He dedicado buena parte de la mañana a preparar el artículo que ha salido hace bien poquito en Xataka, ‘Si tu foto desnuda salta a Internet, olvídate, nada podrá detenerla‘. Debo confesar que el tema me daba algo de pereza por la parte del famoseo, un mundo que contemplo siempre desde la más absoluta perplejidad. Me asombra que la gente siempre parezca bastante más interesada en la vida de otros en la suya propia.
Hasta he tenido un pequeño ataque de pánico tras enlazar a Poprosa (no caerá aquí esa breva) por recomendación de Javier Penalva (@solenoide), pero él en su infinita sabiduría ha entendido que (casi) todos los puntos de vista y enfoques son válidos para que el análisis y la reflexión queden lo más completos posible.
Como decía, me asombra la percepción que la mayoría de la gente que conozco tiene del mundo del famoseo, pero me asombra aún más que el sentido común, que según la famosa cita es el menos común de los sentidos, sea aún menos frecuente entre muchas celebridades.
Todo el mundo tiene algo que ocultar. Lo explicaba la mar de bien Guillermo Julián el año pasado en su ‘Por qué la privacidad es necesaria: desmontando el «no tengo nada que ocultar»‘, y allí quedaba de nuevo demostrado lo importante que es que uno sea un poquito cuco a la hora de comentar su vida y milagros en Internet. O lo que es lo mismo: hay que tener algo de sentido común. Lo que es cierto para el común (y dale con la palabra) de los mortales lo es aún más para gente que es famosa (sea merecidamente o no). Un tuit a destiempo, una metedura de pata en una entrevista en la tele o un selfie en pelotillas que eres tan inconsciente de guardar en iCloud son pasto para los leones.
Y claro está, almas de cántaro, luego pasa lo que pasa. Ni siquiera me detendré aquí a analizar las muchas opciones que existen para evitar estos sustos o tratar de minimizarlos -eso da para mucho, mucho más material-, porque éste es un llamamiento a todos los que creéis que no tenéis nada que ocultar y que compartís y utilizáis la nube como si pudierais controlarla.
No podéis.