El abuelito Walt Mossberg lleva tiempo escribiendo cositas bastante majas. Lo ha hecho de nuevo con su reflexión de ayer, a la que le he cogido prestado parte del título y que además habla de un tema sobre el que pensaba escribir de todos modos. Para más INRI justo ayer por la mañana un chico me escribía un correo para preguntar por mi opinión (¿profesional?) sobre Slack y su impacto sobre el correo electrónico. Mi contestación a una de sus preguntas era básicamente la que da sentido a todo este post. Me cito, que mola mucho, y además añado negritas, que mola más.
La idea de Slack es reemplazar al correo electrónico en esos ámbitos empresariales y evitar que la gente esté continuamente atenta a esos clientes de correo electrónico. Lo que no dicen es que al final cambias una dependencia por otra, y de hecho la mensajería puede ser más intrusiva que el correo, hay una sensación de «tengo que contestar a esto ya porque están viendo que estoy conectado» que no existe (al menos tan pronunciada) en el correo electrónico.
Esa es precisamente la base de la reflexión de Mossberg, que revelaba cómo nuestro mundo se ha convertido en un ruidoso carnaval de distracciones electrónicas. Cuando no son las notificaciones por los nuevos correos electrónicos lo son las que llegan por algún mensaje en WhatsApp, o en Slack, o en Telegram, o en Hipchat, o en Facebook Messenger, o en Facebook, o en Twitter, o en Snapchat o…
Ya me entedéis. La lista es infinita. Vivimos sometidos por las notificaciones. Somos víctimas de una tragedia muy 2.0: la de que podemos estar informados en todo momento de todo sin que realmente podamos prestar atención (de verdad) a nada. La cosa se agrava si tenemos en cuenta que las notificaciones llegan a todos nuestros dispositivos porque somos lo suficientemente estúpidos como aceptarlas en todos ellos y rendirnos a esa tiranía de las notificaciones.
Algunos no acaban de rendirse, claro. Yo acudo a temas como silenciar las dos pestañas eternas (WhatsApp y Gmail) que tengo en una de mis ventanas de Chrome, pero también tengo las notificaciones de Windows 10 bajo (cierto) control y solo admito las de Slack porque soy un profesional de tomo y lomo.
En el móvil la dieta de notificaciones es aún más rígida. Las únicas que se muestran son las de WhatsApp -aparte de las llamadas y SMS- pero es que además les presto poca atención y soy de los que ha llegado al zen no solo del ‘Don’t feed the troll‘, sino también de mi forma de utilizar el móvil. Para empezar, suelo tenerlo en silencio absoluto. La mayoría de los mensajes que llegan al móvil los veo tirando a tarde: si alguien quiere contactar conmigo puede llamarme, como diría aquel.
Es lo que comentaba antes al citarme a mí mismo con mi refinada prosa. El correo electrónico, ese invento del que soy fan absoluto, imponía cierta sensación de urgencia que había que dominar y domesticar. En el caso de las aplicaciones de mensajería la cosa ha pasado a un nivel absurdo: de repente la gente se indigna porque no le respondas de forma inmediata. El doble check es una de las pesadillas de nuestra realidad porque condiciona toda la conversación, pero es que lo mismo pasa con esas redes sociales en las que de repente uno se ve obligado a comentar, a intervenir, a hacer Like. Si no lo haces es que odias a la otra persona, y dios nos libre de que no nos importe un pimiento parte de lo que nos cuentan medios y personas varias, sean allegadas o no.
Y yo que me quejaba de las oficinas trampa. Qué tiempos aquellos en los que a uno sólo le distraían compis de trabajo o llamadas telefónicas. Era tan fácil ponerse unos cascos y disuadir al mundo… Buenos y viejos tiempos de distracciones cara a cara. Argh.
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Creía que yo era el único que tenía silenciada todas las notificaciones en el móvil en cuanto a sonidos. Si es una urgencia habrá llamada, si no, no es tan urgente.
Sobre el correo, para mi es clave por lo asíncrono y es que las redes sociales y apps de mensajería, además de obligarte a ser mucho más constante miando y respondiendo meten tal cantidad de ruido que hacen que se me quiten las ganas de usarlas.
Creo que somos unos cuantos, pero la mayoría están encantados con esas distracciones. Hay gente para todo, y eso es bueno.
Como viejo que eres entenderás como era mi oficina con un mail de tipo info@ para 10 personas, y tan felices. Como diría Marty McFly:
— ¡ Qué pasa en el futuro doc! ¿Nos volvemos gilipollas o qué?
😛 Esa es otra buena solución. Poco privada, pero solución 🙂
Uffff ahora entiendo lo que me han pedido montar en la empresa, que viejo soy y yo pensando que Parra que lo querrían ja ja ja.
¿Quieren Slack en tu empresa? A ver qué tal las pruebas, ojo que hay alternativas curiosas (Mattermost tiene buena pinta y puedes autohospedarla) y en Slack fuerzan un poquito a que uses la versión de pago porque la básica está bastante capadilla (historial de mensajes sobre todo).
Hola, me parece muy buen artículo para reflexionar sobre esto de ser esclavos del móvil. Me gustaría en la medida de lo posible un analisis de Telegram como mensajería instantánea frente al Rey WhatsApp y otras apps de mensajería. ¡Gracias!
