Imposible no hablar hoy sobre el anuncio realizado ayer por Satya Nadella que a su vez estuvo acompañado por el de Stephen Elop, responsable de la división de dispositivos de Microsoft.  Aquel memo de la semana pasada que Nadella dirigió a sus empleados era preludio de una ronda masiva de despidos que afectará nada menos que a 18.000 empleados de Microsoft: el 14,1% de su plantilla global.

12.500 de esos puestos se los cepilla Elop, que tras hundir Nokia y dejarla casi a punto de caramelo para Microsoft se ha convertido en uno de los peores ejecutivos de todos los tiempos. Cómo ha llegado hasta ese nivel directivo es algo que me asombra, y eso que yo estoy muy lejos de esas esferas. Algo más cerca está Om Malik, que hace una reflexión clara y contundente en su It is time to stop rewarding failure. Allí Malik (cuyo blog es inspiración total para el que estáis leyendo ahora tanto en forma como en fondo) se despacha a gusto con un directivo que ha logrado echar a la calle a más de 50.000 personas desde que llegó a Nokia.

Silicon Valley needs to look at baseball or football and see how professional sports teams treat their executives and star players. If you fail — you are shown the door.

Es curioso como esa política de «los resultados mandan» del fútbol en nuestro país -por ejemplo- tampoco se aplica aquí a la jerarquía empresarial, que medra gracias a todo menos a la validez real de esos ejecutivos. Los inútiles abundan, y esta filosofía que premia a los que fracasan no hace más que agravar el problema.

En el caso de Elop, esos fracasos son patentes -leed este perfil de uno de los ex-empleados de Microsoft para más señas-, pero su capacidad directiva vuelve a demostrarse en una carta a los empleados de la que The New York Magazine ha hecho sangre destacando que solo tras 10 párrafos de rollo empresarial Elop por fin suelta la bomba de los despidos, para luego seguir con tres párrafos más de discurso vacío. A esa crítica se le suma la de The Guardian con una frase final bastante clara («Apple y Samsung no tienen nada que temer«) despedida del post del NYM es, por supuesto, lógica:

Los despidos son trágicos y sin duda la parte más amarga de la historia, pero a ese desastre (mucho mayor de lo previsible) se le suma la decisión que Microsoft ha tomado con respecto a los Nokia X, los dispositivos con ese fork de Android adaptado al mundo Redmond (AOSP + servicios de Microsoft) que en mi opinión habían sido una de las sorpresas más refrescantes de este año en movilidad.

Pero los responsables de Microsoft, que en principio parecían apoyar esa gama -no en vano hace poco apareció el Nokia X2- ahora se aplican el cuento del «donde dije digo, digo Diego«, y anuncian que las gamas bajas irán también con Windows Phone. Symbian, Asha y Nokia X quedarán por tanto en el olvido.

No echaré de menos ninguna de las dos primeras, pero creo que Microsoft comete un error notable con la última. Sobre todo considerando el hecho de que Windows Phone sigue siendo una plataforma con una cuota modesta y defender un plan B como el que planteaba ese genial fork -ni siquiera Amazon podría competir con Microsoft en ese apartado, su versión de Android es mucho más limitada- podría allanar el camino en caso de que la plataforma móvil made in Redmond no cuajase de forma definitiva.

Hace semanas que tenía en mente un futuro post con una idea loca: la de que Microsoft desarrollase una ROM pública de su fork de Android y la hiciese compatible con los principales dispositivos del mercado. Incluso facilitar a los cocineros de ROMs todo lo necesario para que éstos trataran de ofrecer diversas versiones de esa ROM para otros dispositivos. ¿Os imagináis? Sin embargo, en lugar de eso prefieren apostarlo todo a una única carta. Mal.

Oportunidad perdida, señores de Microsoft. Oportunidad perdida.