Hace poco, como quien no quiere la cosa, me puse a ver ‘Acoso’ (Disclosure, 1994, Barry Levinson). La echaban en TCM y de repente me dieron unas ganas enormes de revisitarla. La idea original, seré sincero aquí, era ver de nuevo a Demi Moore, que estaba estupendísima en esa época, en plan tigresa. El póster, digno de una película porno en toda regla, fue el gran reclamo de una película que funcionó bastante bien en taquilla.
Aquí toca decir que Michael Douglas fue un actor bastante avispillas a la hora de elegir sus películas, porque compartió cartel con actrices de muy buen ver. Kathleen Turner estaba bastante estupenda también en ‘Tras el corazón verde’ y en ‘La joya del Nilo’ (las pelis son patéticas, Sally y yo las revisitamos recientemente). Annette Benning, con la que hizo ‘El presidente y Miss Wade’ (la peli también flojísima) siempre me pareció espectacular —pocas actrices hubo más guapas con el pelo cortito—. Melanie Griffith (‘Resplandor en la oscuridad’, cero memorable) no estaba nada mal, aunque por supuesto en el primer puesto de actrices coprotagonistas tenemos a Sharon Stone, que vaya tela en ‘Instinto básico’. Pero claro, nada supera a que se casase con Catherine Zeta-Jones. Lo dicho. Menudo avispillas.
Pero más allá del talento de estos actores a la hora de actuar o a la de elegir a sus partenaires, la peli —basada en una novela de Michael Crichton, de eso no me acordaba— es un monumento al friquismo tecnológico. Me pareció sencillamente alucinante por los cacharritos que salen y por cómo imaginó tecnologías de futuro como la realidad virtual, el correo electrónico o internet.

O incluso, ya puestos, la movilidad. Michael Douglas ya es famoso por usar el primer teléfono móvil de la historia, el Motorola DynaTAC 8000X, en ‘Wall Street’ (1987), pero aquí fue un poco más allá y usó uno que ni siquiera existía, un simulacro de producto real que daba un poco el pego y que era de una empresa ficticia llamada Digicom. Lo que molaba era que empeza a teclear el apellido de un contacto y al poco aparecía el nombre completo.

Pero a mí me encantó ver especialmente las estaciones de trabajo Silicon Graphics Indy en la película. En aquella época Silicon Graphics era famosa por proporcionar máquinas para entornos profesionales de diseño y producción, especialmente para diseño 3D y efectos especiales, y su sistema operativo, IRIX era una versión comercial de UNIX que molaba un porrón. En aquell momento Linux apenas había empezado a ser conocido, pero por hacer una analogía, es como si Linux fuese un 600 e IRIX fuese un Porsche.

Y a pesar de ello, en la peli no muestran esa interfaz, y en lugar de eso diseñaron una especie de escritorio en el que lo esencial era el correo electrónico, con una interfaz terrible (sobres en blanco sin mostrar nombres o asunto del mensaje) que era muy de ‘Jurassic Park’, donde se usaron y donde la niña pronuncia aquellas famosas palabras de «¡Es un sistema Unix, lo conozco!». Aquí, como digo la interfaz es un frankenstein que supongo que usaron por temas de licencias. No entiendo qué problema había, porque desde luego se ve claramente que las máquinas son de Silicon Graphics.

El caso es que durante varios momentos de la película se ven algunas ideas curiosas y terribles de aquella interfaz, que no tenía una consola al uso pero que permitía videollamadas bastante majas (de nuevo, con una interfaz horrorosa) y ejecutar comandos «parecidos» a los reales como quién era (whois) un usuario con cierta dirección de correo.


Hay también un momento en el que Michael Douglas tiene que buscar información en internet y acceder a un periódico. En la interfaz aparecen tres (Seattle Post-Intelligencer, The New York Times y U.P.I. —a saber—) además de iconos de acceso a esa sección de noticias, el tiempo, eventos y deportes. Como diseño de portal de internet en 1994, uf.
Pero claro, luego llegamos al momento álgido de la peli, y ahí es donde Michael Douglas tiene que averiguar algo y la única forma de hacerlo es usar el prototipo de sistema de realidad virtual de la empresa. Antes, por cierto, lo muestran con más detalle cuando lo usa uno de los directivos implicados en la trama. Fijaos: el diseño no dista mucho de las Vision Pro. Qué curioso cómo al final todos se copian de todos y de todo.

Diría que esas imágenes se acercan bastante a la tecnología de la época en cuanto a diseño, aunque obviamente las experiencias de RV que se ofrecían eran mucho más limitadas de las que se muestran.

Pero es curioso cómo algunas ideas han acabado adaptándose a nuestra época. Por ejemplo, la superficie sobre la que «anda» Michael Douglas existe en la realidad hoy en día —Virtuix hace una pintona, por ejemplo—.

También me resultó gracioso —y horroroso— cómo aparece el «avatar» de Demi Moore cuando ella se conecta para borrar ficheros y Michael Douglas lo está viendo en ese entorno virtual. Aunque terrible como implementación, la idea no se aleja tanto de lo que Mark Zuckerberg nos propuso con su metaverso hace poco.
Lo que nadie parece comentar era algo que era impensable en aquella época: ese sistema de realidad virtual tenía integrado un chatbot de inteligencia artificial con avatar 3D y todo. Era el «ángel» que asistía a los usuarios si tenían problemas, pero es que hablaba con el usuario como si nada, con lenguaje natural, comprendiendo la intención y objetivo de cada pregunta para ofrecer respuesta.

Eso es algo que solo ahora estamos viendo con los chatbots de IA generativa, y aunque lo plantean como una «commodity», algo ya resuelto en ese momento tecnológico, la realidad es que hemos tardado más de 30 años en acercarnos a algo así. Me encantan estas visiones tecnológicas de futuro autocumplidas. Al final de la peli, por cierto, hay un homenaje al fax, ahora casi desaparecido pero que en el 94 aún no había sido asesinado del todo por el e-mail, los PDFs y las impresoras láser. No le quedaba mucho.
La verdad es que me encantó revisitar la peli. El tema es además muy de los 90 —ahora sería impensable hacer una peli así, en todo caso el acoso sería al revés—, pero a mí me conquistaron todas esas referencias tecnológicas. Lo «cotidiano» de entonces —usar una SGI Indy no lo era del todo, pero ya me entendéis— sirve como recordatorio de lo mucho que hemos avanzado.
Por si queréis extenderos en la lectura de esos temas con esa perspectiva retro, al buscar información para este post me encontré con cuatro sorpresas estupendas. La primera, la historia del auge y caída de Silicon Graphics. La segunda, un foro de usuarios que siguen siendo fans de estas máquinas. La tercera, un fantástico reportaje de The Verge sobre los orígenes y evolución de la realidad virtual. No encuentro de qué fecha es, pero debió publicarse hacia 2015, porque Oculus ya era de Meta y lo mencionan. La última es la crítica de la peli en The New York Times, pero con un enfoque claro a la tecnología que mostraba. Todos los temas son estupendos, así que os los recomiendo. Disfrutadlos.