¿Cuántas visitas tiene Incognitosis? Lo cierto es que no tengo ni idea. Bueno, tengo una idea aproximada, pero en realidad ese número es probablemente mayor menor distinto. Uso tres sistemas de analítica web muy conocidos: Google Analytics y Statcounter son los tradicionales, pero para blogs de WordPress el plugin JetPack permite tener también acceso a esas estadísticas internas de forma bastante rápida e integrada en el backend. Me estoy planteando seriamente dar el salto a Piwik, que probé durante un tiempo y quité porque tuvieron problemas de seguridad. 

Según esas estadísticas rondo normalmente los 35-40.000 usuarios únicos al mes. Septiembre fue un mes anómalo: creo que mis historias sobre la catástrofe con el Dell XPS 13, el OnePlus One y el Nexus 7 funcionaron más de la cuenta, porque esos 50.000 usuarios únicos fueron toda una sorpresa.

Mola ver cosas como el impacto del móvil (el 58% de mis visitas del último año son desde escritorio según Analytics) o el de los sistemas operativos que utilizáis (48,33% Windows, 27,46% Android, 12,46% iOS, 6,46% OS X, 4,33% Linux, y luego cosas curiosas como un 0,07% de visitas desde BlackBerry OS (¿uauh!)). Y luego, claro, está la procedencia de mis lectores, con casi el 60% leyéndome desde España pero que también tengo muy repartidos por Hispanoamérica (¡ole!) aunque de cuando en cuando -supongo que por algún resultado raro de Google- me lleguen visitas de países curiosos. De hecho el mapa deja claro que algún incauto en casi todos los países del mundo ha caído aquí. Incognitosis global, sin fronteras, no como Xiaomi. 

No me obsesiono mucho con el tema, aunque sí es verdad que suelo echar un ojo a cómo ha ido el día por mera curiosidad.  El problema es que, como decía, ese tráfico no es del todo exacto. Así lo revelaba el celebérrimo TechDirt con un contundente titular hace unas semanas -tenía esto en borradores- en el que precisamente daba las claves de una industria que se engaña a sí misma. 

Lo hace porque muchas de las visitas que llegan a los medios no proceden del clic de un ser humano, sino que llegan de algún bot que recorre nuestra página a saber por qué. Lo mismo ocurre con YouTube y el número de visitas que muestra -a saber cuántas completan realmente el visionado-, con Facebook, o con Twitter. En este último lo de comprar seguidores está a la orden del día, así que el hecho de que tal o cual usuarios tenga 100.000 seguidores no debería daros demasiadas garantías. Menos en mi caso, por supuesto: los 3.142 que me siguen a mí ahora mismo son genuinos. Je.

¿El problema de todo esto? Pues que la industria se fía de esos números. Si me gasto un dinerito en 50 o 100.000 seguidores de Twitter -no digo de los de huevito, no, bots con avatar que simulan ser medio humanos- igual las marcas empiezan a fiarse de mi y a pagarme por tuits patrocinados. Y lo mismo con otra serie de cosas. Disfrazar estadísticas es una práctica tan extendida que anunciantes y medios (y hablo de todos ellos) ni siquiera lo denuncian. Son las reglas de un juego peculiar y que me temo que es otro de los motivos por los cuales estamos como estamos. 

Ale, os dejo. Voy a ver si mejoro un poco en tasa de rebote, que estoy muy mal fatal en ese aspecto.

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