Nos cuesta cambiar las cosas, sobre todo cuando lo que tenemos sigue funcionándonos. Ocurre en todos los escenarios, y desde luego ocurre con la tecnología. Mejor lo malo conocido, ya se sabe.

Y aquí lo malo conocido es Twitter.

Yo soy adicto a Twitter. Que sí, que ahora se llama X, pero yo sigo llamándolo Twitter. También sigo poniéndole la tilde a «sólo» cuando equivale a solamente. Soy un tío rebelde, lo sé. Vivo al límite.

Pero sigamos. Soy adicto a Twitter, decía. Lo uso constantemente y es para mí mi primera referencia a la hora de descubrir cosas e informarme. Es probablemente lo mismo que piensa mucha gente de mi nicho: Twitter es la red social preferida por los periodistas y gente que trabaja en medios porque solemos estar casi todos ahí compartiendo cosas. Hay mucha más gente, por supuesto, cada cual de su padre y de su madre. Y hay mucho trolaco y mucho bot, desde luego. Gente (y máquinas) que ensucia la conversación y que hacen de Twitter un sitio peor.

Y aun así yo sigo encantado con esta red social. Da igual que el algoritmo sea bastante infernal y que el Sr. Musk esté tomando decisiones que la hacen cada vez un poquito peor. Para mí sigue funcionando, porque tras tantos años de mimar mi cuenta y de cuidar a quien sigo y qué sigo me encuentro con un hilo bastante decente incluso en el caso de la sección «Para ti». Siempre digo lo mismo: la gente que se queja tanto de Twitter, ¿han probado a hacer algo de limpieza y decirle al algoritmo que eso «no me interesa»? Si quieres que no haya malas hierbas en tu jardín, pódalas. Pues con esto, lo mismo.

El caso es que para mí Twitter sigue siendo estupendo a pesar de todo lo malo. Y ese es el problema que le veo a Bluesky: que no tengo demasiados incentivos ahora mismo para usarlo porque Twitter sigue siendo suficientemente bueno.

Entiendo que la gente que se ha cambiado a esa plataforma lo ha hecho justo porque Twitter ya lo les compensaba. Yo mismo abrí cuenta en Bluesky el otro día —allí soy @javipas73 porque el @javipas está cogido— pero de momento solo he hecho eso. No la miro, aunque la idea es experimentar un poco con ella y darle una oportunidad. Quizás seguir a la misma gente que sigo en Twitter —no son tantos, probablemente la mayoría estén en ambas— y ver si la cosa cuaja. Podría hacerlo, pero mi miedo es, como siempre, a perderme cosas.

De hecho, ni siquiera pienso en todo lo que puedo ganar. Menos ruido, cero publicidad, menos trolacos, más alcance (dicen) y una alternativa que va más conmigo de hecho, parcialmente descentralizada y sobre la que uno tiene algo más de control. Más allá está Mastodon —y otras—, pero me pregunto si Bluesky no acabará igual: como esa plataforma que durante unas semanas parecía poder enterrar a Twitter sin llegar a hacerlo. Threads, que tiene ya 275 millones de usuarios —Bluesky ronda los 22— está para mí prácticamente vetada. Viniendo de quien viene, no me fío. Musk al menos hace cosas con coches eléctricos y cohetes. Mola más. Además es inmortal, ya sabéis.

Así pues, ¿tiene futuro Bluesky? No lo tengo nada claro. La inercia de Twitter es demasiado poderosa, pero ciertamente la cosa está empezando a atufar, como ocurre con Facebook. Ambas tienen ya ese peligroso tufillo a plataformas que empiezan a estar un poco fuera de la onda, aunque muchos usuarios (mayorcitos, supongo) sigamos aferrándonos a ellas. Que Bluesky sea «más o menos lo mismo» es en mi opinión peligroso. Porque cuando una cosa no es mucho, mucho mejor, solo tiene una salida: convencer a la gente de que lo otro ya no sirve, por lo que sea. Yo estoy en Twitter porque está toda la gente a la que sigo. Si empiezan a irse todos a Bluesky, acabaré yéndome yo también, claro. El problema es que eso, salvo casos contados, no está pasando.

Quizás porque Twitter sigue siendo suficientemente bueno para quienes nos quedamos. Aunque sea terrible e imperfecto en muchas cosas.

Porque maldita sea, más vale lo malo conocido.