Tecnología

Cómo escribí ‘Suscriptocracia’ (no fue en Word)

Tengo pendientes varias entradas hablando un poco de cosas que he aprendido al escribir ‘Suscriptocracia‘. Una de las primeras es la que me llevó a elegir la aplicación con la que de hecho acabé escribiendo el libro. Esto no es una historia bonita.

Es una historia de procrastinación.

Y lo es porque durante bastante tiempo —diría que semanas, quizás un par de meses— estuve tratando de decidir cuál iba a ser la herramienta con la que iba a escribir el libro. No en escribirlo, no. En saber cómo iba a escribirlo. Yo no quería un martillo cualquiera, no. Quería EL martillo. Al menos, MI martillo. Y no lo encontraba.

Para empezar, los que ya hayáis comprado el libro os habréis dado cuenta de que tiene muchas citas. Muchísimas. Desde el principio mi intención fue escribir el libro casi como escribo mis temas aquí o en Xataka: con un montón de enlaces. Y en los libros no hay hiperenlaces, pero al menos hay citas. Y hay dos grandes tipos de citas: las que van a pie de página (footnotes), o las que van al final del capítulo o incluso del libro (endnotes). Lo de los nombres en inglés tiene su miga, ya veréis.

El caso es que me emocioné con las citas, la verdad. Me pasé tres pueblos. En ocasiones hay tantas en una página que al final casi ocupaba más el texto de las citas que el propio texto del libro. Aquello no quedaba bien, así que decidí que mejor ponerlas todas al final, pero el problema que quería disponer de una herramienta que hiciera esto fácil, y no la encontraba.

Y no la encontraba porque quería una herramienta limpita y que me dejara escribir en modo libre de distracciones. Aquí es cuando me decís que hay un montón de alternativas de editores de texto con ese modo. Y los hay, pero ninguno me acababa de convencer. Probé incluso las versiones de evaluación de iA Writer y de Ulysses para macOS, pero no me acabaron de atrapar. Durante unas semanas incluso usé Ghostwriter en Windows y creí que había encontrado al fin MI herramienta, pero tenía un problema con las malditas citas. Muchas de estas herramientas están pensadas para escribir en Markdown, un «lenguaje» de edición de textos estupendo para algunas cosas como su conversión a formatos tipo ePub, pero que a mí no me inspiraba para escribir un libro. Yo quería ver las palabras como las vería en el libro, no con almohadillitas y un formato como muy «binario». No me molaba.

Escribir en Markdown y luego ver el resultado no está mal, pero no es lo mío.

No era fácil convertirlas en citas al final del libro, y no quería usar citas a pie de página. Estuve investigando y probando mucho (pero mucho, demasiado) en cómo hacerlo con utilidades súper friquis como Pandoc, que es maravillosa pero que casi te obliga a sacarte una ingeniería extra. Al menos, para gestionar el tema de los endnotes y footnotes, que aquí se podía hacer con mucho trabajo. El resultado era prometedor, pero daba demasiado curro y no estaba seguro de que al final saliese todo como yo quería. Incluso pregunté en StackExchange (18 de enero de 2023, ahí estaba patateando con esto) y probé a usar ChatGPT en aquel entonces para resolver los problemas. Aunque avancé, no lograba del todo lo que quería. En Pandoc puedes hacer virguerías, pero yo no las necesitaba: yo quería una herramienta sencilla que me permitiera escribir sin (muchas) distracciones y que me pusiera fácil lo de las malditas citas. Y no daba con ella.

Hasta me planteé escribir el libro en Word, que sí tiene soporte bastante bueno para este tipo de cosas, o en LibreOffice, que también da la opción. Pero una vez más, no me sentía cómodo con estos procesadores de texto. No me inspiraban. Me ponía delante del ordenador y estaba como inquieto. Incómodo. Parece una tontería, pero era así. No me apetecía escribir con estas aplicaciones.

Pero por fin descubrí, no recuerdo cómo, una plataforma que está precisamente pensada para escritores y que ofrecía justo lo que yo necesitaba. Se llama Reedsy, y aunque está pensada para escritores en inglés, es perfectamente compatible con otros idiomas como el español.

Reedsy tiene dos grandes apartados. El primero, el dedicado a escribir, que es el que yo usé. La herramienta me gustó porque es muy WYSIWYG, con una interfaz en la que tienes a un lado y a otro «cosas» y herramietnas, pero que puedes ocultar para dedicarte a escribir y ya. Limpita y clara, muy como escribo en Incognitosis. Perfecta.

Y luego está el dedicado a publicar, y que está lleno de opciones para contratar a gente que te revise el texto, te lo edite, te lo maquete o te diseñe la portada. Es un mercado de gente metida en el mundo de la autopublicación que está ahí a tu disposición por su quieres usarlos. Yo no usé esa parte porque todo acabé haciéndolo por mi cuenta, pero ciertamente la opción es estupenda para mucha gente.

Lo cierto es que en cuanto descubrí Reedsy y vi que tenía esas dos opciones (limpito, gestión de citas/notas) tuve claro que sería un buen candidato para mí. Además Reedsy da muchas facilidades para exportar el libro en cualquier momento, pudiéndolo hacer en PDF (con distintos tamaños estándar, en mi caso 5,5 x 8,5″), en ePub e incluso en Word (.docx), que precisamente es el que acabé teniendo que usar para la fase final: publicarlo en Kindle Direct Publishing (KDP).

Esto último es un proceso algo feote con la herramienta nativa de Amazon, Kindle Create, pero de nuevo hay alternativas prometedoras para quien se quiera gastar la pasta. Atticus y Vellum están entre las más conocidas, pero hay más. Ambas ofrecen desde luego más opciones (Kindle Create es sorprendentemente limitado y algo cutre), pero lo cierto es que yo me acabé apañando bien con lo de Amazon. Y por supuesto hay decenas de herramientas para escritores, como la célebre Scrivener, muy pensada para poder además «organizar» tu libro (notas, personajes, capítulos, escenarios) si escribes ficción.

Seguro que conocéis muchas más, tanto más potentes como más minimalistas, pero en ese pequeño viaje me sorprendió descubrir precisamente eso: que para escribir un libro, al menos en mi caso, la herramienta era más importante de lo que pensé jamás.

Bien por Reedsy.

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