Y caerá porque es inevitable. Me resisto a dar el paso, pero creo que acabaré dándolo. Tarde, probablemente, porque leo en Wired cómo aunque Substack parece estar en un momento dulce, hay una cara oculta tras ese particular éxito.
Para los que no lo sepan, Substack es al periodismo lo que YouTube a la tele. «La app para voces independientes», como ellos se denominan, ha logrado que periodistas y escritores puedan montárselo por su cuenta y crear sus pequeños micromedios de información.
La promesa es fantástica. Lo que (teóricamente) importa a muchos lectores es la firma, no el medio. No lees el ABC por el ABC, o El País por El País, sino porque Pérez-Reverte escribe en XL Semanal (mi caso) o porque Jabois lo hace en El País (no es mi caso). Así que para qué leer el resto del periódico si les puedes encontrar en su propia newsletter, ¿no? Tiene sentido, y muchos periodistas han acabado convencidos por ella para acabar montándose su pequeño y soñado chiringuito. Uno en el que nadie les pone pegas, en el que escriben cómo, cuándo y de lo que quieren, y en el que no están condicionados por factores que atenazan a los medios.
Pero claro, como sucede con otras plataformas para creadores —YouTube, Instagram, TikTok—, la realidad es muy distinta del sueño que te venden. Lo de hacerte rico con tu Substack es tan difícil como hacerte rico con YouTube o TikTok. Puede que más. Solo unos pocos elegidos están ganando dinero de verdad, y probablemente una pequeña minoría pueda presumir de ganarse la vida con SubStack. Pero claro, quienes salen en la foto son los dos o tresganadores, no los miles —millones— de perdedores.

Con Substack, eso sí, tienes dos vías de salvación (económica). La primera, poner tu newsletter gratis y que los anunciantes acaben metiendo publi para sostenerla —como en la web actual—. La segunda, ponerla de pago parcial o totalmente para que sean los suscriptores los que te permitan vivir del tema. En Wired citaban a Ana Marie Cox, exbloguera famosa ahora con newsletter propia. Ella comentaba cómo Substack es «tan inestable como un lanzamiento de SpaceX», porque los ingresos pueden ir bien un tiempo, pero luego caer en picado si no mantienes el ritmo y la calidad de forma indefinida —exactamente lo mismo que pasa con YouTubers o TikTokers que acaban agotados por esa exigencia infinita—. Mi compañero Javier Lacort también hablaba de ello hace poco, y lo cierto es que la situación de Substack, ahora muy de moda y muy prometedora, es para mí la misma por la que ya pasaron el resto de plataformas para creadores: YouTube, Instagram, TikTok y Patreon, cómo no, saben de qué va todo esto.
Y va de que trabajes para ellas. Igual con suerte, chavalote, ganas unos eurillos.
Pero mientras publica. Sin descanso. Sin fin. No importará que tú te canses de hacerlo, porque otros llegarán con el mismo sueño que tú de hacerse ricos con su inigualable prosa. Que puede ser, cierto, pero no es fácil.
Y eso es lo que me echa para atrás. Que Incognitosis, que escribo a mi bola y es mi inofensivo Substack, se convierta en algo que jamás ha sido: una obligación.
Pero oye, quién sabe. Siempre puedo probar y ver qué pasa. Imaginaos que me lanzo y convierto Incognitosis en una newsletter. Mi idea, como la de M.G. Siegler en SpyGlass, sería publicar casi todo gratis, pero además publicar un post semanal (y quizás un podcast) solo para suscriptores de pago. Unos 4 o 5 posts «normales» (más cortos) a la semana, y un post largo y más trabajado una vez a la semana (podcast ya veríamos). ¿Pagaríais por algo así? ¿Cuánto?
Respuestas sinceras, por favor. No me voy a ofender.
Disfruto mucho de tu blog (estás en la categoría oro en mi gestor RSS ?). La forma en la que escribes y cuentas las historias. Casi no me pierdo ninguna entrada. Las que requieren una lectura más pausada (como «Así me he montado mi propio Google Fotos») me las guardo para leer después.
Aún así, no tengo claro si me animaría a pagar una suscripción ¿mensual? ¿anual? para acceder a contenido premium. Estamos rodeados de suscripciones. Tratando de evitar que al final de mes el gasto no acabe siendo un descontrol hay que elegir bien a qué nos suscribimos. Si finalmente decidiese suscribirme. serías el primer creador de contenido al que me suscribo de forma directa.
Espero que este comentario no te desanime ni te haga perder la esperanza de poder disponer de otras fuentes de ingresos.
Muchas gracias por el comentario Tzinm, te entiendo perfectamente y yo mismo estoy en esa situación con algunas newsletters en las que dudo si suscribirme o no. Lo he hecho en algún caso temporalmente (Stratechery, Spyglass) pero no de forma permanente y sé que con tanta suscripción al final uno acaba hasta las narices. Pase lo que pase siempre me encantará leer comentarios como el tuyo y ser categoría oro 😉 (me ha encantado eso). Un abrazo.