Yo no creo en la lotería de Navidad. Ni en ninguna lotería. Soy loterinóstico. Hablaba de ello hace años en ‘21 euros‘ —el post es bastante chulo, la verdad— y citaba allí una analogía súper curiosa que alguien había escrito en el libro ‘La conquista del azar‘:
Juan tiene un amigo, de quien no dice ni el sexo, que vive en Girona, al que hace tiempo que no ve (ya ni conoce su dirección actual) y que en el último encuentro que ambos tuvieron prometió que le mandaría ese libro que tanto le gusta. Hace unos días encontró a otro amigo, Luis, quien le comenta que se va de viaje a Girona. A Juan le vuelven los fantasmas de su promesa incumplida y le da a Luis el libro para su amigo. Para no estropearlo, Luis lo mete dentro de un gran sobre y parte hacia Girona. Al llegar allí deja el coche en una calle en la que por fin encuentra aparcamiento, sale y a la primera persona que ve le entrega el sobre:
“Toma, el libro que te envía tu amigo Juan de Zaragoza.”
Y aquella persona encontrada al azar le contesta:
“¡Qué bien que se haya acordado! ¡Hacía años que lo esperaba!”
Por más que nos aseguren que esta historia es cierta, resulta increíble que ésa sea justamente la persona a la que buscaba, ¿no? Bueno, pues la probabilidad de que suceda es algo mayor de la que a cualquiera de nosotros que hayamos comprado un décimo de lotería nos toque con ese número el Gordo de Navidad.
(He utilizado Girona en vez de Ciudad Real, como venía en el texto inicial, porque Girona tiene censados 96113 habitantes según este enlace, y en la actualidad se venden 100000 números.)
Ahí lo tenéis. Es facilísimo que toque. En casa nos da igual, porque seguimos jugando un año tras otro. «¿Pero Javipas, no habías dicho que eras loterinóstico?«, me diréis. Pues sí, pero Sally no, y mi misión en la vida es hacer feliz a Sally 😉 así que todos los años compramos varios décimos. Cuatro, cinco, no más. Siempre alguno con amigos —se me acaba de ocurrir historia de Harry y Sally basada en eso— y casi siempre alguno del trabajo porque ya se sabe lo que pasa si toca en el trabajo y no has comprado. La risa.
Pero jamás nos ha tocado gran cosa. Precisamente la historia de Harry y Sally irá de eso —os adelanto ya título: «Harry&Sally y la pedrea»— y varios reintegros. Me gustaría tener una Excel con lo invertido y lo recuperado, pero casi mejor no tenerla, porque seguramente me echaría a llorar.
Sobre todo porque lo que tenía que haber hecho todos estos años es invertir esos 20 euros, o 40, o lo que fueran, en bitcoin. Me dice ChatGPT que si lo hubiera hecho (pongamos 40 euros, venga) desde que ella y yo nos juntásemos —antes de que aparecieran los bitcoins— y por ejemplo hubiera descubierto los bitcoins en 2011, ahora tendría según ChatGPT 13,42 BTC, que al cambio actual —y bitcoin ha caído un porrón, amigos, esto no es recomendación de compra, yo solo lo digo— serían 1,18 millones de euros.

No sé si el cálculo está bien (con Gemini 3 Pro salen 1,32 millones de euros), pero así visto en diagonal me cuadra bastante. Pero claro, tendría que haber apostado desde casi el principio. Si hubiera esperado un par de años la cifra bajaría mucho (por ejemplo, desde 2013, 29.744 euros), pero ya nos acercaríamos a un tercer premio de la lotería de Navidad, que ahora mismo recibe 50.100 euros al décimo.
Pero claro, me hubiera perdido toda esa emoción de compartir con los amigos o de comentar en el trabajo. Y por supuesto de vivir esos momentos vibrantes cuando los niños cantan los premios y luego ves que ni siquiera la terminación pero oye, te ríes porque hay unos 40 millones de personas en España que están igual que tú y eso consuela 40 millones de veces, que es un huevo.
No sé. Yo creo que soy gilipollas. Otra vez.

jajaja, me he reído con el final del post.
Nunca he sido muy jugón a esto de la lotería de Navidad, pero sí que solía comprar algún décimo.
Ahora ya no compro ni el de la empresa. Cierto es que 20€ no me van a sacar de pobre pero prefiero tirarlos/invertirlos en otra cosa.