Hace tiempo que estamos asistiendo a un curioso fenómeno en diversos desarrollos software, sobre todo aquellos que están dentro de la filosofía Open Source. Se trata de la versionitis, esa enfermedad que hace que numerar versiones de forma algo extraña y redondearlas para hacerlas «más relevantes» aparentemente cree cierta confusión entre los usuarios.
El último ejemplo lo tenemos en el kernel Linux 3.0, que Linus Torvalds anunció hace un par de días tras un pequeño retraso de última hora y que, curiosamente, no aporta novedades importantes -aunque en The H Open difieren-. De hecho, la única novedad destacada del kernel Linux 3.0 es su número de versión. Linus sencillamente se había cansado de la familia 2.6.x:
I decided to just bite the bullet, and call the next version 3.0. It will get released close enough to the 20-year mark, which is excuse enough for me, although honestly, the real reason is just that I can no longe rcomfortably count as high as 40.
El debate sobre si el salto al kernel 3.0 estaba justificado o no está servido. En mi opinión lo ideal hubiera sido lanzarlo coincidiendo con la fecha de nacimiento del núcleo Linux (aunque ni siquiera esa fecha está del todo clara, y hay tres posibilidades), pero al final Linus se cansó de las versiones 2.6.x y decidió realizar el cambio ya.
Lo cierto es que el número de versión ya no parece demasiado importante. Y eso es un síntoma de estos tiempos frenéticos, en los que Chrome ya anda por la versión 13, Firefox por la 8 e incluso las distros Linux se replantean su sistema de numeración. Ubuntu parece haber acertado con su esquema aa.mm (año con dos dígitos, mes con dos dígitos), porque hasta que no pasemos de siglo no se tendrán que preocupar de repetir versión.