Estos días aparecía en X un debate curioso. El usuario «Inversor Tractoriano» recomendaba a los jóvenes dejar de salir de fiesta y comenzar a ahorrar e invertir.
Según él, si desde los 19 a los 31 años hubiera invertido 200 euros al mes de forma constante, a esa edad tendría 46.000 euros con una rentabilidad anual del 7%. Que es una rentabilidad bastante alta, pero que por ejemplo está por debajo de la del índice S&P, que en la última década ha sido de algo más del 10%.
El cálculo es desde luego jugoso, y como todos los cuentos de la lechera, es bonito a más no poder. El problema es que es muy difícil para un chaval de 19 años ahorrar 200 euros al mes de forma constante. Lo era al menos en mi caso —yo daba clases esporádicamente, y no creo que ganase ni 100 euros al mes—, y entiendo que la situación es más o menos igual de complicada —o quizás más— cuando la tasa de desempleo en 2022 era del 45,88% para jóvenes de 16 a 19 años y del 26,25% para los de 20 a 24. Los sueldos tampoco están para tirar cohetes, y si quieres emanciparte, el precio de la vida —y sobre todo, de la vivienda— está peor que nunca y condena especialmente a los chavales.
Total, que la previsión es muy bonita, pero o vives con tus padres y ellos tienen margen de maniobra, o lo de ahorrar para invertir es especialmente complicado.
Y luego está lo otro, claro: lo de que a esa edad uno suele pensar poco en ahorrar e invertir porque lo que quiere es disfrutar de la vida. Es justo lo que apuntaba otro usuario llamado Maxi:
Ambos mensajes tenían el problema de que sonaban a bastante radicales. Ahorra todo por un lado, que viva la Pepa por el otro. Maxi por ejemplo comentaba luego en las respuestas que él tampoco estaba recomendando que acabaras como las Grecas todas las noches.
Y estoy con él. Soy bastante hormiguita, pero aunque de joven ahorraba un poco (pero no invertía, más sobre esto más adelante), he salido como el que más y me lo he pasado pipa. Mirando hacia atrás ahora creo que tenía un poco el síndrome de copa en la mano —mamá, no leas esto— porque supongo que era la norma entonces: no parabas de pedirte copis porque te las ibas tomando con tus amiguetes, aunque ya no tuviera tampoco especial sentido pedirlas. No acababa como las Grecas y son pocas las veces que tenía lagunas de la noche anterior —entre mis amigos había algunos demasiado salvajes con eso—, pero ahora, en perspectiva, creo que me sobraron unas cuantas. Y las copas eran caras, así que podía haber usado esa pasta de forma más sabia, creo yo. Pero claro, en ese momento no soy el gigante mental que soy ahora. Me faltaba media patatina para el kilo, como dice una amiga.
También me pegué mis viajes con amigos, y siempre en modo tirado, que era lo suyo y lo que hacía esos viajes aún más especiales. Total, que en aquella época jamás pensé en eso de «ostras, mejor no salgo este finde y no me pego este viaje, que tengo que poner los 200 mensuales en mi plan de inversión a 15 años».
No lo hice, pero pude haberlo hecho. Y probablemente debí hacerlo. No digo que eso sea para todos, pero creo que se pueden hacer ambas cosas. Se puede disfrutar de esas décadas estupendas de los 20 y los 30 con los amigos —y amigas, ejem—, y a la vez tratar de guardar algo para el futuro. Y no solo guardarlo, y aquí viene lo importante.
Invertirlo.
De joven yo no prestaba atención a las inversiones. O más bien lo veía como algo chulo a corto plazo. Recuerdo haber invertido un poco en unas acciones de porque un amigo había invertido (por lo que fuera) y ver cómo aquello efectivamente funcionaba. Las vendí al poco, supongo que para hacer algún viaje. Jamás pensé en aquello como «voy a dejar esto quietecito unos años, que me va a venir muy bien para mi futura casa o máster o lo que sea».
