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Ser turista es muy duro

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«Realmente este asunto casi da para un post». Así empezaba mi amigo Pablo su mensaje de voz en WhatsApp hace unos días. Su reflexión era importante y planteaba algo que a menudo la gente no se plantea: que la labor del turista, como decía él, «es muy dura».

Pablo tiene razón. Seguramente haya gente que se vaya a sitios que no conoce y tenga la capacidad de descansar y desconectar de todo. Nosotros no. Si nosotros vamos a sitios nuevos, queremos conocerlos. No hacerlo es en nuestra cabeza una oportunidad perdida, y desde luego lo era donde estábamos, que era la prodigiosa isla de Menorca.

Cómo no vamos a ver las calas y sus aguas cristalinas. Cómo no vamos a hacer esnórquel (eso se merecería post propio, qué descubrimiento lo de bucear —novato total— con algo tan tonto como las máscaras de esnórquel del Lidl, qué invento). Cómo no vamos a ir a ver los faros. Cómo no vamos a dar una vuelta por Mahón y visitar su Mercado de Pescados. Cómo no vamos a tomarnos un vermú (a la salud de Pablo y Mari Carmen, claro) en el club Náutico de Ciudadela aunque no seamos de vermús. Cómo no vamos a catar las ensaimadas (lo siento, no me van, me pasa un poco como el cachopo en Asturias, overrated), los quesos y las sobrasadas. Cómo no vamos a ver atardeceres aquí y allá. Con lo que somos de atardeceres (¡pipi!). Cómo no tantas y tantas cosas.

Las vacaciones hay que currárselas. Al menos, a veces.

Eso, claro, es una dolorosa contradicción. Seguro que os pasa: os vais de vacaciones y os levantáis igual de (o casi más) pronto que cuando vais a trabajar. Hay que aprovechar el tiempo, claro. Ver cosas. Conocer, catar, saborear, experimentar, disfrutar. Sacar fotos y vídeos (mi consejo, hacerlo en 4K) para tener esos recuerditos a mano. Hacer todo eso es chungo, oiga. Parece mentira la cantidad de kilómetros que hemos hecho en Menorca en coche y a pie (unos 10 de media al día según el podómetro del móvil) porque ser turista, como decía Pablo, es duro.

Pero ahí está lo doloroso de la contradicción. Queríamos verlo todo cuando en realidad teníamos lo fundamental en un radio de un paseito de casa. Como decía él, «te enfrentas a la esencia y el valor de la isla, que es la calma y la tranquilidad».

Así es. Teníamos calma y tranquilidad a nuestro alcance, pero no podíamos aprovecharla. La esencia no era darnos las palizas que nos dimos, pero es que no había otra. Era la primera vez allí. Había que currar. Ver cosas. Generar nuevos recuerdos, como le oí a alguien decir en cierta ocasión.

Dicho lo cual, benditas vacaciones, queridos lectores. Qué calas. Qué aguas. Qué atardeceres.

Va por ti, Pablo. Y por Mari Carmen, claro. Gracias a los dos.

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9 comentarios en “Ser turista es muy duro

  1. Overcorp dice:

    Coincido en que si uno va a un lugar nuevo debe aprovechar a conocer lo más relevante del lugar y también en que es un reto hacerlo. En mi caso lo que hago con mi familia es si queremos relajarnos vamos a algún destino que ya conozcamos y ni salimos del hotel (que suele ser un resort con todas las comodidades) y cuando estamos en plan aventurero pues vamos a lugares nuevos con todo el ánimo de visitar hasta el último reincon.

  2. Julio VLC dice:

    Efectivamente, en este tipo de vacaciones algunos volvemos a descansar a la oficina. Menos mal que siempre me queda el pueblo donde disfrutar del dolce fare niente…

Comentarios cerrados.