Esto que viene a continuación lo escribí hace más de 7 años en una columna de opinión que los chicos de la redacción teníamos cada mes en PC Actual.

Espero no herir la sensibilidad de nadie, pero es que 7 años después sigue pasándome exactamente lo mismo, y sigo sin haber dominado del todo las técnicas de la diplomacia. Porras.

Tengo un amigo informático

Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Un refrán inexacto, porque en realidad habría que añadir algo así como “Quien tiene un amigo informático si que tiene un tesoro”.

Nos guste o no, aquellos que tenemos algo mas de culturilla informática tenemos una popularidad que ya quisieran, en ciertas ocasiones, las grandes estrellas de cine. De repente salen amigos y amigas de debajo de los arbustos, y cualquier día es bueno para que el Trivial Pursuit Edición Informáticos se ponga en marcha contigo como único jugador. Quien lo haya vivido coincidirá conmigo en que se trata de una situación tremendamente delicada y en la que la diplomacia y el saber estar es determinante.

Cuando uno se pasa una media de 12-14 horas delante de un monitor (nos gusta tanto que al llegar a casa seguimos dale que te pego), relacionarse con las amistades puede ser complicado. Los problemas comienzan cuando estás tranquilamente jugando en la piscina al ping-pong y tu amiguete te consulta la diferencia entre el Athlon y el Duron.

“Jope, estoy pensando en comprarme un PC”

Esta frase, al igual que el temible “tenemos que hablar” de las féminas, nos hace temblar como flanes. Es imposible cortar la conversación sin perder un amigo (o lo que sea), porque cuando uno empieza así el propósito final es una asesoría, gestión, instalación y mantenimiento completo del nuevo PC. Y aunque por supuesto existan casos en los que uno no tiene ningún problema en echar uno (o dos) cables, muchas veces aparecen entre los matojos no solo camaradas, sino amigos de amigos de amigos. “Este finde vamos a montar una red para jugar, te apuntas?…” La oferta en principio parece atractiva, hasta que te ves las primeras horas del sábado, sin haber comido, entre hubs, sistemas operativos de todos los tipos y tarjetas de red incompatibles. Un nuevo superhéroe ha nacido: el niño red.

Al cabo del tiempo, lo que suele ocurrir es que uno aprende la mencionada diplomacia como en un cursillo intensivo de CCC y acaba declinando invitaciones y haciéndose el despistado cuando le preguntan porqué Windows se cuelga. Pierdes amigos de 10 minutos, pero se supone que quedan los buenos, esos a los que sí que no te importa echarles una mano.