Hubo un tiempo en el que la Xbox presumía de poder ser conectada a otra Xbox mediante el llamado System Link para habilitar un singular modo de juego en red física. Los juegos en red no eran nada nuevo por entonces, y de hecho las LAN Parties eran ya legendarias gracias a juegos como el Doom -esas Doomeadas en la FI eran todo un acontecimiento- o al Quake.

La Xbox 360 heredó aquella capacidad y de hecho lo de llevarse el ordenador a casa de algún amiguete o lo de salir de finde con la panda y los PCs era ya un clásico. Aquello no era habitual, y por eso mismo era especial. El juego online estaba bien para el resto de ocasiones, pero lo de poder reirte en la cara de los amiguetes era distinto. Y esa capacidad se ha perdido casi por completo.

Lo contaba Ben Kuchera en un artículo reciente en Polygon en el que también se quejaba de cómo el juego online y la filosofía del juego progresivo -cuanto más juegas, más elementos adicionales consigues- acaba afectando a esas partidas online. En algunas partidas te encuentras no solo con esos cracks con los que no duras ni 10 segundos sin que por ejemplo te metan un tiro (virtual) entre ceja y ceja: también te encuentras con gente equipada con armas que son la pera limonera. Los algoritmos de matchmaking ayudan, pero no siempre logran que la partida sea igualada.

Hay opciones (y juegos, el Counter-Strike, con o sin Mapathy, sigue siendo absoluta referencia años después) para seguir disfrutando de estas fiestas en red -por una vez la traducción expresa bastante bien lo que indica el término sajón-, pero las cosas, como siempre, no son lo que eran. Para bien o para mal.

Sigh.