Últimamente quedar con los amiguetes es toda una odisea. Hasta cierto punto la cosa es normal: cada uno tiene su vida, los niños suelen condicionar sitios/horas y cuadrar agendas es complicadete. Por si fuera poco, además ha aparecido el gran enemigo de las quedadas: el móvil.
Eso es lo que nos cuenta Alex Cornell en su fantástico ‘Why it’s impossible to make plans anymore‘ (vía Kottke.org), en el que ya empieza fuerte dejando claro cómo «en los días de la telefonía fija, un plan tenía que ser un compromiso sólido«. Así es. Uno quedaba por teléfono y aquello era casi como comprar una casa.
Las cosas han cambiado desde la llegada de los smartphones, que para Cornell son acertadamente «el medio con el que la mayoría de los planes son concebidos y más tarde alterados«.
El vídeo que acompaña a su artículo (podéis activar los subtítulos en los controles) es sencillamente genial, y muestra la realidad actual, o al menos una con la que me siento plenamente identificado. Uno envía una propuesta de plan un martes para hacer algo el viernes y la secuencia suele ser más o menos la siguiente: tus amigos empiezan a contestar el jueves (con suerte), y en esos mensajes el móvil se convierte en el escudo perfecto para que surjan excusas y abandonos más o menos razonables y posibles variaciones del plan que también pueden ser más o menos razonables.
Como dice Cornell, el móvil es también el medio perfecto para excusarse por llegar tarde de forma sistemática, para cancelar en el último momento, o para volver a preguntar hora o plan para reconfirmar datos que parece que no interesan tanto como al que lo propone.
Quedar se convierte por tanto en una tarea más bien agotadora y que genera más tensiones de las que debería generar. En según que casos parece como si reunirse con amigos de toda la vida se hubiese convertido en un trabajo, porras. De cuando en cuando coger el teléfono y quedar (o intentarlo) sin tanto mensajito sería mucho más razonable, pero claro, eso es muy de los 90. Not cool.
Malditos smartphones. Maldito WhatsApp.
Imagen | Matt and Martin · Flickr
Eh, que algunos ya «llegábamos tarde de forma sistemática» antes del whatsapp…
🙂
Eso. 😛
Pero en cierto modo ya estás quedando. En la red. 😉
Reitero lo que dije en mi último post: si somos ansiosos, la tecnología nos lo amplificará.
Mmm… discrepo. No chateo y apenas intercambio correos con buena parte de mis amigos, así que reunirme con ellos es distinto a quedar con gente con la que sí chateo o con la que estoy más conectado vía Internet o el móvil.
Aún así, el problema existe en ambos casos. No sé si nos entendemos 🙁
Antes quedabas y salías. Si eras ansioso, pensabas continuamente en dónde estarían tus amigos. Desconocimiento. Buscabas cabinas. Los relajados se ponían con otra cosa. ¿Que alguien cancela sin avisar? Vaya putada, ya había reservado en el restaurante. Así no se hace. Si hubiera podido llamarme…
Hoy quedas y sales. Si eres ansioso, piensas continuamente en dónde están tus amigos. Sacas el móvil. «Masajeas» tus contactos. Si quieres relajarte, te pones con un juego. ¿Que alguien cancela? Me lo dice en el acto. Puedo cancelar la reserva. Bueeeeno. Suerte que está el móvil, que si no…
No entiendo qué ha cambiado para peor. Al final del post, Cornell admite su neurosis: «I am never late. I value time above all else». Well, dude, that’s how you chose to live life!
Yo suelo crear un evento en google calendar y añadir a los asistentes.
De todas maneras pienso que quien ahora pone excusas a través del teléfono, antes lo hacía de otra manera, no se «fastidiaba» y acudía por no poder poner una excusa.
Pero, para «quedadas» ya están los «Hangouts» de Google, que después de todo para eso se desarrolló…
Al ver el título de tu post interpreté que iba a ir por otros derroteros 😛 Y es que a mi me molesta cada vez más estar con alguien y que el put… whatsapp interrumpa una conversación o cena interesante.