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El Samsung Gear Sport ya es mío

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No es que sea mi deporte favorito, pero en verano trato de nadar y así fortalecer un poco la espalda. Hablé un poco del tema cuando escribí sobre un reproductor MP3 acuático que me compré entonces: poder escuchar música (o un podcast) mientras uno está haciendo largos es batante chulo, pero en mis sesiones de natación tenía algún que otro pequeño problema.

Hasta no hace mucho nadaba con una Huawei Band 4, una pulsera cuantificadora que compré precisamente para registrar un poco esas sesiones. Te permite un poco lo que todas en este caso: establecer el largo de la piscina (en el mini-resort burgués, unos 20 metros), y luego ir contabilizando brazadas, tiempos, número de largos y SWOLF, esa métrica que mide un poco la eficiencia entre brazadas dadas y distancia recorrida. Todo bien salvo por un detalle bastante chorra: al terminar la sesión tardaba fácil dos minutos en desbloquear la pantalla, que tienes que deslizar de arriba abajo y de abajo arriba para activar y poder pausar o parar la monitorización. Con la pantalla y los dedos mojados el desbloqueo era a menudo imposible, así que al final las métricas quedaban un poco desvirtuadas.

Es una excusa bastante estúpida para comprar un reloj inteligente, pero si tuviera que dar alguna sin duda esa fue la más importante. Bueno, esa y el precio, porque el Samsung Gear Sport apareció hace unos días a 99 euros en Amazon y acabé aprovechando la oportunidad.

Lo más gracioso es que había analizado el reloj hace año y medio para Xataka, y recuerdo que me gustó, así que cuando vi la oferta me decidí. Un caprichito de (post)confinamiento, podríamos llamarlo. Llegó a los dos días y enseguida me puse a probarlo junto al reproductor MP3.

Como esperaba, todo fue como una seda, y tener botones físicos (y no solo pantalla táctil) para desbloquear, pausar o finalizar esas sesiones de natación funcionaba tal y como yo quería, sin historias. He usado poco el reloj salvo en esas sesiones, pero lo cierto es que está simpático y podría llevarlo todo el tiempo sin problemas… si fuera de los que llevan reloj todo el día.

No he probado demasiado el tema de las alertas de actividad ni otros elmentos (tiene GPS -que no pirula en el agua- y 4 GB para almacenar música y escucharla vía Bluetooth, por ejemplo), pero ya quedé enamorado del bisel giratorio de los Gear cuando lo probé y sigo diciendo que es una característica diferencial y fantástica los relojes de Samsung, que además en este (y otros casos) están basados en Tizen. No aprecio diferencias con los relojes basados en Wear OS, y diría que tampoco hay tantas con watchOS, pero no he tenido el gusto de probar uno de los relojes de Apple -que muchos se empeñan en llamar iWatch, qué cosas- así que me quedaré con la incertidumbre.

Lo que sí quise comparar fue la medición que el Gear Sport y la Huawei Band 4 hacían de una sesión cualquiera. Me puse a nadar algo más de kilómetro y medio en la pisci con un dispositivo en cada mano y obtuve estos resultados:

La pulsera de Huawei da peores medias (2,22 a los 100 en lugar de los 2,06 del Gear Sport) pero no tengo ni idea de por qué: tan solo hubo 20 segundos de diferencia entre una y otra, así que las cuentas en media no me salen. El SWOLF también es peor según Huawei (cuanto más bajo mejor, eres más eficiente y recorres más distancia con cada brazada) y a falta de hacer más pruebas desde luego me quedo con el Gear Sport, que me da resultados más de nadador de élite 😉 La presentación de esos datos, eso sí, mola más en la aplicación de Salud de Huawei, mientras que Samsung Health es un poco más simplona, aunque también tienes después gráficos e información por segmentos, como en la de Huawei, que permiten analizar qué tal lo haces en cada largo.

Hay otro dato además llamativo que es el del ritmo cardiaco. Lo de las 133 de media me parece altísimo (en reposo no suelo pasar de 60), sobre todo porque cuando nado tanto tiempo voy tranquilote, voy más a distancia que a otra cosa, concentrándome un poco en las cositas que me decía el profe (posición del cuerpo, salida y entrada de brazos, patada, respiración, estirar la brazada «como si quisieras coger ese libro de lo alto de un estante», etc). Total, que no voy asfixiado, y me aburro mucho antes de cansarme. De hecho no me canso, que es lo más gracioso: paro porque me parece un tostón.

La cosa es menos tostón, como decía, con el MP3 este de Decathlon que compré por 30 euros hace tiempo. El otro día lo usé por primera vez para escuchar un podcast, un poco desafío porque aunque se oye, los tapones se suelen descolocar un poco y tienes que recolocarlos a cada poco. Afortunadamente el otro día logré que uno se quedara bien fijo y pude estar casi una hora como si nada, fue chulísimo, la verdad.

Así pues, bien por los caprichitos de post-confinamiento, bien por el Samsung Gear Sport y bien por nadar y pasar un ratito simpático mientras tanto.

Un éxito, señores. Un éxito. Por cierto, no lo busquéis ahora, que de 99 euros del otro día el reloj pasó a 149 euros, un precio algo alto con la oferta actual para mi gusto. Si vuelve a estar en oferta, ya sabéis, avisaré en los Incognichollos (que podéis seguir en el blog y además en Twitter o en Telegram).

