Soy un futbolero venido a menos. Me gusta mucho más jugar que verlo, pero ya apenas hago una cosa o la otra. En el primer caso, por simple falta de tiempo y dificultad de reunir a gente suficiente. En el segundo, por el hecho de que en la mayoría de los casos el fútbol (me) aburre.
Este Mundial 2014 es la perfecta demostración de ello. Creo que es el Mundial del que he visto más partidos, pero pocos han valido realmente la pena. No ayuda que España haya hecho el ridículo -aunque eso haya quedado ensombrecido por la hecatombe final de Brasil- ni que el Mundial se haya convertido en una competición más en la que lo importante no es jugar, sino ganar. No se recordará a Inglaterra -de las pocas que quiso jugar, y así le fue-, por ejemplo, y sí a selecciones rácanas que han llegado más lejos de lo que deberían.
El mejor ejemplo fue el expuesto por Holanda y Argentina en una semifinal que podría pasar a la historia perfectamente como la más aburrida de todos los tiempos. Lo describía muy bien el periodista argentino Martín Caparrós en su columna Lo que somos:
[…] Lo que queremos no es jugar al fútbol, es ganar el Mundial. Que creemos que podemos ganarlo haciendo esto porque no creemos que podemos ganarlo haciendo lo otro: defendiendo porque no atacando, temiendo porque no asustando.
Y así, claro está, no hay quien vea un partido. Y en esas llegamos en unas horas a una final en la que Alemania parece a priori favorita por una propuesta más completa -aunque, recordemos, no fue capaz de ganar a Ghana-. Pero como demostró Argentina, el fútbol parece lo de menos. Así que de apostar, no sabría a quién hacerlo.
O quizás sí, porque ya se sabe, el fútbol se ha convertido en todo un filón para las casas de apuestas. Hemos visto cómo en los descansos de los partidos aparecían anuncios casi exclusivamente de las grandes casas de apuestas, y cómo el negocio que se genera alrededor de ese mercado es gigantesco.
De hecho, las predicciones sobre los resultados del mundial han sido tema recurrente ya no solo entre esas casas de apuestas o los diarios deportivos: los grandes medios tecnológicos e incluso financieros han querido presumir de motores predictivos. Como comentan en Streema, Bloomberg fue la que en principio más logró acertar en esa porra mundialista hasta la fecha de sus competidoras, y sorprende ver cómo el blog referente en ese nuevo «periodismo de datos», FiveThirtyEight, también intentó hacer valer sus algoritmos (por cierto, la presentación es espectacular). Google, por cierto, también ha acertado prácticamente todos los encuentros de la segunda fase.
Da igual. Todas ellas dieron a España como favorita, y todas fallaron, y ninguna de ellas dio como sorpresa a Costa Rica -de ahí su calificativo- y mira hasta dónde llegaron. Y sin embargo, la cosa se pone interesante cuando le echamos un vistazo al Pulpo Paul de estos mundiales, que en realidad ni siquiera era un organismo vivo.
La mejor predicción de todos los mundiales la ha realizado, mira tú por donde, Cortana. El asistente de voz de Windows Phone -detrás del cual hay un motor que ya tiene solera en otros tipos de predicciones- ha acertado todos y cada uno de casi todos los encuentros de la segunda fase -ayer falló el tercer y cuarto puesto-, y según «ella», Alemania es la favorita para alzarse con el título final. Yo, como digo, no apostaría a ninguna de las dos, porque si una cosa ha quedado patente en este mundial es, tristemente, que el fútbol es lo de menos.
Actualización: Pues afortunadamente, he abierto la boca más de la cuenta. Partidazo de ambas selecciones, cualquiera podía haber ganado. Felicidades, Alemania, lástima, Argentina. El fútbol esta vez no fue lo de menos. Ole.
Ya, en este mundial hubo muy poco fútbol de verdad, para decirte que el único partido que me gustó fue Inglaterra – Italia. Fue el partido más bonito de todo el mundial. Y las casas de apuestas tienen montado su negocio en torno al fútbol, como la FIFA.
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