Pero es lo que debí haber hecho. Sobre todo, por que como digo yo era hormiguita y siempre iba ahorrando un poquito. No mucho, pero algo. Y nunca movía el dinero del banco. Supongo que 1) me hacía ilusión ver que estaba ahí tranquilo y 2) ni me planteé que podía hacer que el dinero siempre puede producir algo más de dinero de forma fácil y con un riesgo que uno decidía. Podías comprar letras del tesoro o depósitos garantizados y saber que nunca ibas a perder nada aunque ganaras poco, o podías tirarte a fondos de inversión con algo más de riesgo y ganar bastante más pero también perder pasta si la cosa iba mal.
Pero insisto, nunca lo hice. No me interesé por cosas bastante chorras como el interés compuesto que trabaja para nosotros, y tampoco por pensar demasiado a 10, 15 o 20 años vista. Cuando tienes 20 años no es normal hacerlo, claro. Como mucho piensas a un mes o dos vista. Dónde vas a irte de marcha o de viaje la semana santa o en verano. O como dirían los antiguos, «hic sunt dracones», «aquí hay dragones», refiriéndose a territorios inexplorados o peligrosos.
Podían ser inexplorados y hasta un poco peligrosos, pero si hoy pudiera hablarle a mi yo de hace 30 años, le diría que no solo ahorrara. «Joven Harry, muy bien guardar dinerito, pero muy mal no moverlo». Le diría que invirtiera en algo, probablemente que diversificara. Que las tecnológicas esas tenían buena pinta, por ejemplo. Como en la peli de ‘Frequency’ con Dennis Quaid y Jim Caviezel, no sé si os acordáis, cuando Caviezel bromea con su yo del pasado y le dice aquello de:
—Quiero que recuerdes esta palabra, ¿de acuerdo? Es como una palabra en clave: Yahoo. ¿Podrás recordarla?
La cita es graciosa, pero claro, la peli es de 2000. Yo habría añadido algo más.
—Y acuérdate de otra cosa: vender el 3 de enero 2000.
Pero claro, si hablara con mi yo de hace 10 años (o mejor, 13), le diría que invirtiera en bitcoin, que en aquella época estaba a unos tres dólares. «Y no los toques hasta 2024, chavalote», hubiera añadido.
Mucho mejor que tener el dinero en el banco, chavales. Si alguno tenéis 20 años y me leéis, que lo sepáis. Ahorrar y guardar algo para el futuro está bien. Invertirlo a largo plazo suele estar mucho mejor.
Pero ojo, eso no quita para que disfrutéis de la pasta estéis en el momento de la vida que estéis, y sobre todo para seguir mi gran consejo vital tras años de aprendizajes y tras convertirme en este coloso de la experiencia que soy ahora. El que di por aquí cuando me cayeron las 50 castañas. Ante todo y por encima de todo, ya sabéis:
Enjoy.
Yo sí que invertí. Tampoco me hice rico, pero la beca de la universidad en vez de dejarla muerta en el banco y gastarla conforme la necesitaba la usé para comprar algunas acciones. Fue una época de privatizaciones y el riesgo era escaso, luego ya empezaron los pelotazos. Parte del dinero lo usé cuando terminé la universidad para un curso de inglés de un año, y disfrutar la primera boda de un amigo con viaje. El resto siguió ahí hasta que compré mi primera casa y ya nunca volví a invertir en serio. A día de hoy tengo algo en fondo indexado por recomendación de «Vaca Sueca».
Pues oye, no te salió mal.
Y tienes jóvenes en casa en los que influir directamente. Yo le hice una cartera a mi hermano pequeño medio de coña y muy bien: Coca-cola, Disney, Telepizza, solo las cosas que le gustaban a él. Y eso de saber que una parte de esa empresa es «tuya» es interesante.
A mi yo de hace 20 años le diría que comprase todos los juegos que pudiese de SNES y los guardase precintados en algún rincón. 🙂
También 🙂
Yo creo que me excedí, fueron demasiados años dedicando demasiados recursos (por no decir todos) a salir y a estar de fiesta. Los 20 y los 30, sin haber llegado a casa como las Grecas (pobres grecas que estigmatización) de forma habitual.
