Esta semana comenzaba escribiendo en Xataka un artículo sobre arkOS, una distribución Linux basada en Arch Linux y diseñada para los Raspberry Pi. El proyecto mola, y ofrece una gestión mucho más sencilla y clara de varias tareas servidoras. La idea es simple: con arkOS podremos usar un RPi como servidor web, de correo o de almacenamiento y sincronización de archivos, por ejemplo.
Eso es algo que hace mucho que puede hacerse, pero en arkOS se centran en facilitar la tarea tanto en la implantación como en la gestión. El joven creador del proyecto, no obstante, ha querido animar a la gente a que done dinero –quiere llegar a los 45.000 dólares, y va por buen camino– para poder dedicarse a tiempo completo a este proyecto. Y ahí está la dicotomía. El problema no es tanto que pida dinero por esa implicación total –algo respetable, por supuesto– sino que el proyecto en realidad acabe siendo Open Source y se nutra en realidad de miles de horas/persona invertidas en los proyectos que forman parte de esa distribución: Arch Linux, el kernel Linux, el servidor web Apache, WordPress, y ownCloud son algunos ejemplos. Ninguno de ellos pidió pasta para ser desarrollado y ahí están, creciendo sin pausa en prestaciones.
Es el problema del Open Source, que parece que todo el mundo tiene que contribuir por amor al arte. Hablaba de ello con acierto un blogger que ponía otro ejemplo, el de Ruby On Rails,
More than 3,000 people have committed man-decades, maybe even man-centuries, of work for free. Buying all that effort at market rates would have been hundreds of millions of dollars. Who would have been able to afford funding that?
Probablemente nadie. El Open Source quizás no necesite tanto campañas de financiación colectiva como cierto tipo de mecenazgo –en realidad, lo primero se acaba convirtiendo en lo segundo en estos casos–. La verdad es que es especialmente irónico que proyectos tan increíbles y de los cuales tenemos acceso al código, binarios y documentación no hayan compensado en nada a sus creadores.
Hay excepciones, desde luego, y lo cierto es que muchos desarrolladores «serios» del mundo Open Source están en realidad contratados por empresas del mundillo, pero eso no es lo normal, y la alternativa de la financiación colectiva cada vez atrae a más desarrolladores independientes de Open Source.
Un buen ejemplo lo tenemos en Ghost, ese gestor de contenidos ligero para bloggers que yo estoy probando con el dominio alternativo de Incognitosis (www.incognitosis.com, que va regulín) y que logró despegar gracias a su exitosa recaudación. Eso no ha impedido que unos meses después el acceso «solo para donantes» se haya convertido en un acceso universal. No solo al CMS en sí, sino a su código y a su documentación. Ese es el recorrido perfecto: logro captar interés, logro captar recaudación, y tras una etapa inicial para los inversores, el proyecto acaba adoptando todas las características de cualquier otro desarrollo Open Source.
Por cierto, acabo de darme cuenta de que ya hablé de este tema hace unos meses, pero las ideas no son del todo repetitivas –más bien complementarias– así que ahí lo dejo.
Hola Javi,
El enlace a Incognitosis, lo has puesto mal.
Un saludo
Gracias Javier 😉
Hola Javier:
Gracias por traer esta reflexión. Personalmente pienso que para que exista más Open Source, hace falta más implicación económica; más dinero.
Las fórmulas son variadas pero el dinero debería llegar. Muchos proyectos se abandonan porque sus iniciadores ya no pueden dedicarse a ellos. Una pena porque podrían pagar a otros para que los mantuvieran o desarrollaran. Y cosas así.
Por lo demás, matizaría las contribuciones gratuitas de WordPress y compañía. Desde luego, su código es accesible gratis. Eso nadie lo discute. Pero han sabido montar un modelo de negocio tremendo sobre el open source y el freeware. Cosa que no todo el mundo tiene tiempo de hacer o no está entre sus objetivos.
La gente suele tener tres motivaciones para hacer algo: a) Obtener una ventaja (Económica, reputacional…); b) evitar un mal; c) Por ideales.
El Open Source puede ser creado por cualquiera de dichas tres motivaciones. Si hay gente que lo hace por amor al arte, es fantástico pero no veo problema alguno en que otros pidan recursos. De hecho, creo que debería existir una plataforma especializada en crowdsourcing para el open source.
De esa forma avanzaría mucho más el empoderamiento ciudadano. A la vista, lo que ha sucedido con la NSA.
Un problema del open source es la falta de algunos interlocutores que certifiquen determinadas soluciones. O al menos una comunidad recognoscible que anime a empresas, administraciones y otros a emplear este sistema (Por ejemplo, el soporte que hay para OpenErp es increíble y Owncloud lo va consiguiendo; Zimbra de VMWare es otro…).
Disculpa si toco muchos palos pero el tema me lo ha suscitado. Un saludo,
Nada que disculpar. En todo caso, me disculpo yo: el filtro de spam de los comentarios está raro desde hace tiempo y hasta que no lo miro (a veces se me olvida) se traga algunos como el tuyo. Gracias por la reflexión!!