Andy Warhol tenía una cita en su agenda el 23 de julio de 1985. En el Lincoln Center de Nueva York se exigía vestir esmóquin para asistir a un evento que prometía una revolución tecnológica. Se trataba de la presentación del Commodore Amiga 1000, un prometedor ordenador de 16 bits que era distinto a todo lo que se había visto hasta el momento en el mundo de la informática.
Aquellos eran los tiempos en los que el IBM PC y el Apple ][ parecían dominar el mercado sin demasiados problemas: Microsoft triunfaba ya con su BASIC, pero comenzó a colaborar con IBM en la creación del legendario OS/2 en paralelo con el lanzamiento de Windows 1.01, que se produciría en noviembre de aquel mismo año. Sin embargo, tanto las ofertas de Apple como las de Microsoft no tenían comparación con la fantástica combinación de hardware y software desarrollada por Jay Miner y otros ingenieros de Commodore.
Aquella máquina era un salto cualitativo brutal con respecto al hardware de la época, pero sobre todo con respecto al software, ya que por primera vez los usuarios finales podían disfrutar de un sistema operativo con multitarea real, algo asombroso para la época que solo los gurús de los sistemas UNIX de la época conocían y apreciaban en su medida. El Amiga 1000 fue un ordenador absolutamente genial que sentó las bases del desarrollo de sus dos sucesores más populares: el Amiga 500 y el Amiga 1200. Y yo tuve ambos.
Llegué tarde al mundo del Amiga, aunque no fuera por que no hubiera querido llegar antes: mi padre comprón un C-64 en el 83 o el 84 (no recuerdo bien el año), y de hecho no me enteré de la salida del Amiga 1000. Por entonces yo tenía 12 añitos y me bastaba con disfrutar con juegos como el «Way of the exploding fist» o el Match Day II, que saldría algo más tarde. Eran los tiempos de los ordenadores de 8 bits, de las cintas, de las dobles pletinas para piratear esos juegos y de aquellos interminables procesos de carga. Y los tiempos de Micromanía, claro.
Mi hermano y yo comprábamos esa revista todos los meses, y fue allí donde descubrimos el Amiga 500, que se lanzó en el CES de 1987 y que fue principalmente ideado por George Robbins y Bob Welland. El Amiga 1000 fue un pequeño fracaso de ventas debido a diversos factores (precio, problemas de compatibilidad software), y en Commodore por fin aceptaron con un concepto brillante: un ordenador barato (595,95 dólares cuando salió a la venta meses después) y que ofrecía aún más prestaciones que su predecesor.
El Amiga 500 fue sin duda el detonante de todo el fenómeno Amiga. Los videojuegos que empezaron a crearse para esta plataforma estaban a años luz de sus rivales en PC o Mac (donde apenas se jugaba, eran máquinas «serias»), gracias a unos gráficos y a un sonido que hacía que millones de usuarios comenzaran a interesarse por esta máquina. Poco después comenzarían a aparecer las primeras demos, lo que daría lugar a la aparición de la scene del Amiga que tantas alegrías dio a los usuarios.
Como decía, llegué muy tarde al mundo Amiga. En mayo de 1991 compré un Amiga 500 de segunda mano, y en menos de un año había aparecido el Amiga 1200, que acabé comprando también aproximadamente en mayo de 1992 y que además compré con un carísimo disco duro de 80 Mbytes. Aquella máquina de 32 bits era una verdadera maravilla, y me dio muchísimas alegrías -y muchas discusiones con mis compis de facultad, que comenzaban a presumir de sus cada vez más potentes PCs-. Lamentablemente una continuada serie de malas decisiones empresariales acabó haciendo desaparecer una máquina absolutamente genial y que se merecía mucho más en ese -a veces- ingrato mundo de la tecnología.
Os recomiendo que os leáis el buen artículo conmemorativo que han publicado en Technologizer, en el que por ejemplo enlazan con un artículo del New York Times del 30 de julio de 1985 en el que precisamente hablan de aquella legendaria presentación. Sin embargo, si queréis conocer mejor la historia del Amiga, hay dos recursos clave.
En primer lugar, el libro «On The Edge: The Spectacular Rise and Fall of Commodore«, de Brian Bagnall, que compré hace unos meses en Amazon y que, la verdad, es un poco tostón, aunque la parte del Amiga (a la que le dedican mucho menos espacio del que yo hubiera dedicado) es muy chula.
En segundo, la fantástica serie de artículos de Ars Technica escritos por Jeremy Reimer y que cuentan toda la historia de la creación de estos ordenadores y de su triste desaparición del mapa. Se supone que iba a haber más partes, pero después de la séptima jamás se publicó nada más (que yo haya visto). Una lástima, pero como digo esos 7 artículos son sencillamente fantásticos:
- A history of the Amiga, part 1: Genesis
- A history of the Amiga, part 2: The birth of Amiga
- A history of the Amiga, part 3: The first prototype
- A history of the Amiga, part 4: Enter Commodore
- A history of the Amiga, part 5: postlaunch blues
- A history of the Amiga, part 6: stopping the bleeding
- A history of the Amiga, part 7: Game on!
El Amiga no ha muerto del todo, no obstante: existen algunos proyectos que tratan de rescatar parte de la idea original, y aunque no tienen mucho que ver con aquellas máquinas originales (ahora parecen más PCs convencionales que otra cosa), sigue existiendo la scene amiguera, aunque claro está, de forma muy reducida.
Además tenemos los emuladores, como el WinUAE para Windows o el E-UAE para Linux (disponible directamente en los repos de Ubuntu, por ejemplo), que permite acceder al sistema operativo, los juegos y demos del Amiga de una forma sencilla. La otra opción es hacerse con Amiga Forever 2010, de Cloanto, que da acceso a un entorno de emulación mucho más niqueladito con el sistema operativo perfectamente preparado para tener un sistema funcional con Amiga OS en nuestro ordenador. Una forma simpática de recordar aquellos buenísimos y viejísimos tiempos.
Felices 25, Amiga.
En aquel entonces yo tenia un MSX2 con un Basic Microsoft Super eXtender y recuerdo el Amiga (a secas) como un objeto de deseo muchísimo más atractivo que aquellos primitivos PCs.
Asistíamos al nacimiento de la informática personal y de entretenimiento.
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