Ya lo intentaron el año pasado, y ahora Microsoft acaba de anunciar los nuevos Surface RT 2 y Surface Pro 2, los tablets con vocación de Ultrabooks que tratan de convencer de que ese concepto sigue siendo válido.

Las propuestas son un más de lo mismo. Más procesador, más batería (o algo de batería, porque la de la primera generación era más bien cutre por lo que tengo entendido) y accesorios de interés (el Docking Station para empresas me parece un acierto). Y sin embargo, no acabo de verlo, al menos en el caso del modelo con Windows RT.

Así es: en el caso del Surface 2, Windows 8.1 RT tiene el mismo problema que su antecesor, el catálogo software. En Redmond afirman que tienen 100.000 aplicaciones en Windows Store, pero veremos si la gente es productiva como se supone que Microsoft quieren que sean con este tablet híbrido y su Touch Cover mejorada. La experiencia de uso y posibilidades de un iPad, por un precio algo mayor, siguen siendo a priori especialmente destacables a falta de ver si Windows 8.1 RT permite trabajar con el escritorio clásico de forma decente.

En el caso del Microsoft Surface Pro 2 la cosa está menos clara. Normalmente para gastarme 879 euros (4 GB de RAM y 64 GB de capacidad) o 1.279 euros (8 GB de RAM y 256 GB de capacidad), que serían mis dos alternativas (+ el coste del teclado, cuidado), creo que casi preferiría pasar del modo tablet y tirar de un Ultrabook sin más. Y sin embargo, lo del Docking Station (en la imagen) me hace plantearme las cosas. La integración con el puesto de trabajo tradicional de escritorio (delante del cual estoy ahora mismo) se haría mucho más natural.

Uhm.