Principios de los 2000. La para mi absolutamente inabarcable práctica de compiladores estaba delante de nosotros, en aquel pequeño fichero. Era irónico: lo mucho que costaba llegar a que aquello hiciese lo que tenía que hacer no guardaba relación con esos -creo recordar- 40 o 50 KBs. Y allí estaba aquel .c, protagonista absoluto en una pantalla ocupada por completo por Midnight Commander.

– ¿Pero todavía usas eso?

Yo era el que hacía la pregunta. Me contestó uno de mis dos compañeros de prácticas, el que manejaba el PC en aquel momento. Y lo hizo con toda parsimonia: probablemente ya había contestado antes a esa misma pregunta más de una vez.

– A mi me va bien así.

Y tanto. El chico se puso a darle al teclado y aquel ficherito fue pasando de un lado a otro sin que pudieramos seguir el proceso fácilmente. Entre tanto atajito de teclado el compi editaba el fichero o iba enseñándonos, ya puestos, alguna chorrada que tenía guardada por aquel entonces. Verle aporrear con precisión aquel teclado me recordaba un poco a esos combos letales que los cracks del Street Fighter (y similares) dominaban sin problemas: cada tecla en su momento y en su lugar en la secuencia lograban un ahorro de tiempo brutal.

Me quedé con la copla: la velocidad a la que manejaba las transferencias de archivos era muy superior a la que podía lograr yo con mi explorador de ficheros tradicional. Los atajos de teclado demostraron en aquel momento su validez -juraría que aquel compañero me miró con suficiencia al final de la quedada-, y aquella situación quedó como un valioso recordatorio de cómo el ratón y las ventanitas no eran la solución a todos los problemas.

La misma reflexión la hacía hace unos días Francis Tseng, un diseñador y desarrollador web que nos hablaba de «la interfaz invisible«, y de como el uso de los atajos de teclado ha quedado ensombrecido por un diseño web que va a lo visual y que como mucho comienza a hacer caso de lo táctil.

Eso es probablemente un error: como comenta ese diseñador, los atajos de teclado deberían ser considerados como una forma adicional (nunca como sustituto) de otros métodos de interacción con lo que tenemos delante, algo que se aprovecha mucho menos de lo que podríamos.

Within these interfaces is a potential for much more fluid and efficient, and even enjoyable (Vim is really fun to use), interactions. And it’s interesting to move away from a reliance on visual digital interfaces and start exploring one that we carry with us, one that exists in muscle memory

Hoy en día pocos dominan esa faceta, porque casi todos acudimos al «mejor lo malo conocido…» que hace que prefiramos perder tiempo en un proceso tedioso a ganarlo (a medio y largo plazo) si aprendemos, por ejemplo, esos mágicos atajos de teclado. Me sumo a ese grupo de perezosos: apenas uso los atajos disponibles en Gmail, y nunca llegué a sacarle demasiado provecho a Emacs, y mucho menos a vim, que me resultaba y me resulta casi tan inabarcable como aquella práctica de compiladores.

Práctica que, por cierto, aprobamos milagrosamente. Y no gracias a mi, sino a aquel compañero que demostró entonces ser bastante más inteligente que yo. No por la práctica en sí -que también- sino por haber dedicado el tiempo necesario a dominar un Midnight Commander del que hoy en día probablemente cualquiera haría la misma pregunta que yo hice entonces.

Error.