Unos amigos me contaron una vez que cuando amigos suyos de fuera de Madrid llegaron al Metro se quedaron espantados. “¿Por qué la gente tiene tanta prisa? ¿Qué les pasa con las escaleras mecánicas? ¿A dónde van, regalan algo?“, les preguntaban con curiosidad morbosa.
En realidad sí regalan algo. Regalan tiempo, posesión preciada que hace que esa media horita más de sueño -o de lo que sea- nos haga asumir un ritmo de vida un poco insano a los que vivimos con estas prisas estúpidas. Afortunadamente algunos pueden (podemos) liberarse de parte de ese yugo, pero al final la conclusión es la misma: el tiempo sigue siendo una preciada posesión que uno intenta gestionar lo mejor posible.
Los trucos para ganar tiempo son numerosos, pero esto de los bits y los bytes ha permitido que aparezca uno muy interesante cuando consumimos contenidos multimedia: hacerlo a cámara rápida.
No es algo que yo haga, pero sé de buena tinta que algunos de vosotros lo hacéis. Vivís la vida a 2x. O a 1,5x, según los casos. Os ponéis a escuchar un podcast -hasta a mí me están entrando ganas de hacer uno por probar- y aumentáis la velocidad de reproducción. Y lo mismo con las series: qué tontería ver un capítulo de 45 minutos en 45 minutos cuando uno lo puede ver en 22,5 o en 30. Atentos a este ejemplo con una breve escena de Juego de tronos a 1x, 1,2x y 2x.
La teoría está muy bien, pero a mi lo de ver las series en modo ‘Alvin y las ardillas‘ no me va mucho por ahora. Hay una razón poderosa para ello: muchas de ellas las veo en inglés y con subtítulos en inglés, así que tendría que olvidarme directamente de ver algo porque o estaría leyendo muy rápido o estaría tratando de captar el inglés a esas velocidades. Conclusión: me perdería cosas seguro.
En The Washington Post hacían una simpática reflexión sobre el tema y mencionaban experimentos como el de un psicólogo ciego llamado Emerson Foulke que evaluó hasta dónde podíamos llegar en nuestra comprensión de las series en modo Alvin. Por lo visto pasar de las 250-275 palabras por minuto es peligroso: empezamos a perder el hilo de forma notable a partir de ese punto, pero es que este investigador descubrió algo curioso: que la gente disfruta más de esos contenidos cuando los reproduce a mayor velocidad. Parece que la media aceptable es la de acelerarlos a 1,4x o 1,5x, y aquí hay estudios como el de Microsoft en los que uno de los encuestados confesó que sin acelerar los contenidos su mente dejaba de prestar atención: el ritmo era demasiado lento para él. Jeff Guo, el autor, hacía una analogía interesante al principio de su reportaje:
As I’ve come to consume all my television on my computer, I’ve developed other habits, too. I don’t watch linearly anymore; I often scrub back and forth to savor complex scenes or to skim over slow ones. In other words, I watch television like I read a book. I jump around. I re-read. Sometimes I speed up. Sometimes I slow down.
Tiene sentido, sobre todo para alguien que como yo se ha vuelto profesional de la lectura en diagonal -no le cogí el gusto a la propuesta de Spritz, que no cuajó-, sobre todo en esos repasos a la actualidad y a temas tecnológicos. No leo, “sobrevuelo” la mayoría de los textos y, como hace ese autor, doy saltos, releo y desacelero allí donde lo necesito.
Es probable que acabe haciendo lo mismo para las series y películas que veo, sobre todo porque es cierto que en muchas de ellas -si no en todas- hay escenas que uno directamente podría saltarse sin problemas. Hay una extensión para Chrome (desarrollada por Ilya Grigorik, un súper crack de #webperformance que trabaja en Google) que facilita esa tarea y que podéis usar para Netflix (los clientes en SmartTVs, consolas y demás deberían tomar nota) o cualquier otro contenido que reproduzcáis vía el navegador, pero aquí conozco un caso extremo. El de una persona especial en nuestras vidas (¡mi Pepa guapa!) que no sé si ve las series a 2x pero no lo necesita: ve, literalmente, dos series a la vez en dos teles distintas.
Al lorito. Eso sí que es ser una profesional de las series.
Dedicado a mi Pepa. Of course.
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Es verdad! Y antes llegaba a ver 5 pantallas a la vez y sabía lo que se decía en todas…qué tiempos aquellos!
Pero ver las series a x2…no quiera Dios! … Verlas de dos en dos si!
Beso enorme mi Javi!
¡Toma ya! 😛 ¡Un beso gordo guapa!
A mí un amigo «de fuera» me hizo un comentario similar sobre el comportamiento de los madrileños con el Metro, pero la historia seguía: «El primer día piensas, ‘¡Qué tontos!’. Al segundo día aprietas un poco el paso a ver si lo coges tú también, pero no pasa nada si lo pierdes. Al tercer día ya estás corriendo y dando codazos como el que más. Luego, una vez dentro, piensas: Por qué corro tanto, si realmente no llego tarde».
Me he enrollado un poco con la anécdota porque la veo relacionada con el tema de tu entrada. Me viene a la mente también este artículo que ha vuelto a circular recientemente: http://www.revistagq.com/noticias/articulos/por-que-estoy-agotado-si-tengo-solo-30-anos/23864.