Hola Emilio,
No soy experto en Telegram pero hace tiempo publiqué cosas como esta en Xataka, igual te sirve. Saludos!
Y se pone peor, inicialmente veía en el home office un privilegio pero he llegado a odiarlo, al grado de que volví a venir a trabajar a la oficina porque llegué a odiar estar en mi casa pues el trabajo nunca termina.
Y eso pasa con todas las nuevas tecnologías, somos sus esclavos, es muy complejo definir limites sin herir ciertas susceptibilidades que bien pueden valerte un sorbete pero no quita ciertas conversaciones complicadas.
Yo suelo usar el smartphone personal siempre en vibración y el del trabajo lo apago a los 15 min. de llegar a casa y lo enciendo en cuanto salgo de mi casa en la mañana, y en casa mi esposa y yo llegamos al acuerdo de no usar el smartphone a menos que fuese para hacer llamadas o contestar llamadas, hemos notado una mejor convivencia y mejores momentos con nuestra hija.
Saludos
Por cierto, estaría bien poder editar los comentarios porque acabo de notar lo redundante que es mi último párrafo.
Saludos
Yo creo que es cuestión de saber organizarse y repartir tiempos. Yo tuve ese problema al principio, pero luego me he ido adaptando y ahora estoy como pez en el agua. Mola lo de vuestros ratos de desconexión, me parecen buena idea… Yo no lo hago porque hago el caso justo al móvil, pero bien por esa técnica.
Lo de editar comentarios lo puedo hacer yo, pero dar opción en WordPress sin aplicar temas de membresía (entrar a Incognitosis con ususario y contraseña) creo que es muy difícil, y no quiero meterme en camisa de once varas. No te preocupes que se ha entendido bien y en esos casos puedo entrar yo con la tijera y el tipp-ex 😀
Al final llega un día que te das cuenta que te han robado la vida. Mails, mensajes, notificaciones a todas horas, cosas del curro 24 horas al día, 7 días a la semana.
Pasas por una fase de enamoramiento, subidón de adrenalina con el «siempre conectado» hasta que con el tiempo algunos descubren que ese ritmo no es lo suyo. (Al menos el mío)
Al final, notificaciones silenciadas, salvo las familiares y alguna honrosa excepción, correos a «demanda» propia, y modo «no molestar» de 22:00 a 7 horas.
Si algo es urgente, que llamen.
Y recuperas parte de tu vida. Yo noté por ejemplo que casi había dejado de leer, y gracias a esto recuperé mis ratos de lectura.
Y no es un hecho aislado, percibo que cada vez más gente se aplica auto regulaciones. Cuestión de supervivencia, supongo.
Puede que efectivamente esto sea una fase y el tema de las notificaciones tenga menos impacto en el futuro, quién sabe. Eso espero, por el bien de nuestra salud mental. Bien por tu decisión, ole.
Me ha encantado el post, pero me he sentido completamente identificado con Vincent. De hecho me ha hecho ilusión que tratéis este tema, que me lleva preocupando los últimos meses bastante.
Y es que estoy harto. Estoy harto de notificaciones varias, de distracciones tecnológicas. He tratado de leer al respecto, ya Paul Graham hace años hablaba de que la tecnología en general (internet, smartphones, etc…) tiene una aceleración en su proceso de adicción que es brutal.
En mi caso (trbaajo en oficina) lo he hablado con mi entorno (familiar y laboral) y me planteo hacer un «cold turkey» de smartphone, pasar a llevar un nokia de llamadas+sms y obviamente seguir trabajando con el ordenador, pero aquí las distracciones las tengo controladas ya que soy muy diligente cuando estoy frente a la pantalla. Mi problema es el smartphone, las constantes consultas al mismo, estar en una reunión y cogerlo para mirar x o y. Pero claro, llevar este plan a cabo puede acarrear problemas. ¿Cuál creéis que será el coste oportunidad de no tener whatsapp? Como todos decis, si algo es urgente, se llama. ¿Pero qué ocurrirá con esas amistades con las que vas hablando poco a poco por whatsapp y que mantienes contacto gracias a esta herramienta? ¿O aquellos que viven lejos con los que intercambias novedades y mensajes por fb?
No sé, creo sinceramente que somos ya varios los que nos vamos dando cuenta que hemos «involucionado» en algunos temas por culpa de un mal uso de la tecnología (yo cada vez leo menos, me distraigo más, muy probablemente sea menos productivo…) y no tengo problema en decir que dichosos aquellos que hayan encontrado un uso «responsable» del smartphone y de todas sus apps, permitiéndoles seguir siendo eficientes. Pero no es mi caso, y como quiero tener el control de mi tiempo y atención, tomaré medidas…
Cuanta razon tenes querido conocido-amigo del mini resort burgues… Somos un tarados de las notificaciones… en mi empresa nos han dado un dia para trabajar desde casa, lo hice un dia y no vuelvo a hacerlo… muchas distracciones-tentaciones, a la primera notificacion que entra de la red que sea me lio… en el curro en cambio como no esta bien visto el tener el movil en la mano pues «aguanto» mas tiempo en modo monotema…
Autocontrol, querido Conocido+, autocontrol 😉 Poco a poco se va logrando, ánimo con ello!