En The New York Times se publicaba hace unos días No Time to Think, una reflexión acerca de cómo los móviles son la excusa perfecta para evitar tener un ratito para nosotros mismos. Es un tema del que ya he hablado en el pasado (‘Ocupado‘) pero en esta ocasión la cosa es más peliaguda si cabe, porque los móviles, como decía, se han convertido en dispositivos peligrosos para echarle un vistazo de cuando en cuando a cómo nos va la vida.
Es algo derivado de aquello que también comentaba con aquel ‘Jamás hemos estado más solos‘ y con ese vídeo que dio la vuelta al mundo y que en realidad era algo tremendista. En el artículo del NYT la autora se queja de que la realidad patente que vivimos a diario: si por casualidad aparece un momento en el que hay oportunidad de pensar, inmediatamente echamos mano del smartphone para evitar tener que enfrentarnos a nuestros demonios.
En realidad la visión del NYT es también tremendista. Lo que hacemos hoy con el móvil en la sala de espera del dentista o en la cola del autobús es lo que antes hacíamos en esos mismos lugares, pero con una revista o un libro que nos llevásemos para la ocasión. Puede que el móvil haga que esa evasión sea más fácil, desde luego, pero al final persiste el mismo principio que existía cuando no había móviles.
El miedo a pensar.
Yo soy bastante de otro palo. De hecho sí que trato de aprovechar esos ratitos para mis pequeñas reflexiones, y afortunadamente -al menos en mi opinión- no soy nada esclavo del móvil. Me gusta poder tener esa oportunidad de procrastinar (qué palabra más fea y difícil de pronunciar, por cierto) con el móvil, pero no siempre saco partido de esa opción. A veces me gusta hacer esos balances de cómo va todo, o simplemente surgen temas de trabajo o familiares a los que darles una vuelta. Pero también está la otra alternativa, una que sólo los hombres podemos disfrutar: la de adentrarnos en nuestra caja de la nada.
Ni siquiera los móviles pueden con ella. Menos mal.
Últimamente tienes el punto filosófico subido…
Pero muy bueno todo… Nos hace pensar incluso cuando te leo con el móvil.