Obviamente hay casos y casos (podcast demasiado lentos, planos interminables y de relleno en series), pero creo que muchos estamos perdiendo el norte, sobre todo cuando hablamos de actividades que para nosotros formen parte del ocio o aficiones. Estamos tan obsesionados con hacer muchas cosas (leer muchas entradas, escuchar varios podcast, mantenerse al día con churricientas series) que cada vez disfrutamos menos de todo ello. Queremos hacer tanto que vamos dedicando menos tiempo a cada una de esas cosas, de manera que muchas de estas cosas terminan siendo casi más una carga, una tarea pendiente, que algo de lo que disfrutamos.
Como sucede más veces de las que me gustaría, he estado a punto de no dejar este comentario, básicamente porque «tenía otras muchas cosas pendientes de leer». No, esta vez no. Esta vez decido pararme y participar en un debate que me parece interesante. El resto ya llegará y, si no me da tiempo, tampoco va a pasar nada.
Pues espero sinceramente que te pares y participes más, Doálvares. Comentarios como este son una joyita.
Chapeau. Qué razón tienes. Gracias.
Dios , imposible para mí . Si me pierdo una sola palabra de un diálogo , detengo la reproducción y la repito . Disfruto de los silencios , de primeros planos , de leer en un libro una descripción de 3 páginas , cuando muchos se la saltan …
Recuerdo que dijiste que no te gustó Breaking Bad. Y no eres el único . Muchos me han dicho , «es tannn lenta» . Y ese ritmo es el que a mí me enganchó.
Con lo cual se confirma lo de siempre , «hay gente pa to» . Yo bastante deprisa voy, y con 3 niñas , como para cuando logro sentarme a las 23:00 con la jefa s ver algo , ponérnoslo a 2x. Directamente nos matas .
Pero no escribía por esto , sino por un comentario tuyo rangencial ….
¿He leído podcast ? !!!
Ya estás tardando . Ya haces tarde . Ponte las pilas y como si estuvieses en el metro . A la carrera
😉 Ahí estoy contigo, creo que hay gente para todo y que muchos no disfrutamos de ese consumo acelerado (aunque yo quiero probar por si las moscas).
Y lo del podcast quién sabe, pero desde luego si me decido voy a tener que hacerlo, seguro, con prisas. Muy hora punta, vaya. 🙂
Totalmente de acuerdo, a mi también me enganchó lo que comentas se Breaking Bad y las perspectivas de los planos, como en Mr. Robot por ej:
http://theultralinx.com/2016/03/mr-robot-breaks-all-rules-of-composition-and-its-brilliant/
Además en version original se agradacen ciertos descansos, uno hace cierto esfuerzo con el inglés.
No me acordaba de eso, la verdad es que mola. Bien visto Miguel 😉
En la novela Microsiervos de Douglas Coupland del año 95, los protagonistas son programadores del boom de las autopistas de la información que para no perder tiempo deciden ver solo películas extranjeras subtituladas para pasar en FFW todo menos las partes con subtítulos, ero lo más óptimo que se podía hacer con un vídeo VHS.
¡Menudo visionario! Muy chula la historia, no la conocía (apuntado para leer en el futuro). Gracias Manuti
La Luna es que siempre ha ido al grano… 🙂
Besos a los dos
Tú lo sabes bastante mejor que yo, eso seguro 🙂
+besos
Yo sencillamente paso adelante con la flecha del teclado o el mando a distancia. Solo con eso te ahorras muchas escenas que no aportan nada. Sobre todo cuando hay cambios de escenario.
Reconozco que eso lo he hecho alguna vez (pocas) en series en las que ya empiezo a olerme el percal.
¡Y yo que he pensado toda la vida que esas cosas solo las hacía yo! Toda la gente me mira raro cuando se lo cuento, por mucho que lo explique y justifique con datos y porcentajes. No obstante siempre he tenido la sospecha de que tan raro no seré cuando varios reproductores de vídeo ofrecen esa opción ¿No? Fue bsplayer durante muchos años y luego me pasé a vlc. El factor de elección: que permitieran aumentar la velocidad.
Por cierto, para evitar a Alvin y las ardillas (que ciertamente estropea la «experiencia» de ver la peli o serie) hay que marcar en el vlc en las preferencias en la sección de audio «habilitar estiramiento de tiempo de audio». Es un filtro que mantiene el tono de las voces. Así solo lo ves más rápido, pero sin efectos colaterales raros.
Te deseo que te guste la experiencia y que aproveches el tiempo sobrante para tus proyectos más importantes 😉
Anda, pues lo del estiramiento no lo sabía, toma consejo del día Eduardo, genial 🙂 Tengo que probarlo, seguro que haré un experimento estos días que me estoy terminando la segunda de Bloodline y es un poco lentita también. Saludos!
No lo pillo, ¿realmente la gente ve series o películas a doble velocidad?
Lo siento, pero yo me quedo con la opción lenta.
Demasiada rapidez impuesta tengo que soportar a diario, como para imponérmela en mi vida particular.
Slow, vida slow.
Es un poco salirse del tema, pero como curiosidad, y a colación del estudio de Microsoft que dice que hasta cierta velocidad lo disfrutamos (o nos enganchamos) más, decía Howard Hawks que, cuando un director no sabe como grabar una escena, la debe grabar tan rápido como pueda, y así el público prestará atención.
Algunas de sus películas son extremas en ese sentido: ‘Luna nueva’, del 40 (ha llovido algo), tiene escenas en que seguirla en versión original es un reto para los que no somos bilingües (me atrevería decir que para los angloparlantes también).