No tengo nada claro el futuro de las pulseras cuantificadoras. Eso de que un dispositivo mida los pasos que doy o la distancia recorrida a diario y que me los muestre en relación a otros amigos y conocidos me parece una tontuna. No resuelve un problema grave, y dudo que tenga efecto real a la hora de caminar más o dormir mejor. Y no solo yo tengo dudas: algunos estudios revelan que los wearables no enganchan, y que esas pulseras cuantificadoras no suelen superar la fase de atractivo inicial.
Es precisamente de lo que hablan en Wired con un fantástico artículo titulado ‘Wearables Are Totally Failing the People Who Need Them Most‘, en el que su autor, J.C. Herz, menciona lo que ocurrió en unas recientes conferencias sobre este tema en Washington D.C. ¿Cuál fue el dispositivo estrella del evento?: pues una chorrez llamada Dorothy. El aparatito se acopla a nuestros zapatos, y al taconear tres veces -como la prota del mismo nombre en ‘El mago de Oz’-, ojo al dato, pide un coche de Uber para llevarnos a donde sea. Telita.
Esa expresión chorra de la creatividad humana muestra un poco el problema con el estado actual de los wearables -por cierto, no hay término aceptado en español, así que me aplico lo de que el uso hace la norma-, que tienen mucho más potencial del que están demostrando, y que deben dejar ya esa fase juguete para pasar a una fase más seria. Y si hay un campo en el que hay recorrido, ese es el de la salud. Mira que estamos viendo soluciones móviles interesantes en este apartado, pero hay aún todo un mundo por descubrir (y crear) en un segmento que podría ser todo un filón si alguien logra aprovecharlo.
Apple y Google ya han dado los primeros pasos tímidos -casi como por obligación, si uno ha lanzado algo al respecto, el otro no puede quedarse atrás-, pero tanto ellas como el resto de gigantes de la industria tienen ante sí un reto demasiado importante: el de lograr que nos dejemos de jugar con los wearables y los utilicemos para algo que valga la pena.
Yo tampoco les veo futuro, pero si tú no apuestas por ellos, pasará como con las tabletas y seguro que triunfan.
En realidad tengo acciones tanto en empresas que fabrican tablets y en las que fabrican wearables. Cada vez que hago de futurólogo me forro 🙂 He borrado tu comentario repe, por cierto, saludos!
Sé que soy una rara avis, pero en mi caso el uso de la pulsera me ha ayudado a darme cuenta de la energía que, más o menos, gasto en cada actividad diaria, la app del móvil me ha cambiado un poco a la forma de comer y sobre todo me ha enseñado algo sobre nutrición.
No digo que sea algo para todos porque no lo es pero sí que es cierto que para un nicho de usuarios lo que ya hay es útil.
Lo que no veo nada claro es cómo van a hacer de esto algo masivo… si es que lo hacen.
Pues me alegro de que en tu caso la experiencia sea buena -ya sabes que yo expreso mi visión, pero afortunadamente hay de todo en este mundo-, así que espero que sigas sacándole partido mucho tiempo. Lo de la cuantificación no sé si llegará a ser masivo, pero puede que alguna evolución -que vaya a ese terreno de la salud, como poco a poco se va intentando- sí acabe imponiéndose. Veremos, porque es un sector que aún tiene mucho recorrido.
Yo tuve una vez (marzo de este año) una discusión con un colega sobre las pulseras estas (la FitBit) y después de plantearle las escasas ventajas respecto a un pulsometro deportivo, me recalcaba que la función que media los periodos de sueño era algo que no tenía precio. Después de investigar un poco, ya con la mosca detrás de la oreja, resulto ser todo un cuento chino (e incluso contraproducentes):
http://www.livescience.com/42710-fitness-trackers-sleep-monitoring-accuracy.html
Le pase el enlace por aquel entonces y aún hoy en día la usa y dice que es la leche… el que quiere vivir engañao, pues va a su bola…
Saludos 🙂
Supongo que el formato y esa conectividad con móviles, además de esa gestión de la cuantificación puede ser interesante para según qué casos, y el comentario de Fernando lo demuestra. Es bueno que haya de todo para todos 🙂