Tras un finde de setas, cumples y vistas desde sillas dignas de reyes (¡pipi!) he podido dormir más de lo acostumbrado porque… ¡estoy de vacas! De hecho, esa ha sido la razón de que casi no postease hoy. Las próximas dos semanas estaban reservaditas desde el verano (cogí pocos días entonces) así que me tocaré el pie, viajaré a altas cumbres y trataré de adelantar algunos temas pendientes. Y entre ellos, hoy tocaba hacer un poquito de investigación en temas Linux.

Por ejemplo, la SUSE 10.2 ya está a punto de caramelo, porque antes de ayer – creo – ya salió la edición GM (Gold Master, la RTM de SUSE) a la que seguirá en pocos días (el jueves) la versión totalmente final. Yo he estado trasteando con Edgy Eft, la polémica 6.10 de Ubuntu que muchos critican porque de Edgy (a la última) no tiene demasiado. No era mi propósito, porque mi idea era instalarla en un disco duro externo USB. Y aunque hay tutos por ahí, lo cierto es que se me ha resistido más de la cuenta, pero al final la cosa funciona.

La idea es la de poder contar con un disco duro pequeñito que me sirva para llevarlo a cualquier lado y en el que pueda tener mi instancia del sistema operativo con aplicaciones que yo utilice. El único requisito, que la máquina a la que lo conecte pueda arrancar desde un dispositivo conectado al puerto USB, algo que las BIOS de última generación sí posibilitan, pero que máquinas de hace un par de años o más tienen algunos problemas en poder hacer. No obstante, resulta una idea interesante que compite, cómo no, con distribuciones como Damn Small Linux, que como algunas otras permite instalar en una llave USB una distribución muy funcional que sorprendería a más de uno.

Linux mola. O al menos, cuando consigues que funcione. 😉