Y sí, tuve tiempo para estudiar y prepararme y tener esos primeros trabajos, pero si volviese atrás no ahorraría, ni dejaría de salir. Seguramente invertiría más en mi, más cursos, más idiomas, más experiencias de viajes… pero ahorrar dinero no. Primero porque no manejaba mucho, segundo porque no creo que socializar y relacionarse no tenga valor (y en mi época donde vivía era la forma de hacerlo) y tercero porque si las cosas van como suelen ir, te será más fácil invertir cuando ganes más dinero, y con 50 años ganarás más dinero. Y no compensa, a mi al menos no, la renuncia que debes hacer con 20 años a las experiencias que puedes tener, por ahorrar un dinero que con 40 o 50 años eres capaz de ahorrar en un solo día.
No digo que haya que vivir al límite, ni lo hice ni lo defiendo, es más como empecé el comentario, me arrepiento de haber puesto «tantos huevos en esa cesta» me gustaría haber sabido ver la vida de otra forma, pero claro con 20 se ve la vida como de 20. Me perdono.
Por cierto de las muchas opciones que han pasado para invertir un poco y multiplicar por mucho, como Yahoo, Google, Bitcoin, Amazon… tengo el honor de haber olfateado que Netflix era negocio, allá por 2011 y haber multiplicado por 60, no está mal. Pero claro, a toro pasado todo es fácil de analizar, lo difícil es saber cuando retirarse, que se lo digan a los accionistas de Terra…
Yo creo que se puede hacer todo. Es lo que le diría a mi yo de los 20, pero evidentemente cada cual es cada cual. Bien por lo de Netflix, caray.
Personalmente no puedo estar mas en desacuerdo con el primer Tweet.
De verdad, la vida es mucho mas que dinero. Lo que soy, lo soy por lo que he hecho, no por lo que tengo.
Si no hubiese hecho lo que hice entre los 20 y los 30, nunca hubiera tenido la amistad que tengo con mis amigos, ni con mi hermana por ejemplo.
Sí, quizas hubiera tenido 20,000 euros mas (lo del 7% anual es facil a toro pasado, pero cualquier inversion es un riesgo y puedes hasta palmar pasta), pero en serio, para qué? Para tener un BMW en vez de un Ford? Para tener una habitacion mas en casa? Para irme de vacaciones a Canada en vez de a Peñiscola?
Todo eso es totalmente insignificante en comparacion a lo que he «ganado» en mi juventud.
Estoy totalmente de acuerdo.
No me gustan nada estos temas recurrentes donde te dicen que hacer para tener más pasta, porque:
– Primero, pienso que si todo el mundo nos dedicáramos a conseguir más pasta esto sería un caos y un imposible de conseguir.
Imaginaos por ejemplo que todo el mundo quiera invertir en Apple, o en IBM. La cosa se pondría muy curiosa a nivel económico y menuda sociedad seríamos.
– Segundo. Siempre se olvidad de los que éramos pobres como ratas y dan por hecho que te podías ir de copas todos los fines de semana. Pues anda que no he andado ná mi mujer y yo dando paseos hasta que empezamos a trabajar.
Mi pandilla era el ‘bulto’ en los disco pubs. Si nos bebíamos una cola entre todos era lo más.
Incluso así, mi niñez y mi juventud fue fabulosa.
Nadie me enseñó a anhelar lo que otros tienen y si a vivir con lo que tenía.
Un saludo.
La mía fue también bastante estupenda, que conste, pero como digo, igual podía haber renunciado a esas copas que ya no valían para mucho (o nada) y quizás invertir esa pasta, nunca se sabe. Será porque soy hormiguita, insisto, luego cada cual es muy libre, evidentemente.
Correctísimo Iban. Como decía, lo del primer tuit era algo radical. Mi idea era hacer un poco las dos cosas (bueno, quizás más lo de disfrutar, que para eso tienes 20 años, chavalote).