El jueves y el viernes estuve de viaje de trabajo en Bruselas. Qué bonita ciudad, por cierto. Llena de mejillones, cervezas y chocolates, gentes afables y calles y monumentos estupendos llenos de vida. Eso dicen las guías turísticas, claro, porque yo de Bruselas vi tres cosas: el aeropuerto, el hotel y el edificio Berlaymont de la Comisión Europea que estaba pegado. Fue un viaje agotador por la agenda -hasta en la comida nos metieron charla- y muy discreto en cuanto al interés del contenido. Por decirlo de forma suave.
De todo lo que vimos me quedó una impresión singular y decepcionante del papel de la UE en el desarrollo tecnológico del viejo continente. Su papel es el de una especie de mecenas. Uno que se atribuye más mérito del que quizás debería, que se encarga de distribuir los fondos que recauda de todos nosotros y, eso sí, de regular según los criterios de los europarlamentarios que todos elegimos. No sé cuántos habréis participado en anteriores procesos electorales europeos, pero si ya es difícil enterarse de los programas en nuestro país, hacerlo para las europeas es en mi opinión casi imposible. Es como algo que queda muy lejano, así que cuando he votado lo he hecho totalmente confundido.
El caso es que ese voto tiene más impacto del que parece. Eso se ha demostrado hoy en el Parlamento Europeo, porque como ya muchos sabréis se ha aprobado la nueva directiva del copyright de la que hemos hablado mucho en Xataka. Es un golpe enorme a lo que significa y ha significado internet, y aunque puede que las reformas sean bienintencionadas en ciertos apartados, mi sensación general es que lo que nos contaron en ese edificio tan europeo fueron solo medias verdades. Muy propio de un lugar en el que básicamente trabajan políticos.
La última de las charlas fue la más relevante, precisamente porque estaba dedicada al copyright. Allí un funcionario español muy resuelto y muy válido nos estuvo explicando que la reforma era estupenda y fantástica, destacando cosas que no muchos sabíamos de otros artículos y quitando hierro (o tratando de hacerlo) a los polémicos artículos 11 y 13 (ahora 15 y 17) que han sembrado la alerta entre muchos expertos. «Esto no es un mecanismo de censura», nos decía. Lo curioso es que todo sonaba razonable, y uno salía de aquella charla medio convencido de que oye, los creadores tienen sus derechos y esto igual no es malo.
Los tienen, e igual esto no es tan malo. El problema es que esta directiva es ambigua y da pie a muchas interpretaciones. Y entre ellas están aquellas que pueden hacer que como afirman esos expertos internet deje de ser como era. Me gusta el artículo que Pablo Romero hizo en Público hace unas semanas a modo de FAQ, porque es fácil entender qué son y cómo nos afectan estas medidas, así que os recomiendo que le echéis un vistazo. La conclusión es que mucho de lo que ahora consideramos normal en internet podría dejar de serlo, y yo veo este movimiento como la gestación de una SúperSGAE, una entidad gigantesca de gestión de derechos de autor que se encargue de perseguir y cobrar a quienes osen disfrutar o utilizar contenidos protegidos por esos derechos de autor. Pero a lo bestia, claro. Sin descanso.
Hasta cierto punto, insisto, la propuesta parece interesante. Uno vislumbra esa forma de proteger el trabajo de los creadores -incluidos los que escribimos en minimedios como este- para que no todo sea «por la cara» en internet. Puede que esta sea una vía de que los que trabajamos en medios tengamos una vía de financiación que no dependa tanto de publicidad. No sé. Pero esa lucecita queda ensombrecida a tope por todas las desventajas que plantea la directiva. Desventajas a la libertad de expresión en forma de censura y de control por parte de los grandes lobbies de la industria creadora, que va a tener más poder que nunca.
