Tecnología

Rapleaf y la privacidad, o como Google no es la única a la que temer

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En este mundo binario en el que muchos nos movemos hoy en día está claro que para disfrutar a tope de las posibilidades que brinda la red de redes hay que hacer un pequeño gran sacrificio: el de nuestra privacidad. Porque o nos convertimos en unos paranoicos y nos aislamos del mundo mundial -o bien actuamos con una cuidada identidad falsa, anónima y ultraprotegida- o bien aceptamos las reglas del juego y lidiamos con los riesgos.

Que son muchos, por supuesto. No me extraña que muchos usuarios se preocupen por sus datos y su privacidad online, porque la inmensa mayoría de las empresas que ofrecen sus servicios en la red de redes lo hacen abogando por la privacidad de los usuarios en público, pero aprovechando esa valiosa información para todo tipo de propósitos. Google, por ejemplo, hace uso de nuestras sesiones de navegación, búsquedas y actividad en Internet para presentarnos publicidad contextual «interesante» para nosotros, pero obviamente no es la única opción de este monstruo de Internet.

Google no es el único ejemplo: las redes sociales como Facebook -y en especial Facebook- han tenido muchos problemas con la gestión de la privacidad, pero a pesar de ello los usuarios siguen cayendo presa de sus prestaciones y acaban cediéndole a este servicio una cantidad de información asombrosa sobre ellos mismos: datos personales, fotos, contactos… Todo acaba formando parte de una inmensa base de datos que a saber para qué puede acabar sirviendo.

Pero a ellos se ha unido otro jugador que demuestra que tal y como funciona Internet tenemos que aceptar que nuestros datos ya forman parte de muchas bases de datos. Su nombre: Rapleaf.

La empresa se hizo famosa tras el teórico fallo de seguridad de Facebook -que no lo era- y que destacaba el hecho de que ciertos datos de los usuarios se transmitían cuando estos hacían uso de ciertas aplicaciones en la red social.

Una de las empresas que precisamente hacían uso de dicha información es Rapleaf, que tiene una única y miedítica tarea:

«By accessing its database of 378,968,953 consumer email profiles, banks, retailers, and anti-fraud firms (all of which it counts among its clients) Rapleaf can quickly confirm legitimate customers and weed out scammers, cutting verification costs and improving the user experience. €œCompanies spend as much as $100 getting customers to their site. The goal is to filter out the bad people and keep as many good people as possible,€ (Joel) Jewitt (Rapleaf€™s VP of Business Development) says. €œIf a customer€™s email address is attached to three or four social networking sites with 300 friends, the email likely isn€™t fake and the retailer can put that person in the €˜good€™ pile.€

O lo que es lo mismo: Rapleaf permite que una empresa le mande una lista con direcciones de correo que ha recolectado (o conseguido de cualquier forma), para que a continuación ellos le digan cuáles de esas direcciones de correo corresponden a usuarios reales.

Teniendo en cuenta que muchos usuarios rellenan registros de todo tipo con identidades falsas, esa información y ese filtro que proporciona Rapleaf es realmente interesante para las empresas que luego quieren enviar newsletters, publicidad y cualquier tipo de mensajes a esos destinatarios. Pero lo realmente acojonante es cómo consigue Rapleaf saber qué direcciones son buenas y qué otras direcciones son falsas.

Porque ellos no hacen nada. Nosotros les hacemos todo el trabajo.

Lo explican en GigaOM en otro artículo brillante -cada vez me gusta más esta publicación- en el que comentan cómo se pusieron en contacto con Rapleaf para que ellos mismos les explicasen como trabajan:

The company has built a database by crawling the web, looking for connections and building profiles based on their own technology. €œLike Google, we crawl publicly available data on the web €“ as long as robots.txt allows search engines like us to crawl (we stop crawling if people disallow search engines),» CEO Auren Hoffman emailed.

No necesitan buscar esas direcciones: un webcrawler se encarga de irlas recolectando porque, atención, amigos míos, no hacéis más que dejar vuestras direcciones de correo electrónico por todas partes.

Pero es que además de ello Rapleaf analiza la actividad de esas direcciones. Dónde se han utilizado, si coinciden contactos en varios servicios asociados en esas cuentas, y otra serie de parámetros que les permiten saber que una dirección de correo electrónico es realmente válida y corresponde a un usuario real que la utiliza habitualmente.

Como también indican en GigaOM, Rapleaf no está haciendo nada ilegal: la información está ahí, y solo la organizan y la filtran. Y con ello logran poner en marcha un servicio fantástico para todo tipo de empresas y entidades que buscan una audiencia real:

For a marketer, or even someone trying to hit you up for business, this is pretty relevant data, for it allows them to target a customer and connect them socially. In another scenario, you can buy an email list of a million addresses for $1000, check them against Rapleaf and end up with about 10,000 emails worth targeting. That€™s a pretty good deal.

Ya lo creo que es un buen negocio. Por cierto: podéis comprobar si estáis en sus bases de datos para borrar todos los datos que tengan de vosotros… pero para hacerlo, primero tendréis que crear una cuenta en Rapleaf. Toma.

Qué-mie-di-to.

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2 comentarios en “Rapleaf y la privacidad, o como Google no es la única a la que temer

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