Tecnología

Nadie ha cambiado el mundo trabajando 40 horas a la semana

Estos días me estoy leyendo ‘The Founders’ (9,99 euros en versión Kindle en Amazon), un libro que me está gustando mucho y que cuenta la historia de PayPal.

No llevo aún ni la cuarta parte, pero de todas estas intrahistorias de las Big Tech actuales y pasadas me fascinan especialmente los orígenes. ¿Y sabéis cuál es el ingrediente común de todas quienes curraron en esas empresas al principio?

Que vivían para trabajar.

Lo hicieron Peter Thiel y su equipo en Confinity, y también Musk y los suyos en X.com (la de antes, no la de ahora). El autor del libro, Jimmy Soni, recalca mucho eso y cita una y otra vez cómo la gente prácticamente no dormía porque tenían cierta fecha límite para lanzar el producto y había un montón de cosas que no funcionaban antes. Y así semana tras semana. No tenían vida. O sí: su vida era la empresa.

Lo cierto es que envidio a esa gente. Respeto y entiendo esa forma de vivir, porque desde hace mucho, casi desde siempre, la mía es totalmente opuesta. La diferencia con ellos es que yo nunca encontré ese proyecto que me hiciera vivir para trabajar: no sentía que iba a cambiar el mundo ni creía con fé ciega en que mi labor iba a ser un hito para la humanidad.

Supongo que en eso influyen mucho los líderes de las empresas, y desde luego ocurre con Musk, que como cuentan en el libro ya tenía claro que lograba captar a la gente precisamente haciéndoles creer eso: que iban a cambiar el mundo. Y en PayPal, desde luego, lo cambiaron un poquito, como comenté muy brevemente hace tiempo en Xataka.

La mentalidad de Musk no ha cambiado desde entonces. Quien está con él, lo está a muerte. Vive para trabajar. Eso ha sido una constante en Tesla, en SpaceX o en X. En The Wall Street Journal publicaron un artículo en noviembre de 2018 en el que hablaban de lo duro que era trabajar allí bajo el mando de Musk: la exigencia era brutal, y hasta él lo comentaba en un perfil del mismo WSJ unos meses antes. El propio Musk acabó citando el primer artículo en noviembre, cuando se publicó, para decir una verdad verdadera:

Así es. (Probablemente) Nadie ha cambiado el mundo trabajando 40 horas a la semana. Quizá Messi, no sé. O los Reyes Magos. Pero más allá de eso, Musk tiene más razón que un santo. Puede ser un déspota, un capullo integral y un adicto al trabajo, pero tiene razón, insisto. Sobre todo cuando añadió esa coletilla en el siguiente tuit: «Pero si amas lo que haces, (la mayoría del tiempo) no tendrás la sensación de que es trabajo».

Yo recordaba que había dicho lo primero, pero no lo segundo. Y me hace gracia, porque es algo que defiendo a capa y espada, pero no como excusa para trabajar más, sino casi como filosofía de vida. Tanto es así que en el miniresort burgués lo tenemos pintado en la pared del despacho por si algún día se nos olvida. La prueba:

El caso es que como digo Elon ha sido súper consistente en esa forma de entender la vida. Una de las primeras medidas que tomó al llegar al poder en X fue la de eliminar el teletrabajo y despidió al 75% de la plantilla para luego exigir a los que se quedaran que, básicamente, vivieran para trabajar. Todos nos echamos las manos a la cabeza y supusimos que a Twitter le quedaban dos telediarios. No era posible dar servicio con tan poca gente. La plataforma acabaría rompiéndose por algún lado. Fijo.

Pues no. Eso no pasó, y os diré algo más: lo que hizo Musk probablemente despertó a muchos CEOs más «benevolentes», que se dieron cuenta de algo que no querían ver: sobraba gente en las empresas. Gente que cobraba dinerales y que como mucho calentaban el asiento. Y todos nos llevamos las manos a la cabeza de nuevo. Los despidos son una tragedia sí, pero me pregunto qué parte de esos despidos afectaron a gente válida y/o trabajadora —que por supuesto había— y qué parte afectó a caraduras que vivían como pachás.

Todo esto viene a cuenta de esas historias que han llegado en los últimos días sobre Amazon, donde Andy Jassy ha dejado claro que quiere a todo el mundo currando en la oficina todos los días porque lo del teletrabajo no pirula. Yo no opino como él: funciona en muchos casos, y si lo que importa es sacar el trabajo adelante, ¿qué importa si lo haces en la oficina de 9 a 5 o en una playa en horario caótico?