Así pues, puede que yo saliera el viernes de Bruselas harto de comer mejillones y beber cerveza medio convencido de que la cosa podía tener sentido, porque la diferencia es quién sostiene los distintos argumentos. A saber: por un lado los políticos de la UE y las entidades de gestión de derechos de autor (y algunos creadores y artistas). Por el otro, la gente que creó internet y que ha logrado llevarla hasta donde está. Gente como Tim Berners-Lee, o Vinton Cerf, o Jimmy Wales, o la gente de Mozilla, Wikipedia, o de la EFF -que resumía bien lo que ha pasado hoy-. También están Google y demás, claro, por la cuenta que les trae, pero frente al discurso de los políticos, me quedo con el de esas personalidades sin las que ahora no estaríamos donde estamos, pudiendo leernos y escribirnos y vernos y oírnos de tantas y tan variadas formas. Algunas malas, tóxicas y aterradoras, sin duda, pero esa es otra batalla que no afecta al tema del copyright o lo hace de forma tangencial.
Por eso me da miedo esta directiva. Porque si quienes crearon internet entienden que es tan nociva, será por algo. Ellos saben más de esto que yo, y desde luego saben más de esto que los legisladores de la UE. Ellos son políticos, y como tales, condicionados y con motivaciones que van mucho más allá del bien común. La motivación única, la que una y otra vez lo mueve todo, es el dinero. Una vez más, el maldito parné.
Malos tiempos, chicos. Esperemos que al final esto no sea para tanto. Tardaremos en ver los efectos -2021 como pronto, creo- pero aún así, malos tiempos.
Que no nos pase nada.
Por un lado tienes razón, es el dinero (lobbies) lo que propulsa iniciativas como estas. En lo esencial, otra ley más que obliga a controlar como «una SúperSGAE» los contenidos de terceros. Y encima eso que dices de ambigüedad, suena premeditado por su parte. Esto en realidad puede beneficiar a gigantes de las noticias, como Reuters o EFI (y otros transmisores grandes de contenidos), que pueden escachar a pequeños medios independientes, en la práctica. No es coña, estamos aprendiendo de China, aunque censura en los medios ya existía (véase el blackout informativo que hubo sobre los sucesos de aquella noche de Colonia, Alemania, hace unos años. Eso tocó irremisiblemente la confianza de los alemanes en su clase política, y sus medios de comunicación. Fueron los medios independientes y las redes los que destaparon desde el minuto uno aquel suceso. Y esto no pasa sólo en Alemania.) . Hay que tener en cuenta que la información es fundamental, es la principal forma de hacernos una idea del mundo, y de poder reaccionar. El tutelaje al ciudadano desde las leyes implica una desconfianza implícita hacia ese mismo ciudadano. «Quietecito, por favor. No molestes. Ya resolvemos por ti». Sonaría bien como slogan de campaña política.
Pues sí. Como eslogan mola. Un poco agresivo quizás. En realidad ese es el eslogan secreto de todos los partidos, ¿no crees?
Pues sí, un poquito agresivo es. Todavía me monto una carrera como publicista político, eh. 😛
Bromas aparte, me ha gustado tu post, a los que usamos mucho Internet pues como que estas cositas nos tocan la patata. Y mientras más se hable mejor . El FAQ ese, pues como que debería ser temario oficial para el internauta, ale. Yo creo que un día existirá la ciudadanía web, y quizás gobierno mundial, pero bueno esto son cositas mías de leer demasiado a Asimov y a Cory Doctorow :3
¿Hay quedada «fanCognitosis» en la «RutezCon»?
xD No, ni siquiera he pasado ni tengo planes de pasar este año (y estoy al lado), pero igual habrá que hacer algo así el año que viene. Estás por allí? Disfruta!
Muchisimas gracias por compartir tu punto de vista y desde adentro sobre este asunto tan urticante Javier, que vengo leyendo en todos lados sobre esto y por acá desde sudamérica también los pocos que estamos enterados vamos poniendo mala cara al asunto cada vez más…veremos como se desenvuelve todo, que viendo quién está allá en el norte tampoco es de mucho alivio que digamos…abrazo y nuevamente gracias.
Gracias a to KMJB!