Bueno, pues ya está por aquí. Ya te la puedes llevar a casa. Previo pago, eso sí, de 699 euritos más los extras. Menudencias. Sobre todo cuando hablamos de un producto que es cabeza visible de una… ¿revolución?
Qué fuerte suena eso. Lo de revolución, digo. Internet fue una revolución. El smartphone, otra. ¿La realidad virtual, una revolución? Bueno, supongo que hay revoluciones y revoluciones, pero como en las dos que acabo de mencionar, los principios fueron tímidos. Y lo fueron a pesar de que esas revoluciones llevaban tiempo pochándose. Como las patatas de las buenas tortillas de ídem.
Internet no fue reconocida como revolución hasta mucho más tarde, y aunque con los smartphones la cosa fue mucho más rápida, llevábamos tiempo sospechando que los tiros podían ir por ahí. Por esos cacharritos pequeños pero juguetones.
Con Oculus Rift yo diría que la cosa aún está pochándose, aunque para quien guste de tortillas algo más cruditas, ya hay materia prima muy interesante, Lo había hace años, cuando las primeras versiones para desarrolladores ya nos mareaban -tengo vídeos jugosos míos y de la familia que no procede enseñar aquí- pero aún así nos dejaban asombrados. Hoy la cosa ya no asombra, claro: estamos hechos al concepto, así que asistir a una revolución rollo iPhone es difícil cuando no hay demasiados detalles que no conociéramos ya.
Los análisis que han aparecido en medios yanquis tampoco hablan precisamente de revoluciones. El de The New York Times -no confiaría mi decisión sobre algo así a un generalista, así que vamos mal- es especialmente crítico, e incluso penaliza algo tan estúpido como que para disfrutar de las Rift uno tenga que utilizar un PC. Decía el iluminao que firmaba aquello que ‘muchos podrían encontrarlo anacrónico‘. Y yo podría suavizar el calificativo, pero solo por esta frase me tengo que liberar. Este es gilipollas. Punto.
El resto de análisis que he leído son ciertamente conservadores y evitan anunciar revoluciones a bombo y platillo. Nada de parar las rotativas. Ya sabéis, “No empecemos a chuparnos las pollas todavía”, que diría el Sr. Lobo (con perdón del respetable). Hablan de potenciales revoluciones, de promesas de futuro, de que el rollito virtual este apunta maneras. De que habrá que esperar y de que esto es por el momento para jugones y para usuarios tempraneros. Con lo bien que queda decir early-adopters.
Pero claro, eso es lo que se decía cuando aparecieron internet o los smartphones. Puede que todo se quede en un bluf, pero a mí me da que esto va a ser tremendo. Preparaos para una tortillaca de patatas de las de toma pan y moja.
Y si no, al tiempo.
¿Unos euritos en honor al Sr. Lobo?
Pues yo la realidad virtual la acojo con muchas ganas pero también con algo de miedo. Muchas ganas porque se pueden hacer cosas muy chulas, pero miedo a que la realidad virtual consiga que se dejen de hacer videojuegos «de los de toda la vida». Sería una verdadera pena.
En cuanto a la revolución, no creo que se puede equiparar al smartphone o a Internet. Unos cambiaron nuestra forma de comunicarnos y acceder a la información, la realidad virtual cambiará quizás cómo consumimos el contenido. En cualquier caso, al ser una cosa para una sola persona, creo que en la mayoría de casos será solo un complemento.
No creo que haya peligro de que los juegos de toda la vida desaparezcan a corto plazo, pero sí creo que muchos podrían ganar una nueva dimensión si al final -como parece- acabas usando las gafas como pantalla para todo de modo que todo sea una experiencia más… personal.
