Instapaper es un gran invento. Eso de poder guardarte artículos largos para leerlos tranquilamente cuando por fin tienes un ratito que dedicarles estupendo.
Excepto que eso nunca ocurre.
No sé si estáis en la misma situación que yo. Uso indistintamente Instapaper y Pocket (tengo una applet IFTTT para tener al segundo como backup del primero), pero aunque guardo aquello que quiero leer más tarde en Instapaper, rara vez acabo haciendo uso del servicio para eso.
Para mí Instapaper no es un sitio para leer más tarde: es un trastero que me libera de esa intención de leer algo que no puedo (o no quiero) leer en un momento determinado. Es un formidable habilitador de la procrastinación. Probablemente por eso este y otros servicios son tan populares: porque permiten que sigamos distrayéndonos y descentrándonos sin que sintamos (demasiada) culpa.
Aquí debo decir que no siempre traiciono esa función esencial de estas aplicaciones para leer cosas más tarde. En trayectos en transporte público o esperas inesperadas —qué bonito ha quedado eso— alguna vez recuerdo que efectivamente tenía algo guardado y prometedor para leer cuando tuviera un hueco. Con suerte Instapaper se habrá sincronizado de forma que si no tengo conexión podré leer el tema cuando no tengo WiFi o datos, y casi prefiero que sea así porque con WiFi o datos acabo cayendo en la trampa de Twitter. Ya sabéis: pedacitos de sabiduría, descubrimiento, conocimiento y estupidez humana en raciones de 140 280 caracteres. Minichutes de dopamina que hacen buena esa teoría de la gratificación instantánea, y que también aprovechan esa forma de funcionar que tenemos últimamente y según la cual solo podemos dedicar unos 5 segundos de atención a una sola cosa antes de querer saltar a otra.
Todo esto viene tras leer (lo confieso: no he podido llegar al final) el artículo que hoy aparecía en Praxis, una de esas revistas integradas en Medium. En ‘The Secret Power of ‘Read It Later’ Apps‘ el autor hablaba de lo maravillosas que son estas aplicaciones y lo bien pensadas que están. Y cómo él ha logrado fabricarse un proceso de filtrado y concentración alucinante que le permite usar esos servicios como estaban pensados. Creo que era algo así, porque como digo he acabado por dejar ese artículo aburrido de intentar pensar en hacer todo lo que el tipo hacía para lograr leer todo eso que leía. Qué pereza, chaval.
Seáis como yo o como ese crack que logra leer un montón de cosas usando estos servicios, la conclusión es la misma: que vivan estos servicios, ya sean para librarnos a unos de tener que prestar atención durante 10 minutos a una misma cosa, o para conseguir que disfrutemos de un entorno perfecto para prestar esa atención a un tema que podría merecerlo (o no).
Yo, por cierto, uso Instapaper en modo privado para mis cosas, pero como no logro leer cosas más tarde lo que hago es obligaros a vosotros a hacerlo. ¿Cómo? Pues evidentemente con mi revista en Flipboard, Flipcognitosis (2081 lectores actualmente, uauh), que es la que además da lugar a esas IFs que publico muchos domingos y que seguro que muchos guardáis en vuestras cuentas de Instapaper o de Pocket.
Ahora, bellacos, confesad. ¿Leéis de verdad esos artículos más tarde?
Yo a RIL lo llamo Read It Never. Todo son risas hasta que me doy cuenta de que realmente me paso la vida filtrando «la basura» para luego no llegar a leer nunca eso que he separado como potencialmente interesante. Ese es uno de mis eternos propósitos de enmienda que siempre termino dejando… para luego.
Qué bueno eso de Read It Never, me gusta así que me lo apropio 🙂 Como me decía un amigo, al final para lo único que nos sirven estos servicios a muchos es para guardar marcadores y buscarlos cuando en algún momento nos acordamos de ese enlace que nos interesó hace tiempo.
Cómo siempre disfruto con el desparpajo que enfrentas la realidad.
Falta de complejos intelectualoides e ironía sana. Excelente y sana actitud. Bravo, Javi.
Gracias Pablo 🙂 Abrazo!
Sí que los leo, pero a los dos días, dos semanas o dos meses… 😉
Además tengo programado el envío de instapaper al kindle y así lo hago más a gustito en tinta electrónica.
Tu capacidad de síntesis para expresar lo que me pasa con esos servicios es bárbara, sorprendente.
He guardado montones de cosas; dejo el navegador con montañas de pestañas abiertas, con el solo propósito de no sentirme culpable de no leer algo que entiendo es interesante… Pero, ¡qué va! Acabo acumulando tanto y tanto, pendiente por leer, que termino cerrando los ojos, eliminando pestañas del navegador abiertas y borrando cosas pendientes por leer… Para recomenzar el ciclo nuevamente. Y que se entienda: felicito a los disciplinados que cumplen su tarea, que yo no puedo.
Saludos desde la República Dominicana.