Hace unos días Vlad Savov publicaba en The Verge un artículo en el que hablaba de cómo los sensores de huella dactilar se han convertido en parte esencial de los smartphones. Estos componentes desde luego son condición necesaria -pero no suficiente- para entrar en ese olimpo de los dispositivos de gama alta, pero por ahora yo no diría que son esenciales.

Sin embargo lo que sí son es, como dicen los sajones, convenient. Prácticos, cómodos. Hacen que todo sea más fácil, más rápido. Rollo lado oscuro de la fuerza.

Lo comentaba esta mañana en The Unshut, ese medio triunfal y famoso en el mundo entero en el que hablaba especialmente de Windows Hello. La tecnología de reconocimiento facial de Microsoft se ha convertido en una de las características más llamativas de sus últimas soluciones hardware. Peter Bright hablaba maravillas de ellas en Ars Technica, pero lo cierto es que su sorpresa me parecía exagerada, sobre todo teniendo en cuenta que por lo que sé Windows Hello hace exactamente lo mismo que hacía Kinect en la Xbox One desde hace tiempo.

Fuente: Thurrot.com

La tecnología de Microsoft es desde luego genial para iniciar sesión (entre otras cosas) en un dispositivo al que miras cuando estás usándolo. Lo mismo se puede decir de los sensores de huella dactilar: son geniales para iniciar sesión (entre otras cosas) en un dispositivo que tocas constantemente.

Esa es la clave: el tipo de interacción. Y por eso que los Lumia 950 y 950 XL integren Windows Hello es genial, pero que no hayan integrado también un sensor de huella dactilar (o que lo hicieran en lugar de las cámaras frontales RealSense) es para mí un error.

Es lo de siempre. Cada oveja con su pareja: Windows Hello tiene sentido en PCs y portátiles porque usas esos equipos mirando a la pantalla (y por tanto, a la webcam). En un móvil lo natural y lo práctico es en mi opinión utilizar un sensor de huella dactilar, y no tanto aprovechar el reconocimiento facial que obliga a mirar al teléfono de frente. La opción sería quizás sacarnos la foto con la que aprende el teléfono en exactamente la misma posición que luego vamos a colocarnos para el reconocimiento. Que es -normalmente- presumiendo de papada. Horror.

Esa visión de lo práctico y cómodo que resulta aprovechar esos sistemas biométricos contrasta con la seguridad que pueden aportar. En los comentarios de Ars Technica aparecía gente quejándose de si estos sistemas realmente funcionaban y eran útiles. Por ejemplo, Windows Hello no parece muy prometedor si queremos proteger nuestros datos ante una investigación: basta con que nos pongan delante de nuestro portátil para que se inicie la sesión (FAIL), y lo mismo ocurriría con una huella dactilar. Hacer trampas en estos sistemas parece cada vez más difícil, pero al menos en lo que se refiere al reconocimiento de huella dactilar las vulnerabilidades existen. No dudo de que ocurra lo mismo en el caso del reconocimiento facial, o de cualquier otro sistema biométrico.

Así pues, bien por la integración de estas tecnologías: espero que Windows Hello se extienda gradualmente a más y más PCs y portátiles con Windows 10, y sobre todo espero que el sensor de huella dactilar se popularice pronto en gamas de smartphones más modestas. Mientras eso ocurre, id reflexionando sobre si queréis considerar la biometría como un pilar de vuestra seguridad (para mi, un pequeño error si no lo combináis con otros sistemas) o de vuestra comodidad.

Si os ha gustado el artículo, quizás queráis aportar. Significa mucho más de lo que imagináis. ¡Gracias!