Interesante la reflexión que han publicado en CrunchGear y en la que hablan de la nueva estrategia de AMD, que ha renovado recienemente su filosofía AMD Vision para que los usuarios se olviden de los gigahercios, las memorias cachés o el número de núcleos que tienen sus procesadores y se fijen solo en una sencilla pegatina. Según esa pegatina sea AMD Vision, AMD Vision Premium, AMD Vision Ultimate o AMD Vision Black los usuarios sabrán que ese equipo servirá o no para sus propósitos.

Lo de facilitar la tarea a aquellos que buscan un nuevo equipo no es ninguna novedad: tanto Intel como AMD han hecho en el pasado por tratar de «esconder» ciertos detalles técnicos en pos de facilitar esa tarea para los potenciales compradores, y ahora AMD parece haber querido dar un paso más con el refuerzo de una estrategia de márketing que quiere conseguir también otro objetivo.

Que nos olvidemos de los gigahercios. Y de los procesadores multi-core.

Al menos, que lo hagan aquellos con menos conocimientos, que deberían dejarse guiar por esas pegatinas a la hora de realizar la compra.

La idea no es mala, y de hecho hace bien poquito mi hermana me llamó desde un centro comercial en el que estaba mirando un nuevo ordenador portátil. De repente me encontré con una andanada de preguntas sobre qué procesador era mejor, cuánto necesitaba de disco duro, qué es lo que pretendía con su equipo, etc. Y precisamente para eso están destinadas estas estrategias.

Cierto que el usuario podrá consultar las especificaciones si así lo desea -que es lo que haremos los que sabemos un poquito de esto-, pero el tema de las etiquetas tiene la desventaja de que puede ser engañoso en ciertos apartados. Algunos fabricantes puede que quieran «subir de categoría» a un equipo que en realidad no cumple con los requisitos de, por ejemplo, un sistema AMD Vision Ultimate, y aunque AMD establezca claramente cuáles son esos requisitos, habrá que tener en cuenta que un ordenador no solo depende del procesador. Ni mucho menos.

Así pues, puede que la carrera por los gigahercios haya acabado hace años, y puede que la guerra multi-core también esté algo aburrida en los últimos tiempos -para qué tanto core, si luego no les sacamos partido-, pero lo que está claro es que esas especificaciones seguirán importando, y mucho, a quienes son prescriptores de tecnología directa o indirectamente (y me incluyo en el grupo) y al final, también a los que acaban usando esas tecnologías.