos -sea un vídeo en YouTube o posts como los que yo hago en Incognitosis- siguen siendo infructuosos. Sigo experimentando, y tras estos siete meses solo puedo decir que estoy hasta sorprendido de haber llegado hasta donde estoy.
Este mes la gráfica con una pequeña novedad: los ingresos netos que ahora sí indican en Patreon (si todo sigue igual a finales de mes me ingresarán 72,50 dólares netos en PayPal) y que he rescatado de un par de meses anteriores. La primera cifra de 72,73 dólares no casa a pesar de ser lo que me dieron, debe haber algún error pero no me he parado a analizarlo. Este mes curiosamente he subido a 41 patrones desde los 37 del mes pasado y de los 89 a los 94 dólares al mes, pero en realidad hay dos patrones fantasma, porque en la página principal se muestran 39, no 41. En Patreon no lo explican bien, pero lo que está claro es que esos 94 dólares no son la cifra bruta real (diría que rondan los 88-90), y el servicio no ofrece -que yo haya visto- información al respecto.
Me gustaría poder decir que me estoy forrando con esta campaña, pero como estos YouTubers, tiemblo al pensar qué pasaría si estuviera en su pellejo. Si tuviera que vivir de Incognitosis dedicándome a tiempo completo a este blog -que ya no sería un blog- y confiando en que esas aportaciones podrían darme para vivir lo tendría crudo. No creo que pudiera depender solo de eso, así que la publicidad y probablemente el content marketing (la referencia es el NYT) tendrían que entrar en escena, algo que lógicamente confirmaría ese cambio definitivo de algo que sigo considerando un hobby y un placer -aunque os anime a participar en la campaña de Patreon- a algo que se convertiría en un medio profesional. Me importa poco que algunos critiquen esa actitud peseterilla, como supongo que cierto sector de los lectores la calificarán, porque eso es inevitable. Cuando haces algo personal parece un pecado ensuciar ese proyecto con pasta. Qué blasfemia, como apuntaban en el citado artículo de Fusion (leedlo, por favor).
Los cambios del mes pasado con el feed parcial solo para patrones y para gente que aporte los tres dólares como pago único para tener esa opción han tenido un efecto… extraño. Aparecieron muchas críticas, apareció aquel glorioso patrón tras la tormenta, y no hubo un impacto aparentemente notable ni a favor ni en contra. El tráfico ha subido ligeramente: de los 1.740 usuarios únicos al día entre el 15 de octubre y el 15 de noviembre según StatCounter he pasado a tener 1.840 en estos últimos 30 seguís pinchando para venir al blog pero la inmensa mayoría de los que me leéis vía el feed (no llegaréis a esto, je) simplemente pasáis de ir al blog tras ver titulares RSS. Eso deja claro que el contenido no tiene demasiado valor para muchos de esos lectores, así que la medida es para mi un acierto: premia a los que realmente lo valoran, que es lo que yo pretendía.
En estas últimas semanas también he intentado relajar los mensajes tostón sobre la campaña, no he puesto apenas banners de Patreon al final de los posts y solo he puesto el botón de PayPal.Me en algunas entradas especialmente diferenciales. La más representativa fue el artículo sobre los fracasos de Linux, que arrancó muchos comentarios que no tuve tiempo de responder y que ha recaudado hasta la fecha 7,10 euros de 12 lectores (aunque no he calculado las lecturas de ese artículo, superan las 2.000 claramente). Pero si hay otro ejemplo definitorio de estas conclusiones que estoy obteniendo es el de la Guía de Compras de Móviles que publiqué hace tres semanas y en la que cometí muchos errores importantes de diversos tipos. Uno de ellos, desde luego, es el de su promoción y distribución, muy limitada, con apenas un post por aquí y algún que otro tuit cuando me acordaba. Y aún así, el experimento ha sido curioso, porque las ventas totales, siendo muy modestas -no voy a dar el dato, al menos no de momento- me dejan clara una cosa: que mi percepción es adecuada: hay contenidos por los que vale la pena pagar, y hay gente que efectivamente lo aprecia así también.
Aquí me voy a echar unas cuantas flores, sobre todo tras leer el domingo una de esas columnas inspiradas del maestro Pérez-Reverte, en la que narraba la historia de un tipo que básicamente le decía que lo de escribir novelas lo puede hacer cualquiera. Salvando las distancias, que son muchas, os aseguro que escribir en un blog personal de forma regular desde hace más de 10 años es algo que me da un orgullo especial. Esto tampoco lo hace cualquiera. Y que tiemble Reverte, que cualquier día de estos le doy una alegría a mi madre, mi fan number one, y me pongo a escribir esa novela para la que dice que estoy destinado.
Será de pago. Avisados estáis.
Igual queréis invitarme a un cafetito mensual como regalo navideño. 12 dólares al año por apoyar a Incognitosis e invitarme a ese café mensual no parece mucho, así que si alguno os animáis, ya sabéis: pinchad en la imagen. ¡Mil gracias!
Alucinante lo del tío y Reverte, cuando leí el post no podía dejar de pensar en el trabajo que me costó escribir mis dos primeras novelas (ni hablar del sufrimiento para publicar la primera). Y ahora resulta que eso podría haberlo hecho cualquiera, definitivamente tengo que dedicarme al reggetón, que da mas dinero y las jovencitas te persiguen como moscas.
Los consumidores nos quejamos de la publicidad pero no estamos dispuestos a pagar nosotros mismos por contenidos abiertos e independientes.
Sinceramente prefiero mil veces que me llenen de publicidad una y otra vez (No se si sea la costumbre) a ser de pago por mis dificultades de pagar en línea