Me encuentro ayer con la noticia de que Netflix ha vuelto a subir precios en Estados Unidos. Eso significa que pronto harán lo mismo en otros países, España incluido, y confirmará el fenómeno que llevamos viviendo desde hace ya un par de años:
La mierdificación de las suscripciones.
Hablo de ello en ‘Suscriptocracia‘, pero es algo que me asombra que esté provocando el efecto contrario al que uno esperaría por sentido común. Si una empresa empeora el servicio, ¿no debería irle peor? No lo explico, lo enseño con una gráfica:
Ahí lo tenéis. Da igual que Netflix suba precios o nos meta anuncios por doquier. Siguen ganando suscriptores, y de hecho batieron récords en el cuarto trimestre de 2024. Es algo inconcevible para mí.
Pero es que los seres humanos tenemos muy mala memoria y un alto grado de aceptación por las empresas que nos los hacen pasar mal. Pasó con Facebook/Meta, que tras el escándalo de Cambridge Analytica parecía ir cuesta abajo. Y sin embargo ahí está, en cotización récord gracias a su salto de fe a la inteligencia artificial, que es lo que mola. Qué listo ha sido Zuck. Y qué inmortal parece Facebook.
Pues con Netflix, lo mismo. El servicio Premium, que empezó costando 11,99 dólares, está actualmente a 24,99 dólares, más del doble. Prácticametne lo mismo con el servicio básico, que de los 7,99 dólares/mes originales ahora cuesta 11,99 dólares, que es lo menos que vas a pagar si no quieres anuncios. Hasta ver Netflix con anuncios sale más caro: en poco más de un año ya han subido el precio un dólar, de 6,99 a 7,99 dólares/mes. Y así seguimos.
Yo abandoné Netflix hace cerca de un año y medio, ¿y sabéis qué? Que no lo hecho de menos. Tenía claro que se podía vivir perfectamente sin este servicio, y tras todo este tiempo lo tengo aún más claro. No tengo síndrome FOMO con sus contenidos, quizás porque hay tanto que ver y hacer por otros lados (no solo en streaming de pago) que es que en realidad no he notado ninguna desventaja. Sigo teniendo la cuenta y tengo la opción de suscribirme un mes y darme un atracón de alguna serie, pero tengo bastante claro que mi futuro es uno sin (apenas) suscripciones a streaming. No al menos con estas condiciones. Tampoco es que eche de menos sus pelis o series, y de hecho mi tendencia es a ir abandonando suscripciones de streaming. Pasó con Netflix, ha pasado recientemente con HBO, y pasará muy pronto con Disney+.
Podré como digo activar alguna cuenta un mes para ver alguna serie esperada, pero como ya dije entonces, eMule, Bittorrent y un montón de opciones están ahí para quien las quiera porque hoy en día hay muchas más opciones para disfrutar del streaming sin pagar un chavo. Ver las cosas por la patilla no es lo deseable moral y éticamente, pero tampoco es moral y ético que las plataformas se aprovechen así de sus usuarios.
Es lo mismo de lo que hablaba el pasado mes de octubre: esto pinta a que la gente comenzará a piratear como si no hubiera mañana, y con razón. Lo que necesitamos son plataformas razonables y a precios que la gente se pueda permitir. Yo mismo, que me quité de El País porque no lo usaba tanto para pagar 36 euros al año, he acabado suscribiéndome con la promoción que hay de 18 euros al año estos días. Ni así le sacaré demasiado partido, pero me parece que así el ROI (Return of Investment) es al menos aceptable para mí. Con mi sueldito de editor de tecnología —y escritor famoso en la tele— tampoco me da para estar todo el día de capricho en capricho y de suscripción chorra en suscripción chorra.
Maldita suscriptocracia.
Sip.
Me sorprendió muchísimo la respuesta del reba.. de los clientes. Creo que todos (es decir, Netflix y yo) pensábamos que las cuentas se iban a resentir. Nada catastrófico y ninguna ruina, como mucho rodaría alguna que otra cabeza (en sentido figurado) y ya. Porque no sólo era que subían los precios, además empeoraban las condiciones.
Pues ha pasado justo al revés.
Pero lo peor no es eso, lo peor es el efecto contagio: el resto han visto que pueden chotear a los clientes y llenarse aún más los bolsillos.
A título personal, cuando llegó Netflix a España me pareció algo realmente maravilloso: pagabas una cantidad al mes y podías disfrutar de un montón de series y películas a la carta. Merecía la pena pagar y no solo eso: pagaba alegre y gustosamente mi suscripción. El enamoramiento duró algunos años, al final la otra parte cada vez era más demandante y decidí cortar la relación. Y ¿sabéis qué? El mundo siguió girando. Y sin necesidad de surcar los mares.
Muy buen artículo, sin embargo creo que si, que la empresa puede hacer lo que quiera. No es un bien básico. Por lo tanto pongan el precio que quieran. A la gente se le olvida que es una empresa y no una ONG.
Este último tiempo gracias a este tipo de plataformas tanto de películas como de música, consiguieron que la gente ya no tenga que recurrir al torrent. Una lástima si comienza a suceder nuevamente debido al aumento de precio, aunque viendo el gráfico…