Leía ayer un artículo en el que además había un argumento singular para explicar qué estaba pasando y por qué tantas empresas querían erradicar el teletrabajo. No es por que teletrabajar sea malo para la productividad, qué va. Es porque las empresas han gastado y gastan mucho en oficinas, sean alquileres o propiedades. Es probablemente cierto, aunque creo que en ciertos casos también está claro que trabajar en un mismo espacio hace que las ideas surjan más fácilmente.

Para Jassy o para Elon eso está claro, pero hay un ejemplo más. En agosto el ex-CEO de Google, Eric Schmidt, participó en un evento en Stanford, y allí dijo algo bastante importante:

«Google decidió que la conciliación de la vida laboral y familiar y volver pronto a casa y trabajar desde casa era más importante que ganar. La razón por la que las startups funcionan es porque la gente trabaja como demonios».

El comentario era una crítica absoluta a una Google que se había relajado, se había vuelto buenista y enrollada y había perdido su empuje. Está muy bien trabajar para vivir, nos quería decir Schmidt, pero con ese enfoque no vas a ganar la carrera. Este exdirectivo luego quiso dar marcha atrás y se disculpó para quitarle un poco de hierro al asunto, pero su mensaje era totalmente cierto.

Así es. Lo sé bien, porque esa es mi filosofía de vida y no tengo pensado ganar ninguna. ¿Soy un vago? Nope. ¿Me siento realizado? Totalmente, y puede que pronto lo esté aún más. Pero reconozco que vivo muy bien, en parte porque amo lo que hago, y en parte porque para mí lo importante es, como en Google, conciliar mi vida laboral con la familiar. Y eso está bien, como lo está también lo contrario: la gente es muy dueña de su vida, y si quieren ser trabajistas, allá ellos.

Una cosa es cierta: los trabajistas son los que cambian el mundo. O al menos, los que tienen opciones de hacerlo.

Yo con mis 40 horas semanales, no. Y no pasa nada. Que cada cual elija su propia aventura.

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6 comentarios en “Nadie ha cambiado el mundo trabajando 40 horas a la semana

  1. Óscar dice:

    El problema es que lo que hacen ese tipo de personas muchas veces es cambiar el mundo, pero no exactamente para bien. Sólo para chorradas tecnológicas, que nos encantan, pero no mejoran la sociedad ni la humanidad.

    Cerrando el primer cuarto de siglo XXI y seguimos con 40h semanales y 8 diarias. Cambiamos, sí. A mejor?

    • De todo hay, y hay que reconocer que en ocasiones sí hay cosas que vienen de esa gente y que ciertamente cambian cosas para mejor. No estoy aquí haciendo un alegato en contra de quienes lo hacen, solo exponiendo que las hay y que suelen ser las que tienen opciones de cambiarlas.

      Yo, feliz sin serlo.

  2. Batlander dice:

    Yo huyo sistematicamente de este tipo de frases. Soy alergico a ellas. Aun me acuerdo de la turra que hubo que aguantar con el rollazo que solto Jobs (mira, en Stanford tambien) de «Conecta los Puntos». Y eso que me considero maquero (si es que sigue existiendo el concepto), pero joer.

    Respecto a lo de las 40 horas, se lo enseñas al dueño de un bar, que trabaje en su negocio, no que sea socio etc…. y le debe de dar un ataque de risa. Al igual que a muchos otros autonomos. No se, me parece algo de cajon, solo que puesto asi queda molon para que haya mucho rebaño que eche horas como locos.

    Respecto al teletrabajo, para mi es una mezcla entre costes inmobiliarios, como bien apuntas, y que hay mucho jeta. O igual no mucho, pero el numero necesario para que se note. De todas formas esto ultimo deberia estudiarse. Y tambien tener en cuenta que la tediosas reuniones que habitualmente no sirven para nada pueden ser aun mas nocivas que los jetas.

    • A mí el discurso de Jobs me parece épico, me encanta.

      En cuanto al comentario del dueño de un bar, es un buen ejemplo de cómo muchísima gente que trabaja muchísimas horas lo hace por temas muy distintos, como el de dar a sus hijos la posibilidad de que estudien porque él no pudo hacerlo, por ejemplo. Para que tengan una vida mejor.

      Y sí, en el teletrabajo hay mucho jeta, seguro. Como en las oficinas. Están por todos lados.