Soy un artista frustado. Siempre me gustó dibujar y creo que no lo hacía mal (para lo poco que lo hacía). Hice Informática pero durante algún tiempo pensé en apuntarme a Bellas Artes, y tanto en COU como en aquel primer año de carrera me distraje un poco más de la cuenta haciendo garabatos. Dio igual. Acabé dejando de dibujar (nunca pinté) para perseguir otras aficiones.
Hoy en día ya no dibujo prácticamente nada. Curiosamente la oportunidad surge cuando pruebo algún cacharro con un stylus y garabateo algo durante dos minutos para la foto de turno (podéis ver el resultado por ahí en antiguos análisis como los del Surface Pro 6, Surface Book 3, Surface Studio 2, hay alguno más). Pero mi momento artístico pasó. O igual me está esperando, quién sabe.
El caso es que tengo cierta sensibilidad artística. Aquí soy muy de mis clásicos: Velázquez y Rubens eran mis preferidos antaño, y el realismo —o el hiperrealismo de Antonio López— me flipa, aunque otras corrientes posteriores también me gustan. Soy poco de Picasso o de Dalí, así que cualquier cosa a partir de ahí me mata. No entiendo ni me gusta el arte contemporáneo —que creo que no hay que entender, solo «transmitir»—, por ejemplo.
De hecho y como ocurre con el rollo de la restauración de altos vuelos, me da la impresión de que muchos artistas (o chefs) se están riendo en nuestra cara. Igual los artistas más —lo hemos visto con los NFTs absurdos, como el del célebre píxel vendido a 1,36 millones de dólares—, sobre todo porque cualquiera podría dar el pego y convertirse en un artista contemporáneo. Y si no, que se lo digan a los niños que colaron un cuadro en la feria ARCO.
Todo este rollo viene a cuento de un debate que me apasiona y que está muy de actualidad estos días. Antonio Ortiz habló mucho y bien de ello, primero en Error 500 y luego en Retina. ¿De qué va el tema? Pues de las inteligencias artificiales generativas que tanto están dando que hablar. Primero fue DALL·E 2, pero la cosa se ha puesto especialmente interesante ahora que están disponibles alternativas como Midjourney o Stable Diffusion. Esta última está generando unas expectativas brutales por ser Open Source, y de hecho me recuerda un poco a la situación que se vivió con los orígenes de los blogs, cuando Movable Type molaba mucho y parecía más profesional pero era de pago y boom, salió WordPress, que era gratis (en su versión autohospedada) y Open Source y acabó revolucionando ese segmento.
Cuando leí el tema de Antonio me picó la curiosidad de intentar probar estos sistemas, pero claro, justo volvía de vacaciones y la vuelta al trabajo ha sido intensa. Total, que he probado solo uno (Stable Diffusion) y de forma muy limitada. He leído un poco sobre el tema, eso sí, y junto a lo que decía Antonio me gustó mucho el post de Simon Willison titulado ‘Stable Diffusion is a really big deal‘ (lo es) en el que explicaba un poco de qué va todo esto y por qué es todo tan brutal.
Lo es. Es brutal.
¿Por qué? Pues porque estos motores hacen algo increíble: crear imágenes a partir de frases y palabras sueltas (cuantas más, más claro lo tendrá la «máquina artista») y hacerlo además de forma muy convincente. Lo decía Simon: si no tenéis mucho tiempo y no queréis complicaros la vida, solo tenéis que ir a beta.dreamstudio.ai, teclear alguna frase descriptiva abajo y darle a «Dream».
A partir de ahí, el pequeño milagro de la generación por IA de imágenes. Puede que las imágenes generadas sean un churro o puede que estén bien, pero aquí influye mucho algo importante: que «aprendas» el lenguaje de la máquina. Luego puedes instalarte Stable Diffusion en local —en Reddit tienen no ya el obligado subrredit, sino una guía para lograrlo—, y también puedes consultar un sinfín de recursos para aprender a pulir su uso.
Lo cierto es que todo esto es mareante porque es como el inicio de algo muy gordo con lo que mucha gente está experimentando. Que lo haga tanta gente demuestra que la cosa tiene menene, y que el debate sea tan polarizado también.
Aquí, como comentaba Antonio, hay un frente claro, que es el de los artistas que creen que esto va a destruir su segmento, al menos en el ámbito profesional. Nadie va a pagar a un artista equis dólares por un diseño cuando con uno de estos motores puede lograr algo más que decente de forma (a menudo) gratuita.
Los servicios de imágenes de stock deben estar temblando, y por supuesto hay una polémica importante sobre los derechos de autor de las imágenes con las que se ha entrenado a estos sistemas. Este desarrollador hablaba de cómo todo ese «conocimiento artístico» y ese entrenamiento de Stable Diffusion se acaba reduciendo a un modelo (Model Card, creo que lo llaman) de 4,2 GB. Con eso basta para crear virtualmente cualquier cosa de forma bastante efectiva en Stable Diffusion. La pregunta, claro, es si las creaciones dan el pego.
Lo dan.
