Tecnología

Gracias, Reyes Magos, pero las Meta Ray-Ban no son para mí (de momento)

Día de Reyes, 9.30 de la mañana. En arbolito de casa —tamaño mini, mis niños llevan años pidiendo uno que no parezca un árbol de Lego— se apretujan los paquetes distribuidos al lado de los zapatos de la familia. Los primeros en abrir, mis pitufos, que se hacen mayores y que aun así siguen viviéndolo con emoción. Después, Sally, y por último yo.

Nervios. Intriga. Dolor de barriga. Hay un paquete ahí que no sé muy bien qué es. Una caja que parece muy del estilo de las de los móviles, y yo pensando, «pero si ya tengo mi Pixel 8 Pro, no puedo pedir más». Lo abro ante la mirada expectante de mi mujer y los niños, y de repente, sorpresón.

Las gafas conectadas Ray-Ban Meta.

Menudo regalazo, pensé. Hay que ver lo bueno que he sido este año. Pero mogollón.

Y luego, poco a poco, las dudas. Yo y mi manía de invertir en aquello que usas me hizo rápidamente darme cuenta de que quizás el regalo, aunque fuera la mar de pintón, era inútil. O más bien, prematuro.

Sobre todo, porque las gafas son de momento bastante limitadas. Está bien lo de poder sacar fotos —es la función que más me mola— fácilmente mientras las llevas puestas, pero lo de los vídeos no me gusta tanto por ese formato vertical que se usa y que está muy bien para Instagram pero no tanto para mí. También está bien poder hacer algunas preguntas al asistente de voz, escuchar música o contestar llamadas, sin duda, pero yo no necesito ese tipo de gafas porque teletrabajo y estoy mucho, mucho tiempo en casa: no las iba a usar mucho.

Pero esas funciones se me quedan algo cortas porque yo espero que a estas alturas el año que viene los Reyes Magos quizás vuelvan a intentarlo con una nueva versión de las Ray-Ban Meta (o de otro fabricante) que estén ya más maduritas y sean más potentes. O quizás mucho más potentes.

Las Xreal One tienen buena pinta, desde luego.

En The Verge justo hoy de cómo en el CES ha habido bastantes lanzamientos de modelos divididos en tres tipos de gafas conectadas. Las primeras, con pocas opciones pero ligeras y cómodas. Las segundas, algo más aparatosas, llegan de fabricantes como Xreal One o Vuzix, y aquí tenemos gafas que además tienen una pantalla (o dos) que muestran todo tipo de información o contenido en ellas.

A mí me gustan especialmente las Xreal One, y son a priori las que me atraen más por ofrecer una versión más asequible (y peor) de lo que ofrecen las Vision Pro: poder tener a tu alcance un pantallote virtual para disfrutar de todo tipo de contenidos. Es aún pronto para tener la calidad de imagen y el ángulo de visión de las Vision Pro en unas gafas del estilo de las Ray-Ban, pero diría que eso acabará llegando.

Pero hay un tercer grupo de gafas, que en The Verge llaman «gafas espía», que son muy del estilo de las Ray-Ban Meta y que «esconden» su cámara para que puedas sacar fotos, y en algunos casos, como estas de Rokid, tienen una pequeña pantalla LCD monocroma verde con mensajes diversos de asistencia o con notificaciones.

Pero lo importante aquí no es tanto qué tipos de gafas hay, sino el hecho de que el mercado parece ir consolidándose. Yo, que durante un tiempo no creí mucho en un futuro lleno de ñafotas, tengo cada vez más claro que vamos hacia ese futuro. Las gafas conectadas no sustituirán al móvil, pero lo complementarán mucho mejor que cualquier otro accesorio o wearable. Aportarán todo lo que ya aportaban los auriculares y los relojes, pero irán aún más allá (por ejemplo por su capacidad de sacar fotos o de proyectar pantallas virtuales) y se convertirán, creo yo, en el gran pelotazo hardware de lo que queda de década.

Y en buena parte gracias a que hablaremos con ellas, porque serán el producto perfecto para tener a una Scarlett Johanson (o a su alternativa masculina, elegid, chicas) virtual siempre a nuestro lado. Y entonces iremos por la calle hablando con ellas y pareciendo todos unos locos que hablan consigo mismos. Y nos aislaremos un poco más todavía aunque para nosotros eso será maravilloso como lo ha sido aislarnos con el móvil. Qué chungo.

Y si no, al tiempo.

Mientras ese momento llega, que sepáis que las Ray-Ban Meta fueron devueltas a sus majestades, que han tenido a bien traerme otro caprichito. Uno que no ha llegado aún, pero del que hablaré próximamente. Un experimento sobre el que también tengo algunas reservas, pero que tengo ganas de probar. Ya os contaré.

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