Si me leéis desde hace tiempo sabréis que tengo una pequeña obsesión con los monitores. He ido pasando de un 1200p a un 1440p —qué historiaza aquella del monitor chinorri— y, por fin, a mi Dell UP2715K. Llevo con mi monitor 5K desde 2017, y es una de las mejores inversiones informáticas que he hecho en mi vida.
Pero uno siempre quiere un poquito más, y yo no me quedé precisamente quietecito. Gracias a mi trabajo en Xataka pude probar el Samsung Odyssey G9 y llegué a probar una tele LG C2 OLED como monitor. Ambos productos eran maravillosos, pero no eran para mí.
Seguí buscando sin éxito. Cuando Apple sacó su (absurdamente caro) Pro Display XDR de 32″ con resolución 6K pensé que otros fabricantes se lanzarían a fabricar sus propios monitores 6K, pero no fue así. Solo Dell hizo algún experimento con un monitor exagerado como el UP3218K, pero luego sacó el U3224KB que precisamente parecía una buena alternativa al Pro Display XDR. El problema: seguía (y sigue) siendo muy caro, porque aún hoy se acerca a los 3.000 dólares.
Así se quedó la cosa hasta que este año vi que ASUS anunciaba un ProArt Display PA32QCV que tenía pintón. De nuevo 32 pulgadas y de nuevo 6K, pero, por lo visto, sensiblemente más barato que el de Apple. Estuve oteándolo los meses siguientes pero como suele pasar con los anuncios del CES, una cosa es anunciarlos y otra muy distinta es que los productos estén a la venta.

Por fin este otoño comencé a verlos disponibles, lo comenté con mis compañeros y tratamos de ponernos en contacto con ASUS. Hubo suerte, y hace unas semanas enviaron el monitor a casa para que lo probáramos. El resultado de dicha prueba fue este artículo, más «experiencial» que análisis, en Xataka.
Allí lo cuento con más detalle pero aquí puedo ir al grano: yo pensé que las 32 pulgadas (31,5 en realidad) y la resolución 6K iban a ser como un soplo de aire fresco, pero ¿sabéis qué?
Que no.
De hecho, me pareció un absoluto más de lo mismo. Cierto que en mi caso ganaba casi cinco pulgadas y también había un aumento de resolución interesante (de 5.120 x .2880 a 6.016 x 3.384 px), pero una vez con todo montado, la diferencia en la experiencia de usuario era casi nula. Como trabajo con dos ventanas enfrentadas lo único que ganaba era que fueran algo más anchas y altas, pero sin que la mejora en productividad fuese apreciable. De hecho probé a enfrentar tres ventanas de navegador y no dos, pero esas ventanas eran demasiado «estrechas» y esa configuración no me convencía.
Luego había otras cosas: el panel mate no me convence, y si hay que hacer upgrade de monitor y la resolución tampoco es tan llamativa, lo ideal sería tener más tasa de refresco. Pues no en este caso, porque solo soporta 60 Hz. Bajón pero claro, ir a un monitor más capaz hubiera encarecido mucho el producto.
¿Resultado? Pues una decepción parcial. El monitor estaba muy bien, pero no era para mí. Si uno parte de un monitor 4K (o uno con resolución inferior) notará un cambio mucho más claro, pero el paso de 5K a 6K fue para mí un absoluto y total meh.
En realidad fue una buena noticia: me ahorro los 1.400-1.600 euros que cuesta el monitor de ASUS, y quizás me decida así a pillar esas Galaxy XR que me siguen tentando pero que sigo considerando un absoluto caprichazo. Estoy leyendo todo lo que puedo sobre ellas y cuando más leo lamentablemente más cuenta me doy de que son eso, un caprichazo, así que hoy por hoy dudo mucho que las pille.
Y aun así… 😉
