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Alquilar para alguien que odiaba el alquiler

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Jamás me imaginé viviendo de alquiler. Mis padres, como tantos otros de su generación, compraron su casa en dos patadas, y nunca tuvieron la condena de una hipoteca que les lastrara durante años. Para cuando fui ganando mis primeros suelditos la cosa había cambiado, claro: las hipotecas a 25 o 30 años eran la norma, no la excepción. Con suerte uno acababa pagando su casa para cuando se jubilara, o casi.

Durante mucho tiempo ni siquiera consideré la opción del alquiler. Para mí aquello era tirar el dinero: cuando comprabas casa al menos invertías en algo que iba a ser tuyo. Con el alquiler no. Total, que cuando me arrejunté con mi mujercita (¡pipi!) para vivir en pecado antes de casarnos ambos lo teníamos claro: hay que comprar casa.

Era 2007.

Y nosotros, pobres ingenuos, tan felices.

Como tantos otros que compraron sin saber que lo hacían en una de las peores épocas de la historia, supongo. Años después las circunstancias cambiaron: llegaron los niños, la casa se quedó un poco justa y nos planteamos el cambio. Y el cambio que planteábamos imponía lanzarse a la aventura y hacer lo impensable: alquilar.

Aquello dio pie a nuestra actual vidorra de pachás en el mini-resort burgués. Ya sabéis cómo me las gasto ahora que soy rico y (un poco) famoso. La pregunta entonces, claro, estaba en qué hacer con la casa que habíamos comprado. La respuesta es sencilla: la alquilamos a una estupenda y joven pareja que hace poco se fue del piso tras cuidarlo como si fuera suyo (o mejor), y que dio el relevo a otra estupenda y joven pareja que espero nos dure otro porrón de años y cuide la casa igual de bien que quienes les precedieron.

Aquel reciente cambio de inquilinos provocó bastantes dudas en casa. De repente se nos ocurrió que igual era el momento de vender. Tras explorar esa opción y recibir alguna oferta que acabamos declinando, volvimos a la fórmula del alquiler. Las ventajas y desventajas de vender o alquilar tu casa están muy claras —aquí, por ejemplo, las explican bien— y al final nos decidimos por volver a alquilar y seguir nosotros alquilados.

Tirando el dinero, ¿no?

No necesariamente. Hace ya unos años hice un análisis parecido y las conclusiones tras todo este tiempo son las mismas que indicaba entonces. Y me cito, que ya sabéis que me mola:

Cada día tengo más claro que la decisión ha sido la acertada. Puede que en unos años —cuando viva arruinado debajo de un puente— me dé de cabezazos al ver esta entrada en el blog, pero hoy por hoy solo puedo pensar en lo mucho que estoy disfrutando de la casa en la que vivo, y sobre todo, en lo mucho que está disfrutando mis familia. Si a eso le unimos el hecho de que somos muy caseros y de que ambos teletrabajamos, podéis imaginaros el panorama. Espero que esto dure un porrón de años, pero mientras tanto me he hecho muy fan de esa filosofía del «a vivir que son dos días». En realidad es un modo «a vivir que son dos días» coherente, porque aunque apenas logramos ahorrar podemos permitirnos vivir como vivimos, y si vienen malas hay un pequeño fondo intocable de rescate salvo en caso de que se hunda el barco.

Esa sigue siendo la máxima que me deja más o menos tranquilote. Con mi sueldo de periodista de revista tengo difícil —por no decir imposible— pensar en comprar algo en esta zona. Los precios no suelen bajar de 500.000 euros para un piso de tres habitaciones (urba, pádel, pisci, garaje, trastero), así que imaginad. Dadle a Patreon a tope, chicos, que a mi mujercita se le ha metido entre ceja y ceja que necesitamos un bajo con jardín en nuestra vida 🙂

El post va un poco de esa reflexión, pero viene al hilo de un artículo que publicó El País hace unos días. El titular lo decía todo: «Las parejas jóvenes solo pueden alquilar un piso asequible en 13 de los 128 barrios de Madrid«. Los autores habían incluido un mapa interactivo en el que si metías un sueldo te indicaba en qué zonas de Madrid podrías vivir con el precio medio de alquiler que se paga actualmente y teniendo en cuenta que recomendaban no dedicar más de un tercio del sueldo a pagar ese alquiler. la captura siguiente (no es el gráfico interactivo, pero al pinchar os llevará al artículo) es un buen ejemplo de la situación.

El experimento era (y es) deprimente y demuestra que ya no solo es difícil comprar piso en Madrid: alquilarlo tampoco es sencillo. Nuestra propia experiencia al alquilar nuestra casa por segunda vez lo demostró: no podéis imaginaros la cantidad de llamadas que recibimos: la mayor parte de la gente —un gran porcentaje, extranjeros, sobre todo latinoamericanos— estaba en la misma situación. Podían pagar, aseguraban, pero la situación no nos dejaba tranquilos en muchos casos porque casi siempre tenían un contrato en la familia (con suerte dos), a menudo precario, y completaban sus sueldos con ingresos en B que por supuesto no podían justificar pero que aseguraban que les permitían acceder al piso.

Era terrible.

Igual de problemática es la situación para los autónomos. Esta es una de las maldiciones de nuestro país, y lo sé de buena tinta porque he trabajado así durante más de una década. La gente que no tiene contrato tampoco puede justificar con demasiadas garantías lo que gana, y aunque tú puedes dar unas cuantas facturas de tus ingresos —como ocurre cuando puedes dar nóminas— la cosa no es especialmente tranquilizadora para el arrendatario, que lógicamente busca precisamente eso: tranquilidad.

Total, que el alquiler, solución perfecta para tanta gente que no tiene otra opción, se está poniendo casi imposible en las grandes ciudades, que es donde suele estar el trabajo.

