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Día 9

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(Actualización: había contado mal los días: era el 9, no el 8). Teletrabajo, así que estoy muy entrenado en esto de estar en casa. Llevo años convertido en un profesional del aporreo del teclado en pijama en ropa cómoda, y lo mismo ocurre con mi mujercita. Desde que empezó el confinamiento el pasado 11 de marzo (8 días ya) nuestra vida en el mini-resort burgués ha sido relativamente parecida a la que llevábamos antes de que comenzara el estado de alerta.

La diferencia en nuestro caso, claro, son los niños. Ya hemos teletrabajado con ellos en casa muchas veces, pero es que ahora ellos no están de vacaciones: todos los días las profesoras mandan diversas tareas para mantenerles ocupados, y no sé cómo se lo montarán otros padres, pero aquí mi santa mujercita (¡pipi!) es la que está haciendo de profesora el 90% del tiempo; ya ejercía esa labor por las tardes con los deberes antes de que el maldito coronavirus se instalara en nuestras vidas, y ahora lo hace a destajo.

Acoplarse a esta situación no está siendo del todo fácil a pesar de estar entrenados, y no lo es porque parece que con esto de quedarnos confinados en casa la impresión general es que esto son vacaciones. No lo son, aunque ciertamente mucha gente se haya visto terriblemente afectada por una situación que ha provocado cierres de negocios, ERTEs y despidos a partes iguales.

Es terrible, pero esta situación ha desembocado también en algo curioso: una sobredisponibilidad de recursos para no aburrirmos. La información quería ser libre, y ahora lo es. Por todos lados nos llegan oportunidades de jugar a juegos, leer libros, seguir cursos o hacer tablas de ejercicios. El coronavirus, con todas sus sombras, al menos nos ponía encima del mantel la ocasión de atrangatarnos de entrenimiento. De ahogarnos en él.

Es fantástico para todos los que efectivamente han visto cómo su rutina se rompe. Para los que siguen trabajando, sin embargo, la cosa es distinta. Y para los que seguimos trabajando y encima tenemos niños, pues más. Si antes ya tenía poco tiempo libre para dedicarme a leer un libro o probar algún nuevo juego, ahora tengo menos. Es, como decía aquel del vídeo viral de WhatsApp. Estresantea tope. Ciertamente dan ganas de pedir unos días de vacaciones para no hacer nada (pero nada de nada) cuando esta pesadilla acabe.

En Lifehacker iban un poco más allá hace un par de días. No solo no decían que no te convirtieses en Superman y quisieses llegar a todo y disfrutarlo todo. Lo que decían precisamente es que igual no deberías ser muy productivo con la que está cayendo. En casa eso va a ser difícil, porque la situación en el trabajo afortunadamente no ha cambiado (diría que se ha intensificado tanto para mi mujer como para mí) y porque estar con los peques 24 horas con régimen de colegio incluido es durillo. Me gustaba cómo cerraban el artículo allí (traducción adaptada de DeepL):

Esto no son vacaciones. Y si no eres un estudiante universitario de clase alta […] no hay razón para esperar que este sea un tiempo de relax y productividad. Si sumergirte en un hobby o proyecto te ayuda a lidiar con el estrés, ¡genial! Sumérgete! Pero no tienes ninguna obligación de aprovechar estos ratos tan difíciles, ni de sentirte culpable por «desperdiciarlos». Cuídate, y déjate llevar.

Exacto. No te agobies. No hace falta que hoy leas dos libros, ves tres museos online, te ejercites con una sesión de zumba y otra de yoga y pruebes esos dos nuevos juegos que acaban de regalar (bueno, igual quieres probar ‘Watch Dogs’ y ‘The Stanley Parable’, acaban de ponerlos gratis en Epic Games, je). Que oye, si estás aburrido —sobre todo si lo estás por fuerza mayor, ánimo con ello, amigos y amigas míos— y quieres hacer todas esas cosas, perfecto.

Yo, la verdad, como que no. Qué estrés.

PD: Ánimo a todos. Cuidaos mucho. Y aburríos un poco también.

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6 comentarios en “Día 9

  1. Lambda dice:

    Yo igual, y he tenido que volver a usar calendarios de papel (afortunadamente tenía uno por ahí) para «ubicarme» y tener sensación de que la semana progresa. XD Va a ser un mes simpático este.

    • Y el siguiente. El siguiente mes también. Y probablemente el siguiente también.

      Espero equivocarme, pero sinceramente no encuentro qué razón haría terminar la cuarenta en menos de ¿seis meses?

      Entiendo que, si nos dejan salir a todos, aunque sólo sea por un día (por ejemplo dentro de tres meses), se pierde todo lo ganado en la cuarentena. Salvo, eso sí, que pasemos a una cuarenta completa, con movilidad 0 para el 100% de la población. En ese caso, en un mes nos ventilamos el virus.

      • Podría ser, pero espero que al menos en junio esperemos a recuperar un poco la vida normal. Lo que tengo cada vez más claro es que el resto del «curso» ya está perdido, y creo que con razón. Lo de movilidad 0 diría que imposible, siempre tiene que haber servicios mínimos para mantener sectores de alimentación, seguridad y sanitario. Sin eso ya hecatombe, no?

      • Bueno, todavía hay muchas cosas prescindibles que se están dejando abiertas y que están diluyendo la efectividad del encierro del resto. Panaderías y fábricas, por ejemplo, son dos puntos enormes de contagio que deberían estar cerradas desde el primer día.

Comentarios cerrados.