Hoy es el día cero de tu nueva vida. Una en la que por fin podrás tener independencia económica y en la que tan solo siguiendo estos sencillos pasos podrás lograr lo que yo: hacerte rico escribiendo un blog.
¿Crees que es difícil? En absoluto: mi carrera era caótica, y tras años dando tumbos por diversos medios online y asesorando a profesionales, me di cuenta de que era momento de reinventarme, de dejar todo atrás y de aprovechar toda esa experiencia y explotarla en mi blog.
Hace años que apenas trabajo una hora al día. Vivo a caballo entre las costas de Tailandia y las montañas de Chamonix, sin preocupaciones económicas, disfrutando de mi tiempo y de mi familia. Y todo lo he logrado poniendo tras un aprendizaje que me exigió un poco de voluntad y trabajo. Si haces lo mismo que yo, te aseguro que tu libertad financiera está asgurada. En este post descubrirás todo lo necesario para hacerte rico como yo.
O más bien, no.
Pongámonos serios. No soy rico -qué más quisiera-, y aunque mi blog, Incognitosis, es uno de mis pequeños orgullos, no me da ni mucho menos para vivir. Hacer cosas como lo de Patreon o ahora los Incognichollos ha hecho que me pueda dar algún capricho de cuando en cuando, pero la rentabilidad económica de esto es más bien deficiente. Si tengo en cuenta que llevo más de quince años con él y le he dedicado muchas horas (pero muchas), Incognitosis no sale a cuenta. No sé si lo hará algún día, y la recompensa aquí es otra.
Lo cierto es que el titular clickbait -lo siento- me venía al pelo para hablar de esos vendemotos que están saliendo de los arbustos y están engañando a mucha gente mientras se llevan un dinerito por el camino. Son los nuevos estafadores de nuestra era. Unos tipos afeitaditos, sonrientes y con mensajes buenistas y de éxito seguro.
Son esquemas de Ponzi con patas. Llamémoslos ponzipatas.
Es un tema del que he hablado alguna vez y que por ejemplo tiene un caso reciente en el dropshipping. El viejo «te voy a explicar cómo me he hecho rico» para captar tu atención y lograr que en estos tiempos pagues por un curso exclusivo, compres un libro o lo que sea. Porque si alguien que parece normal y te cuenta su historia normal dice que lo ha logrado, igual es que lo ha logrado.
Lo comentaba este fin de semana mientras daba una vuelta con unos amigos. De un tiempo a esta parte estoy viendo esa fiebre de los «coachs vitales» que van publicando pildoritas de sabiduría barata en redes sociales o en blogs y que con esos cebos van tratando de captar gente para lo de siempre: apúntate a mi curso, compra mi libro, ayúdame a ayudarte.
Mi amigo no estaba del todo seguro de eso. Los profes de máster -él hizo uno- no son así, me decía. Y yo le respondía que claro, que los profes de máster no entran (creo) en esa categoría, y en muchos casos son gente que ha tenido bastante éxito profesionalmente y o bien compatibilizan esas carreras con un poco de formación o bien han bajado el ritmo y se dedican a formar en lugar de seguir al pie del cañón para disfrutar un poco de la vida. Bien por ellos.
Yo hablo aquí de otra gente. De esa misma de la que hablaba un chico llamado Nishat Agrawal que escribía estos días un post fabuloso titulado «How to Run a Ponzi Scheme for Tech People«.
En él el autor resume en cinco minutos la filosofía de todos esos ponzipatas que eso sí, se dirigen últimamente a un público muy afín a la tecnología. Como vosotros, queridos lectores, diría yo. Explica cómo funcionan estos esquemas de Ponzi y cómo nuestros amigos, los ponzipatas, utilizan diversas técnicas para convenceros de que oye, vivir mejor sin demasiado esfuerzo es posible. Con convencer a unos cuantos aun perdiendo dinero inicial basta. Luego te escribes unos posts tipo «Cómo conseguí 500 seguidores en Twitter de la noche a la mañana», y listo.
Hay otras opciones que él menciona. Por ejemplo, la de convertirse en «nómada digital», una definición estúpida de alguien que (teóricamente) se va a currar a Tailandia -donde es mucho más barato vivir con tu sueldo de aquí- a trabajar en remoto o cosas así. Luego te vende libros o cursos para seguir sus pasos y listo, a tirar millas de nuevo. «Cómo abandonar mi trabajo de 9 a 5 y mudarme a Tailandia fue la mejor decisión de mi vida». Bum. Éxito asegurado.
El resumen que hace ese post es apasionante e inquietante, sobre todo porque lograr engañar a la gente con este tipo de reclamos y mensajes es bastante más fácil de lo que parece. Yo lo veo todos los días y me parece tremendo, así que este post es simplemente un (nuevo) recordatorio de que creerse las historias de los vendemotos es normalmente peligroso.
Con mi amigo cerré la conversación con una pregunta:
Si realmente esta gente se ha hecho rica haciendo algo, ¿por qué lo cuentan? ¿Es posible que haya tanta gente tan generosa y con tales ganas de que todos seamos ricos?
No, majos no. No son generosos, y os voy a decir algo más: no son ricos.
Lo que quieren es lograrlo, pero con vuestro esfuerzo, no con el suyo. Estafando a gente con ganas de creer.
En mi ciudad conocí de cerca el caso de un tipo que dirigía una de esas estafas piramidales: escribió un libro de (muy) dudosa calidad sobre economía y administración, grababa videos motivadores en una oficina alquilada, vivía escondiéndose de sus inversores…
Paradójicamente sus finanzas mejoraron cuando emprendió (de verdad) con una cafetería en el centro de la ciudad.
Repito esa sabia frase local (creo que la había comentado también en otro post tuyo): «De eso tan bueno no dan tanto».
🙂 Buena anécdota.
Esto es más viejo que la tarara, como bien dices. Es la enésima versión de los timos de toda la vida.
En cuanto a los másteres… Me temo que no soy tan generoso como tú con sus docentes. Siempre digo que las cuotas son constantes y transversales a cualquier colectivo humano. Las personas excelentes son escasas, la mayor parte, mediocres y algunos somos malos de solemnidad.
Los másteres que se venden a precio de oro son, en su mayor parte, paquetes de saber convencional aderezados con supuestos «casos prácticos». Es cierto que la mayoría de las personas que encontramos en puestos directivos hoy en día tienen uno o varios en su historial. Pero, ¿cuántos de los alumnos que han pasado por estas formaciones han acabado alcanzando esos puestos de relumbrón?
Es probable que sea así, desde luego, y yo no tengo muy buena opinión de los máster porque creo que se han convertido en una especie de consecuencia de esa Titulitis 2.0 que nos envuelve. Aún así, diría que aquí al menos la cosa es un poco menos oscura que en el ejemplo de los vendemotos estos.
Conozco un caso, un programador senior, joven, que desarrollaba la aplicación principal con la que trabajo (alta disponibilidad) y el tio lo consiguió: totalmente nómada, vive de los trabajos que le encargan.
Sólo cumple un requisito, ES UN P*** CRAC, con todas las letras. Cosa que hace cosa que está documentada y hecha de la manera más robusta posible.
Hablando de la titulitis, y de lo que el ministro de universidades está ahora intentando «limitar»: jefazo que me dice que qué me parece que compaginando el trabajo y la vida con mujer y dos niños se ha sacado dos carreras… de esas que pagas 5mil al año y las 10 preguntas del examen salen del «ejercicio» de 30 que te han pasado el día anterior… ains. Cuando tiene un problema me llama a mi, eso sí.