No os lo digo a vosotros, queridos lectores. Faltaría más. Se lo digo a todos esos dispositivos que presumen de serlo y que añaden ese singular calificativo que parece dotarles de algo que en realidad no tienen.
Así es: tenemos televisores inteligentes, teléfonos inteligentes (curioso: tablets, portátiles y ordenadores no lo son), relojes inteligentes, bombillas inteligentes, ropa interior inteligente, cepillos de dientes inteligentes, cámaras inteligentes, termostatos inteligentes, altavoces inteligentes, cafeteras inteligentes, aspiradoras inteligentes, neveras inteligentes y por poner, hasta proyectos de ciudades inteligentes.
La inteligencia nos rodea, parece. O no.
De todos esos ejemplos, diría que muy pocos se acercan a la definición de inteligencia, a saber:
inteligencia1.
Del lat. intelligentia.
1. f. Capacidad de entender o comprender.
2. f. Capacidad de resolver problemas.
Hay más acepciones en la definición del DRAE, pero quedémonos ahí. ¿Hasta que punto una televisión me entiende y resuelve un problema? Bueno, entiende que quiero ver un programa o contenido y me lo pone. Tampoco veo yo que haya mucha inteligencia ahí. Y lo mismo con casi todos esos dispositivos que no son inteligentes. Son obedientes, sin más, y lo son hasta tal punto de la tontuna. Enfrentados a una situación no programada —ahí es donde entra en juego la inteligencia real, diría yo— muchos de ellos se bloquean.
Hablé del tema hace unos meses en Xataka tras descubrir cómo en el CES nos querían vender un peine inteligente que entre otras cosas «cuantificaba» la salud de tu pelo. Es como esa obsesión por cuantificarlo todo que tampoco me convence y que creo que puede ser útil en muchos casos e inútil y simple motivo de postureo en otros tantos. Además, ojo, de ser peligroso en todos ellos, porque todos esos datos que recolectan tus peines, tus cepillos de dientes, tus gallumbeles y tu móvil (por poner el ejemplo más claro) no son del todo tuyos: todos los fabricantes se aseguran de recolectar esa información para (teóricamente) «mejorar la calidad del servicio». Como en las Smart TV, por ejemplo, algo que me decidió a comprar esa tele súpertonta con la que estoy tan contento.
Le pediría a la industria que empezar a utilizar calificativos más realistas para sus productos. En el caso de «Smart» el cambio sería muy fácil, porque hay un adjetivo mucho más adecuado para todos esos productos. Uno más honesto y coherente.
No son dispositivos inteligentes. Son dispositivos conectados.
Menos smart y más connected, fabricantes. Venga, señores fabricantes, a ver quién se anima.
Propones el termino conectado, pero caben otros varios, propongo dos:
1 Inquisidores
2 Fisgones
Serían un exitaso de «marKeting» lleva tu frigorífico inquisidor o tu T.V fisgona, pero puede que la gente no quiera que le digan la verdad.
¿Altavoces inteligentes? ¿Eso existe? O_0
Yo tengo unos que te muestran un icono de notificaciones, imágenes relajantes que acompañan a la música, que miden la temperatura de la habitación, etc. Entran dentro de la absurda definición actual de máquina inteligente.
Yo es que creo que nos hemos ido acostumbrando a las cosas tan asombrosas que hacen los ordenadores y ya no les damos importancia. Pero cierta «inteligencia» tienen. ¿Tú eres capaz de calcular 1,45×4578,3 de cabeza y con tu propia inteligencia? Resuelves ecuaciones diferenciales, haces integrales, resuelves problemas de trigonometría? Sabes calcular el camino más corto entre dos ciudades que ni siquiera sabes dónde están?
Yo le pregunto a Siri en cualquier parte del mundo dónde está la farmacia más cercana y me lo dice. O qué hay en la cartelera de cine.
Resuelve problemas, desde luego y es capaz de ofrecerme soluciones que yo desconozco.
Nos hemos acostumbrado a esto y no lo valoramos, pero eran cosas impensables hace solo unos años.
Que esto se use con fines fisgones es otro asunto.
Por esa regla de tres una calculadora es inteligente, y yo no sé si le daría aplicaría esa definición. Para mí la inteligencia va más allá de lograr de meros cálculos (que es lo que ocurre en los ejemplos que das). Hay una parte de invención, si me apuras. ¿Podría una máquina haber deducido la ley de la gravedad, por ejemplo? Cosas así…
Pero eso pasa si lo ves como un todo o nada. Un mosquito no es tan inteligente como tu pero algo de inteligencia tiene.
Y una calculadora o un telefono lo mismo. Nos daremos cuenta de repente cuando una evolucion de esos ordenadores sean capaces de hacer una deduccion como la que dices, y la gente se dara cuenta a lo bestia de esto cuando sea sustituida en ciertos trabajos por una maquina lo suficientemente inteligente como para realizar su funcion. Y dara lo mismo que algunos consideren a esa maquina «tonta» porque a efectos practicos y de cara a la funcion que realiza sera indistinguible de la inteligencia humana
Me gustó mucho esta entrada. Venía pensando exactamente lo mismo estos últimos días. Cómo siento que todo esto de los asistentes de voz y demás están todavía muy lejos de ser lo que queremos que sean. Bueno, si es que queremos, claro.
Vamos avanzando, sí. Pero, ¿inteligentes? Falta, falta…
Gracias Tomás. Me temo que queramos o no van a seguir avanzando para tratar de lograr ser lo que no son ahora. Y tiene pinta de que acabarán consiguiéndolo, aunque puede que nosotros no lo veamos.
Yo creo que tal y como están las cosas bien se podría sustituir la palabra Smart por Espía en practicamente todos los productos.
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