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5 comentarios en “El Samsung Gear Sport ya es mío

  1. Land-of-Mordor dice:

    Yo también soy aficionado ocasional a hacer el pato en el agua, pero en mi caso no soporto la piscina. Aprovecho que en 5 minutos andando tengo playa casi recta (y orientada casi norte-sur) con alrededor de 4 km de longitud. Mi «vicio» es ir hasta la boya (200 metros mar adentro aprox.) y a partir de ahí ir de boya en boya (200 metros entre ellas aprox.) hasta que sienta que me queda «medio depósito», momento en el cual me acerco a mitad de camino de la orilla para volver en sentido contrario (en caso de «pájara» no es lo mismo estar a 75-100 metros de la orilla que a 200). Me gusta la sensación de aislamiento, es como tener una piscina infinita para ti solo, y como tú voy «paseando» por el agua. A lo tonto hace tres años me hice casi mi trozo de costa entero ida y vuelta (6 km) dado que me puse a picarme conmigo mismo.

    Como a ti, más que cansancio se nota aburrimiento y me planteé cogerme un reproductor y unos auriculares que soportaran el agua. Pero en mi caso tengo que poder oír también por seguridad (entre «padelsurfers», pescadores de barquito de fin de semana y los flipados de las motos acuáticas no oír no es una opción). Por lo que miré auriculares de conducción ósea, pero que resistan agua salada, pocos y a precios escandalosos.

    Con el reloj inteligente o pulsera lo mismo. Mucho IP57 o 67 como mucho que aunque el fabricante ofrezca la opción de «natación en aguas abiertas» como actividad deportiva, luego te hace tropecientas advertencias sobre el uso en agua salada y bla, bla, bla. Tanto que me planteo usar un reloj sencillo con GPS (tipo Amazfit Bip o mi Verge si decido cambiarlo por algo mejor) metido en una funda hermética dentro del bolsillo trasero del bañador, para que por lo menos me mida la ruta por GPS. Yo sé que soy una tortuga en el agua, no necesito más métricas XD

    • Será porque soy Madrid pero a mí el mar me da un respeto infinito y no me atrevería a nadar en aguas abiertas ni con las boyas. Cuando he nadado en el mar este verano lo he hecho cerquita de la orilla y en plan 30 o 40 metros seguidos y vuelta unas cuantas veces, siempre en zonas que podía hacer pie. Me da pánico encontrarme con corrientes y no saber qué tengo debajo :/

      Lo de los auriculares de conducción ósea lo he mirado también por evitar el rollo de que los otros se descolocan, pero leo opiniones y son demasiado dispares, a unos les funcionan y a otros no, y con esos precios no me apetece perder la pasta, la verdad.

      Chulo lo que cuentas de todos modos, qué privilegio. Algún día me haré la casa de Tony Stark y por lo menos podré nadar cerquita de la orilla cuando me apetezca 🙂

      • Land-of-Mordor dice:

        «…Me da pánico encontrarme con corrientes y no saber qué tengo debajo :/…»

        Es como cuando estás a gran altura, mejor no mirar lo que hay debajo XD
        Aunque 2.000 años de pesca de arrastre me dejan bastante tranquilo por lo que pueda haber debajo. El fondo está casi para parcelarlo y ponerse a construir.

        Bromas a parte, te entiendo. Yo soy igual de precavido cuando voy a otras playas que no son con las que me he criado (y van 39 tacos). Ayer mismo en Conil y a pesar del bajo oleaje, no pasé de hacer el tonto allí donde hacía pie como un chavalín más.

        Cuando me ha dado por hacer «largas distancias» (más de 1-2 km) no voy tan adentro por pura precaución (no sabes cómo vas a estar de fuerzas tras la primera hora, por ejemplo) y suelo alejarme sólo unos metros de la orilla (10 o 20 metros son suficientes para evitar a la mayoría de bañistas) y nadar paralelo a la costa. Aquí donde vivo las corrientes siempre van en paralelo a la orilla y los vientos predominantes o vienen desde el mar o van hacia el mar, con lo que es fácil adaptar la «ruta» a las condiciones.

      • En las vacas de hecho tuve un minisusto con los niños jugando con las olas y si ya tenía respeto al mar ahora ni te cuento. Entiendo que si llevas toda la vida en un sitio con un mar que ya conoces es distinto, pero vamos, como dices ahí cuidadito por si las moscas. Yo feliz en mi piscina, ele, aunque reconozco que el mar para nadar (lo poco que lo he hecho) es especial.

  2. Luis Lara dice:

    No creo que sea una excusa estúpida, en mi caso la excusa fue hablar como Power Ranger, y resultó que me enamoré de las funciones para monitorizar mis salidas en bicicleta y mis entrenamientos en el gimnasio.
    La razón por la que lo compré casi no la uso (por temas de privacidad), pero me divierte bastante cuando realizo llamadas a lo Buzz Lightyear, además de que en el trabajo el poder revisar y responder notificaciones desde el reloj me permiten despegarme del móvil y hacerlo de forma más discreta de cara al paciente.

Comentarios cerrados.