Veremos cómo evoluciona, y aunque es mucho decir lo de que esté en la liga de internet o los smartphones, a mí me da que por ahí va a andar. Esto se pone interesante 🙂
Justamente el viernes pasado, en la oficina un compañero trajo unas Oculus de y todo el personal tuvimos la oportunidad de experimentar unos divertidos momentos VR, desde pilotar un X-Wing hasta experimentar como una araña subía por mi brazo (virtual). La VR es rotundamente un punto y aparte, un antes y un después, en lo que se refiere al entretenimiento «triple AAA», sin duda alguna tiene todas las papeletas de ser una revolución. La primera vez que la experimenté fue hace 24 años (!!!), en el stand de Rotovision en la Expo de Sevilla del año 92 y nunca lo olvidaré; aunque los gráficos ahora los calificaríamos de low-poly, eran tan 3D como los de ahora.
Solo un apunte, que podría ir en línea con el del ‘iluminado’ del The New York Times: cuando el hardware VR esté realmente maduro será cuando únicamente utilices su visor y todo el proceso de cálculo se realice EN el visor, del mismo modo que un smartphone no necesita estar conectado a una caja externa para funcionar. 😉
Sí, lo cierto es que las buenas experiencias VR son alucinantes y dejan entrever lo que puede dar de sí, que es muchísimo. Lo de las gafas con el todo incluido supongo que llegarán -de hecho las Hololens sí que integran todo en las gafas, aunque sea realidad aumentada, no virtual- pero tardarán, me temo, y aquí lo primero es que la experiencia sea lo más real posible primero. Y para eso vas a necesitar un PC potente durante bastante tiempo.
Si los dispositivos móviles han permitido la ubicuidad temporal, la VR y su convergencia con la realidad aumentada lo harán espacialmente.
Coincido en que los equipos de visualización correspondientes mantendrán su condición especializada de periféricos soportados por una unidad de proceso fija a corto plazo (1-3 años, tomando el testigo del 4K en entretenimiento) y móvil a medio plazo (3-10 años, de modo que pueda liberar el diseño de éstos respecto del actual dilema entre tamaño de la pantalla y portabilidad, para lo cuál las propia «gafas» deben mejorar en esta propiedad).
Finalmente, parecen el último eslabón antes de la conexión directa de sistemas informáticos a nuestro sistema nervioso a largo plazo, 10-30 años, lo cual les otorga una relevancia esencial dentro de los próximos avances tecnológicos, pero su maduración y las condiciones del mercado hacen que su influencia comience a ser significativa desde este momento, porque se abre la veda en la oferta de propuestas comerciales.
Uf, tus comentarios son duritos Tecaware, siempre me cuesta leerlos :/
No me pidas tanto en tan poco tiempo. De momento creo que he avanzado algo respecto de la extensión… Quizás estas nuevas tecnologías hagan más accesible la expresión a aquellos a los que nos que encorseta la linealidad del lenguaje verbal…
La interpretación que daba a tu artículo es que consideras la VR una tecnología trascendental, pese al escéptico acogimiento por otros medios de comunicación.
Mi pretensión era apoyar tu postura aventurándome a definir unos plazos, de tal modo que demostrase su miopía y lo relacionaba con los periféricos de salida a los que está llamada a sustituir: gafas por las incipientes pantallas 4K (omitía los de entrada: guantes por los jóvenes controles touch) y después destacaba el impacto que podía tener en los propios dispositivos móviles, lejos de lo que vaticinaba el citado medio, el cuál lo anclaba a estaciones de trabajo.
Finalmente, para reforzar aún más la relevancia de esta tecnología la consideraba último eslabón antes de la desaparición de los periféricos, una nueva interface que podrá facilitar la gestión de la complejidad y el dinamismo de nuestro entorno simbólico actual y próximo.
Madre mía. Te has vuelto a superar.
No se lo tengas en cuenta. Se ha hecho un maratón de Matrix este puente. 😀
Lo mejor es que el ingenuo intento de aclaración sólo ha redoblado la tortura…, pero se lo merece por instigador.
(en cualquier caso, tendremos ocasión de contrastar las previsiones…) ?
Me excedo hasta en los emojis… :|]
Claro, claro, veremos cómo avanza el tema. Saludos y gracias por comentar Tecaware! 😉
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