Incognitosis, Tecnología

Todos los días son Black Friday

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En 2007 mi mujer y yo compramos casa —qué cracks, justo en uno de los peores momentos de la historia para hacerlo— y nada más mudarnos nos dimos una vuelta por el barrio. Al hacerlo nos dimos cuenta de algo: una ferretería que estaba al ladito de casa mostraba en su escaparate un cartel con la palabra «Liquidación». Qué bien, pensamos. Si necesitamos algo, seguro que estará a buen precio. ¿Sabéis lo que pasó ocho años después, cuando me fui de aquel barrio y mudé al miniresort burgués?

Que al irme vi que aquel cartel seguía puesto en aquel escaparate.

He recordado aquella anécdota vital al leer el estupendo ‘Why every day is now Black Friday‘ en Fast Company. Le he robado un poco el título a su autor, Chris Morris —espero que me perdones, colega—, pero es que la reflexión es estupenda y me extraña que nadie la haya hecho (o yo no la haya leído) hasta hora.

Pero es que es verdad. Los orígenes del Black Friday se remontan a los años 60, pero no fue hasta los 80 y los 90 que la cosa se animó en Estados Unidos. En España tardamos un poco más, pero nos acabamos apropiando del concepto porque oye, somos muy fans de (casi) todo lo americano. Cómo será la cosa, que teniendo nuestros carnavales hemos acabado celebrando también Halloween, y no descartaría que en cualquier momento se ponga de moda hacer una cena de acción de gracias y trinchar un pavo. Mon dieu.

Como dice el bueno de Chris —cada vez me caes mejor, tronqui— hace quince años el Black Friday se celebraba durante un único día. La gente se pegaba madrugones importantes para poder aprovechar la apertura temprana de las tiendas, y aquello solía acabar siendo reflejado en las noticias con imágenes de avalanchas de gente —las tragedias ocurrían— entrando a los centros comerciales en EEUU como si regalasen las cosas. He intentado encontrar antiguas referencias a esta fiesta del consumismo en diarios generalistas y he encontrado por ejemplo esta de El Mundo que en 2010 confirmaba ese dato, o estas de El País en 2009 con la guerra de precios de EEUU y otra de 2011 en la que que se quejaban de esa pandemia del «comprar por comprar» que hoy nos tiene a (casi) todos contagiados pero que por entonces era una tos.

El caso es que —insisto— en aquel momento el Black Friday era solo un viernes. Luego estaba el Cyber Monday —que ha perdido todo el sentido— para compras online, y ya. No había más días de rebajas: o aprovechabas los ofertones entonces, o te quedabas fuera, así que todo el mundo estaba especialmente activo durante aquellas horas de teóricos megachollos.

Ahora todos los días son Black Friday.

El fenómeno es curioso: recuerdo que el Black Friday, al menos cuando llegó a España, estaba bastante orientado a compras de dispositivos electrónicos: teles, ordenadores, móviles, gadgets. Sin embargo, hace unos añitos recuerdo haber visto un cartel de una tienda de ropa que promocionaba su propio Black Friday, como diciendo «oye, que aquí también tenemos chollos». Aquello demostró que la cosa funcionaba igual de bien en otros segmentos porque oye, a quién no le gusta una buena ofertita en unas zapas o una camisa. Así que el viernes negro lo fue para todos, aunque siguiera siendo un día.

Pero de un tiempo a esta parte la cosa se ha desmandado y nos ocurre como lo de la Navidad. Los polvorones y el turrón están en el Carrefour desde agosto, y el Black Friday dura semanas. Como Amazon fue la que impulsó el tema y la que lo lideró —al menos, en España—, el resto de comercios se han inventado sus Black Friday. Aliexpress tiene su día del soltero (que dura semanas), El Corte Inglés sus semanas fantásticas —aunque ellos lo hacían hace mucho— y otros como PcComponentes simplemente se adelantan una o dos semanas a las fechas clave de Amazon para intentar que nos quedemos sin dinero con ellos y así ya no tengamos necesidad de comprar en Amazon. No es mala técnica, por cierto.

Pero como decía mi amiguete Chris y vemos todo el año, en realidad esto se parece mucho a aquella ferretería que estaba al lado de mi casa. Amazon organiza sus Prime Day para montarse pequeñas fiestas del consumo en julio, pero en realidad todos los comercios en todos lados no paran de colgar ese cartel de «¡Oferta!» en sus sitios web para tentarnos con cosas que quizás (probablemente) no necesitemos aunque las queramos.

Imposible no mencionar el tema de los afiliados, que se han convertido en un alucinante negocio no ya para los sitios de comercio electrónico como Amazon —que yo sepa, la que impulsó el concepto— sino para todo tipo de medios. Que me lo digan a mí, que comencé a recomendar productos a buen precio en 2017 —los más antiguos del lugar recordaréis mis posts semales los viernes con las «Ofertas de los viernes»— y comencé a reforzar aquello en 2020 y 2021, cuando la cosa se convirtió en una fuente de ingresos curiosa para Incognitosis. Luego todo se derrumbó porque todos los grandes medios se apuntaron y ahora la avalancha de artículos por todos lados dedicados a ofertas es estomagante y preocupante: que el Marca, un medio deportivo, se dedique a recomendar productos tecnológicos canta, por ejemplo. Yo preferí dar un paso atrás y dedicar menos tiempo porque no me compensa, pero sigo dando guerra con los Incognichollos en Twitter.

Intento no estomagar mucho y puede que este post suene un poco hipócrita, pero es una de las pocas formas de rentabilizar Incognitosis porque lo de suscribiros a Patreon, cabritos, no os va. Así que al «¿Estás criticando el Black Friday y no paras de poner chollos, JaviPas?» yo contesto con un «pues sí, porque así me tomo alguna caña y al menos no os doy la tabarra con continuos posts de ofertas en medio de los posts normales».

Sea como fuere, la realidad es la de que todo se ha vuelto un poco chungo. Molaba que Black Friday fuera solo un friday. Pero no mola demasiado que hayamos llegado a una situación en la que la sensación es que casi todos los días es Black Friday. En la que de que todos los días tenemos que gastar porque oye, hay que vivir como si no hubiera mañana.

El de la ferretería con el cartel de «Liquidación» estaría orgulloso.

Yo no.

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2 comentarios en “Todos los días son Black Friday

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