No sé dónde va a ir a parar esta inquietante situación, pero diría que se impone un cambio en un ámbito fundamental: el del trabajo, que suele condicionarlo todo. Los que teletrabajamos —somos unos suertudos— lo tenemos fácil: podemos irnos a vivir a cualquier lado y ahorrarnos un pastón por el camino. En casa es algo que tenemos muy presente, y quién sabe si un día no nos liaremos la manta a la cabeza y nos iremos a cualquier otro sitio más asequible y con calidad de vida. Si no lo hacemos es por pereza, por miedo al cambio o porque simplemente estamos bien como estamos (o eso creemos, claro). Y también está el tema de que cuando tienes a familia y amigos cerquita irse y quedarte solito se hace duro, claro.

El caso es que creo que cada vez más puestos de trabajo deberían manejar esa fórmula para aliviar una situación que pinta un futuro oscurito para los que vienen detrás. Supongo, espero y deseo que salgan adelante —mis niños incluidos— pero ostras, creo que no me querría ver en su pellejo.

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12 comentarios en “Alquilar para alguien que odiaba el alquiler

  1. Lambda dice:

    Jolín, con este post metes el dedazo en la llaga de una realidad inesquivable: se vive donde se puede, no donde se quiere. Bueno, salvo los afortunados que pueden escoger, claro. Ojalá el teletrabajo prospere (sería la resurrección de muchas comarcas y ciudades pequeñas) pero no sé si será mainstream algún día.

    • Así es. Yo siempre he querido vivir en un sitio rollo la mansión de Tony Stark y mírame 😉

      El teletrabajo tiene tanto sentido en tantos escenarios que no entiendo cómo no se aprovecha más. Supongo que es una cuestión social y cultural que cuesta asumir. Yo creo que va a ir a más en los próximos años, veremos.

  2. Land-of-Mordor dice:

    Es que os empecináis en vivir en las mismas 3 o 4 ciudades. Si ambos teletrabajáis nada os impide irte a vivir a otro sitio más tranquilo, más barato y hasta más «sano» mientras la cobertura de fibra llegue.

    Por aquí cerca están vendiendo unos que tienen pinta de majos, con su piscina con borde «infinito», su gimnasio, etc, a un paseíto de la playa y con vistas interesantes desde 207.000 euracos. Evidentemente si tiras de segunda mano encontrarás cosas mejores.

    • Correctísimo. Hay una razón más que debería haber incluido (creo que voy a editar el tema): la gente. Cuando tienes familia y amigos más o menos cerca, es difícil también moverse sabiendo que te quedas un poco soliplay allí donde vas.

      Dicho lo cual tengo curiosidad. ¿dónde es eso? (si se puede decir, si no en público siempre puedes mandarme correo) 🙂

      • Land-of-Mordor dice:

        Me muevo mucho por el Campo de Gibraltar y la Costa del Sol y por trabajo me toca echar de vez en cuando un vistazo a lo que hay «a la venta». Sólo es un ejemplo y seguramente no lo mejor (Bueno, Bonito y Barato), pero buscando seguro que se encuentra:

        https://metrovacesa.com/promociones/malaga/manilva/sunrise-heights

        Sobre las relaciones personales, que seguramente tienen sus raíces en el origen de los tiempos, pues poco más se puede decir. Dejar atrás a familia y amigos pues es un palo muy duro de llevar.

      • Gracias por el dato y el enlace Land. Desde luego en los renders tiene un pintón importante, caray. Dan ganas de probar y todo, aunque en nuestro caso particular hay otro tema adicional que aporta mucho en el mini-resort burgués: tenemos el cole de los niños al lado de casa, vamos andando en 5 minutos y eso es otro pequeño lujo al que es difícil renunciar. Pero oye, como sitio para vivir el que apuntas es pintón. Si ves más cosas y te apetece compartir por aquí, en Twitter o directamente al correo electrónico ya sabes, yo encantado 🙂

  3. Ana dice:

    Estoy en una situación similar a la tuya, por un cambio de trabajo nos fuimos de alquiler alquilando la que hasta entonces había sido nuestra vivienda habitual, y a pesar de que me gusta donde estoy, he mantenido las alertas en alquileres y compra en la zona donde estamos ahora, y sinceramente, como nos tengamos que ir de donde estamos ahora alquilados, la opción va a ser compra vendiendo la anterior vivienda, porque los alquileres no bajan ni «pa’trás» y ahora mismo no podríamos volver a alquilar algo similar a lo que tenemos alquilado ahora. Como tenemos alquilado a una empresa y no a un particular, me estoy temiendo una nueva mudanza cuando cumplan los 5 años del contrato.

  4. Juan López dice:

    Temazo, para los que vivimos en Madrid es toda una encrucijada… Me uno a la reflexión sobre las inmensas posibilidades que ofrece el teletrabajo a la hora de plantearse si realmente estamos dispuestos a vivir en una gran ciudad (con sus pros también).

    En mi caso, empezaré a teletrabajar desde casa en un par de semanas y de forma permanente, de modo que me vendría perfecto que un día te animases a contarnos tus recomendaciones y buenas prácticas sobre trabajar desde casa. Ahí lo dejo. Gracias.

  5. promeu dice:

    La web de el país pone la cantidad media que entra casa, 2500€, no entiendo lo de brutos.
    Lo que es increíble es la escalada y las subidas que hacen los propietarios. Aquí en Barcelona es ESPELUZNANTE, y más con el tema de AirBnB, una plaga que se está cargando la ciudad y que nos echa a los residentes.
    PD: mis caseras me han echado del piso justamente hace 3 semanas, se han separado y una lo necesita (eso dice).

  6. Pingback: 291 horas en un vagón | Incognitosis

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