«Mis facturas telefónicas están encogiéndose. No, lamentablemente no en el coste. Me refiero a que se están haciendo más cortas. Hace poco encontré una vieja factura de hace una década. Era una factura de 15 páginas de extensión, porque en aquel momento hacía un montón de llamadas -cerca de 20 llamadas internacionales al día. Hoy mis facturas son como mucho de dos o tres páginas«.
Así comienza un impresionante artículo de Clive Thompson -con blog propio, algo descuidado, aquí– de la revista Wired del mes de agosto de 2010, en el cual este redactor reflexiona sobre el sentido práctico de las llamadas telefónicas hoy en día cuando las comparamos con otros medios de comunicación digitales que se han vuelto imprescindibles para nosotros. Y no le falta razón en una de sus conclusiones: el teléfono molesta.
Así es. «El teléfono no proporciona información sobre nuestro estado«, aclara el autor, «así que estamos constantemente interrumpiendo a la otra persona. Las otras herramientas a nuestra disposición son más corteses«.
Cierto.La mensajería instantánea nos permite saber el estado de uno de nuestros conocidos, de forma que si tiene un aviso de que está ocupado es mejor esperar a otro momento para contactar con él. Y es lo que podría hacer que el teléfono perdiese parte de su sentido como medio de comunicación. Pero no todo. A ver quién es el guapo que le dice a su madre que está ocupado sin crear un conflicto familiar apocalíptico.
El artículo de Wired -para mí, la mejor revista de tecnología existente hoy en día, y he visto unas cuantas- continua explicando como todo está cambiando gracias a esas nuevas generaciones que nacen prácticamente con el móvil y el ordenador pegados al culo.
Dios nos libre de lo que nos espera con semejante quinta -de todo hay, cierto- pero de momento lo que está claro es que los móviles cada vez les van menos como herramienta de comunicación por voz (las conversaciones son cada vez más cortas, casi como SMS hablados), y más como soluciones para conectarse a redes sociales, mandar corrreos electrónicos y, cómo no, para hacer gilipolling.
Lo explica muy bien Thompson:
This generation doesn€™t make phone calls, because everyone is in constant, lightweight contact in so many other ways: texting, chatting, and social-network messaging. And we don€™t just have more options than we used to. We have better ones: These new forms of communication have exposed the fact that the voice call is badly designed. It deserves to die.
En ciertos (muchos escenarios), tiene toda la razón. Hoy tenemos mejores opciones, en todos los sentidos, y aunque la voz sigue siendo más directa para otros tantos casos, los teléfonos interrumpen, molestan -que se lo digan a los currantes y estudiantes que tratan de concentrarse sin éxito- y, además, son demasiado directos para ciertos escenarios. De nuevo, a ver quién es el guapo que le dice a la parienta que hay algo que estábamos haciendo antes de que llamase, y que querríamos seguir con ello. Miedito me da.
Personalmente no me gusta hablar por teléfono. Uso el móvil lo justo y necesario -que en mi caso, es muy poquito- y observo con una mezcla de compasión y admiración a toda esa gente que por trabajo o por ocio vive pegada al móvil. Vale que hay situaciones en las que no hay otra e incluso otras en las que se demuestra su fantástica utilidad como medio de comunicación, pero como todo, el teléfono hay que usarlo en su justa medida.
Por cierto, aquí podéis encontrar el artículo en perfecto inglés. La imagen de cabecera se llama «Phone me …» y ha sido creada por Epaflehien.
Creo que Google Voice va por ese camino, para mi es el camino a seguir, ahora falta que los terminales y sobretodo la gente lo acepte.
Para hablar con mi mujer o para el trabajo aún lo necesito.
Y usar clientes de mensajería no está mal, pero tardas más en decir las cosas y te termina llevando más tiempo.
Aunque es cierto que cada vez lo uso menos y mis conversaciones personales son más cortas, pero también porque trabajo demasiado y la verdad es que no tengo muchas ganas ni cosas que contar. (Como me pasa con el blog últimamente)
Pingback: El teléfono ya no es lo que era
Es que justamente ese es el valor del teléfono para algunos, una herramienta despótica que obliga a otros a atender aunque estén ocupados o haciendo algo mucho más importante.
Siempre me ha molestado el teléfono por eso, uno no puede decir cortesmente «llámeme en 15 minutos», pues está visto como el peor de los descaros.
Casi inconscientemente nos parece que alguien que llama no puede esperar, y atendemos porque suponemos que puede ser una llamada importante. ¿Cuántas de esas llamadas serán importantes u oportunas?
Vaya uno a saber
Nos hemos acostumbrado a usar el telefono (fijo o movil), solo tiene importancia funciones extra que ni el mismo Bell imaginó,
Thompson se refiere a USA, porque al menos en mi pais, era muy raro recibir o hacer llamadas varias veces al día como hoy en los 70s (por el coste del servicio gracias al monopolio de entonces), a finales de los 80s solo los adolecentes usaban el telefono por horas, el telefono movil surgió solo para ejecutivos, pero se ha masificado tanto que pierde su funcion primaria