Lo dan. Ese hilo de Fabian Stelzer lo demuestra al comparar esos tres sistemas de los que hablaba al principio, y aunque obviamente no son perfectos en muchos escenarios, resulta realmente espectacular lo que son capaces de crear con esos ‘prompts’, esos ‘términos de generación de la imagen’ que permiten describir lo que tú quieres para que la máquina te lo cree. ¿Que no te gusta el resultado? Dale a crear (o en Stable Diffusion, a ‘Dream’) de nuevo y tendrás otro resultado. La cosa está yendo tan rápida que ya hay formas de expandir ese proceso a programas como Photoshop y similares para mezclar ambas herramientas, pero también se habla ya del vídeo generado por IA. Aunque las primeras pruebas puedan parecer cutres, es alucinante que algo así sea factible.
Experimentar con esto me ha parecido fascinante, y desde luego entiendo que el debate esté siendo tan abierto e intenso. Aquí hay quien compara esto con CoPilot de GitHub, pero en este último caso diría que el código autogenerado es mucho más una copia de algo que el sistema ya había aprendido que algo que haya podido deberse a un proceso creativo. Luego está el debate de si a esto se le puede llamar arte o si realmente estas IA generativas son «creativas».
En Xataka dedicamos un episodio del legendario ‘Captcha’ a este tema, y en aquel momento nos acompañó el siempre estupendo Andrés Torrubia, que hace poco publicaba un interesante hilo de Stable Difussion y su curiosa aparición. El caso es que lo de si son o no creativas es algo muy difícil de valorar y aquí me temo que todos tendremos nuestra opinión, pero yo me inclino más hacia el sí: esto es arte, y estos sistemas son creativos.
¿Por qué? Pues porque al final toda forma de arte es una evolución de una idea anterior. Uno dibuja o pinta con un estilo definido por todo lo que ha visto en el pasado, por cómo ha sido «entrenado» artísticamente. Luego está su propia visión del mundo, claro, pero salvo por ciertos estilos realmente diferenciables, muchos cuadros se parecen entre sí porque los artistas adoptan un estilo que les ha gustado de otros artistas que les han influido. Pueden luego aportar su granito de arena, pero eso es lo que en esencia también hacen estos sistemas: cogen todo lo que han aprendido y lo aplican según la exigencia del usuario. En realidad la creatividad es compartida: el usuario «crea» un ‘prompt’ lo más fiel posible a su objetivo, y la máquina «crea» una imagen alineada con ese ‘prompt’.
¿Destruirá esto el mundo del arte tradicional? Lo dudo mucho. Si la revolución se confirma —y tiene papeletas para ello— diría que esto será simplemente una herramienta más. Una que podrá ser usada de forma mejor o peor, pero que por ejemplo podrá reducir iteraciones —no, yo quería una imagen de un perro fumando, pero quería otra raza y otro fondo— y facilitar que se llegue al resultado deseado. Que seguramente imponga otros problemas, pero dudo mucho que estas ingeligencias artificiales generativas vayan a destruir el arte o dejar en el paro a los artistas.
De hecho creo que en todo esto de la generación de contenidos por ordenador habrá una especie de gran clasificación. Una especie de denominación de origen: la denominación de origen máquina, y la denominación de origen humana. Y esta última (supongo) saldrá más cara. Y como habrá gente que la apreciará, no pasará nada porque salga más cara. No es que una vaya a ser mejor que otra: lo será para según que gente, claro, pero lo importante es que ambas (creo, insisto) convivirán sin problemas.
Es como lo del ajedrez. Hace años que las máquinas superaron al mejor de los humanos, pero eso no ha hecho que dejemos de jugar. Jugamos más, si cabe.
Pues con el arte, lo mismo. Esto simplemente facilita mucho las cosas para mucha gente. Probablemente haya efectos no deseados, como siempre que surgen estas disrupciones, pero acabaremos adaptándonos y ajustándonos. Y lo haremos con un resultado claro: viviremos mejor, y probablemente también crearemos mejor arte.
Por supuesto la imagen de cabecera también está generada con Stable Diffusion. Es imperfecta, desde luego (atentos a las manos), pero oye, la ha creado a la primera. El prompt ha sido ‘man seing from behind on a table writing a novel with pen and paper, view from the top, window showing the sea’.
Flipante.
Saludos, me imagino esto siendo utilizado para ilustrar libros de poesía o novelas clásicas y alucino.
Y para muchas otras cosas. Las aplicaciones parecen casi ilimitadas.
Pues tienes fluidez en el trazo. En mi caso compagino mi lado ingenieril con el de artista renacentista. Leí a Antonello y como artista me hice la pregunta sobre si la IA generativa acabará con el arte. He visto tu post después (también a través de Antonello), pero es curioso que coincidamos en lo esencial: la IA generativa es una herramienta en manos de alguien sentado detrás de una pantalla (muy cinematográfica la portada que te generó Stable Diffusion). Con más grados de sofisticación que otras digitales actuales como Photoshop y otras de impresión digital. Con respecto a si las creaciones de la AI son arte o no, hice mi pequeño experimento con resultados interesantes: https://the-i-thread.com/devanando_el_hilo/2022/09/12/elimina-la-ia-generativa-a-los-artistas-un-pequeno-experimento/
Gracias Marta, estoy contigo, esto es una herramienta más. Luego cada uno que la use como buenamente quiera o pueda (sin hacer el mal). Muy bien ese experimento, gracias por el enlace. Está claro que esto da para jugar un montón y esto es solo el principio.