Ayer se producía un anuncio curioso de Adobe: la disponibilidad del llamado Project Photoshop Streaming. El nombre es bastante descriptivo, pero para los despistados, la idea es la de poder utilizar Photoshop en streaming, sin necesidad de instalar nada. O casi nada: necesitaremos un equipo con Windows o Chrome OS (atentos a esto) con un navegador Chrome (versión 35 o superior).

A partir de ahí, todo es aparentemente de color de rosa (o más bien gris, ya sabéis cómo es la interfaz de PS): uno se suscribe a la beta -hay requisitos, como ser estadounidense tener IP de EE.UU.- , y a partir de ahí podrá conectarse al servicio para disponer en el navegador de una instancia virtualizada de un entorno con Photoshop ejecutándose. Es, dicen sus responsables, la misma versión de PS que se descargaría e instalaría en nuestro PC si estuviésemos suscritos a la Creative Cloud, con la única diferencia de que todos los documentos se almacenan en nuestra cuenta de Google Drive.

Todo esto a mi me suena a una sola cosa: a que nuestros PCs son cada vez más tontos, y sus requisitos hardware cada vez menos importantes. Lo de ejecutar aplicaciones a través de la nube no es nada nuevo, y lo de tener PCs tontos mucho menos. Por si no os acordáis, aquella empresa que se llamaba Sun acuñó aquello de que «the network is the computer«.

Los terminales tontos parecen por tanto cobrar vida. Quién me lo iba a decir hace 20 años, cuando en el Centro de Cálculo de la facultad tirábamos de aquellos VAX/VMS. Los servicios en la nube y los nuevos modelos de suscripción -como el de Microsoft con su Office 365 o el que Adobe también adoptó con su Creative Cloud- son signo de que las cosas están cambiando.

A mi todo esto me vuelve a reafirmar aún más en mi idea de la convergencia y de esos dispositivos -diría que el smartphone será el primero de muchos aún por conocer- que se convertirán en nuestros acompañantes dentro y fuera de casa. Teniendo en cuenta que uno ya ni necesita instalar nada en el PC o smartphone, la escena es evidente. Llegas a casa con tu smartphone con cámara chupirripitifláutica, lo conectas al monitor (sin cables, espero), teclado y ratón, se abre el modo escritorio, y de repente estás ante un navegador con una instancia de Photoshop que no corre en tu smartphone, sino en la nube, y que te permite editar esas fotos que acabas de sacar en formato RAW.

Pero claro, toca volver de ese pequeño viaje en el tiempo cinco años en el futuro. Hoy, desde luego, parecen estar sentándose las bases para esa idea. Uhm.