Muchos frikis tenemos la mala costumbre de acaparar todo lo que llega a nuestras manos si tiene algún tipo de relación con la tecnología. Da igual que vayamos a usarlo realmente, o que tras ver el objeto en cuestión durante un par de minutos lo dejemos en ese cajón de los trastos: no tiramos nada.
De hecho, la cosa puede ser más peligrosa, porque los más organizados no solo no tiran nada, sino que además dedican buena parte de su tiempo a catalogar, organizar y poner en marcha pequeños museos con todo tipo de colecciones tecnológicas o relacionadas con la tecnología que van desde procesadores a monitores CRT o a viejos ordenadores que únicamente sirven ya para recordarnos cuánto hemos avanzado.
Esa manía de guardarlo todo también me afecta a mí, claro. De hecho, hace unos días tuve que liberar espacio en casa porque el volumen de cajas y pijadas tecnológicas que guardaba era incoherente. ¿Para qué quiero las cajas originales de las Xbox 360 que tengo? Vale, para venderlas algún día en eBay y sacar mejor precio, dirán algunos, pero no creo que la cosa compense teniendo en cuenta el espacio que ocupan todos esos cachivaches y sus complementos. A no ser que tenga Vd. un chaletazo, oiga.
¿Por qué no adoptar el llamado «Cult of Less«?
Menos es más, dicen los diseñadores web. El principio en realidad es más antiguo y se aplica a todo tipo de escenarios, pero en BoingBoing nos cuentan la historia de un joven programador de 22 años de Brooklyn que ha decidido crear un sitio web llamado precisamente Cult of Less que tiene como objetivo transmitir esa búsqueda del minimalismo para tratar de vivir con lo menos posible, tanto tecnológicamente como en el resto de áreas.
Habrá que ver si esas buenas intenciones se mantienen en el tiempo -ganas más, quieres más, suele ser la norma– pero lo que está claro es que este jovencito lo tiene bastante claro. Ha vendido o se ha desecho de la mayoría de sus pertenencias: ropa, muebles, elementos decorativos, y, por supuesto, tecnología.
De hecho solo se ha quedad con su iPad, un Kindle, su portátil y un par de discos duros externos, mientras que en su habitación solo tiene algo de ropa (no demasiada), una cama, una mesita y un juego de sábanas. Y a tirar millas.
En su sitio web podéis comprobar cómo su lista de pertenencias ha ido reduciéndose gracias a la venta, los regalos o su depósito en cubos de basura, y en su blog cuenta cuál es el propósito de su proyecto:
Is it possible to own nothing?
Well, maybe not nothing. Nothing is a little extreme. But is it possible to own close to the nothing? I hope to have the answer to that question soon. Inspired by a a book or two, I€™ve decided to try to see if I can rid my life of most of the clutter. The goal? Condense my life into 2 bags and 2 boxes.
How will I do this? It seems simple to just say: get rid of everything. To realize how much junk I own, I have put myself through the misery of documenting every single possession of mind, no matter how insignificant. This gives me a solid metric to measure my progress against. I will be explaining the finer details of this in future posts.
The 2 bags and 2 boxes principle will hopefully allow me to live anywhere and move instantly.
La idea es realmente curiosa, y ahora viene la pregunta: ¿serías capaz de vivir con tan poco? O más bien ¿estarías dispuesto a vivir con tan poco?
Sinceramente, creo que yo no: probablemente acabaría acostumbrándome y sin echar de menos un montón de pijaditas que andan por aquí ahora mismo, pero teniendo en cuenta que no soy tampoco un acaparador brutal de tecnología -estoy en un término medio (creo)- tampoco es que considere necesario recurrir a ese minimalismo.
Que por otro lado mola, la verdad 😉
(Imagen: «I love minimalism», por Freeeq22 para DeviantArt).
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