Hace unos días uno de esos afamados cibergurús estadounidenses llamado Leo Laporte escribió un artículo titulado «Buzz Kill» en su blog, Leoville, en el que hablaba de cómo de repente sus mensajes en Buzz habían dejado de aparecer, y nadie lo había notado. De hecho, Laporte indicó que eso le hizo pensar en si tiene o no sentido estar tratando de ofrecer contenido en tantos canales, y qué consecuencias se derivan de «querer estar en todos lados».
Las conclusiones eran las esperadas, y Laporte afirma que lo único que compensa realmente no es ni Twitter, ni Facebook, ni Buzz, ni ninguna otra red social. Lo que le ofrecía mayor satisfacción a la larga era su blog, que por cierto, había dejado bastante abandonadito:
I should have been posting it here all along. Had I been doing so I€™d have something to show for it. A record of my life for the last few years at the very least. But I ignored my blog and ran off with the sexy, shiny microblogs. Well no more. I€™m sorry for having neglected you Leoville.
El mensaje era claro: ¿para qué tanta red social y tanto micropost? ¿Tanta notoriedad necesitamos en cualquier medio? Bueno, para alguien que se dedica a publicar en Internet creo que su reflexión no es del todo acertada. No importa el medio, sino cómo lo uses.
De hecho, en TechCrunch pronto apareció un artículo de Paul Carr en el que el autor también se sumaba a esa idea de Laporte. De hecho, Carr confesó que había cerrado todas sus cuentas de medios sociales, excepto Twitter, que simplemente había bloqueado (para que solo le sigan ciertas personas que él admita).
El redactor de TechCrunch no obstante daba en el clavo con algo importante: mientras que en su blog podía «revivir» el pasado gracias a aquellos posts en los que a menudo contaba qué hacía o dónde había estado, en Twitter aquello era imposible:
I moved my research attentions away from my blog archives and over to my Twitter archives €“ and that€™s when I started to panic: for all the dozens of updates I wrote each month, there was absolutely no substance to any of them.
€œI am learning a lot about pens.€ reads one update from last year. What does that even mean? €œOk, that€™s quite enough of all this. I€™m going out€, reads another. Enough of all what? And where was I going? Of course, the fact that I€™m a particularly boring tweeter doesn€™t help, but look at anyone€™s Twitter account and it€™s the same story €“ 140 characters simply doesn€™t give enough depth or breadth to commit events, memories or feelings to the permanent record.
Efectiviwonder, amigo Carr. Pero es que de nuevo te equivocas. Twitter no está diseñado específicamente para que tú puedas recorrer tu timeline y saber qué estabas haciendo o qué pensabas en cada momento. Hay quien lo usa así, y me parece perfecto, pero lo importante en Twitter es el formato y la capacidad de distribuirse que tienen esos mensajes. Si lo usas como diario personal, al menos asegúrate de que 1) trates de ser más concreto en 140 caracteres (algo complicado) y 2) no pongas burradas que luego puedan tener que hacerte cambiar de nombre.
Otra reflexión al respecto era la que publicaba un tal Andrew Mayne en su blog, Hidden Frequency, y en el que indicaba que «Twitter isn’t your audience. It’s your community«. Según su opinión, lo importante de Twitter es la comunidad que se forma a tu alrededor. No de fans, dice, sino de gente con intereses mutuos.
Concuerdo más con esta última opinión, aunque también es cierto que para mi Twitter es una herramienta de trabajo: comparto enlaces (si me seguís seguramente habréis visto que rara vez lo uso como un chat, y en pocas ocasiones no incluyo enlace) y sobre todo sigo a un montón de gente que comparte enlaces de interés para mi.
De hecho, cuando trato de descubrir más gente a la que seguir, paso desde el minuto cero de los twitteros que no hacen más que mandarse arrobitas. Lo que hablen con otras personas no me importa un pimiento, aunque entiendo que para una comunidad de usuarios y conocidos esa capacidad puede ser curiosa.
Todo esto viene a confirmar que esta torre de Babel en la que se ha convertido nuestra Internet «social» está haciendo que muchos se vean sobrepasados por la cantidad de sitios y servicios web en los que tienen que andar actualizando contenidos. Los Facebook, Twitter, Flickr, YouTube, Digg, Slashdots y demás imponen una inversión en tiempo y esfuerzo del que a menudo esperan (esperamos) cierto retorno, y de ahí que algunos se estén dando cuenta de que estar a tanta historia no merece la pena. No compensa.
¿Mi consejo? Prueba, explora, y sobre todo, usa con coherencia e inteligencia. Y si no compensa, pues aquí paz y después gloria, ¿no?
(Imagen: Tower of babel, por Rorke en DeviantArt)