El pasado 29 de julio se cumplió un año de la publicación definitiva de la GPLv3, la licencia de GNU que trataba de pulir algunas «lagunas» de GPLv2 y que además apareció acompañada de LGPLv3, otra licencia similar en objetivos pero más específica de ciertos proyectos. Un estudio bastante riguroso por parte del organismo Palamida ha servido para saber cuál es el estado de esta licencia un año después, y las conclusiones son algo confusas, algo que también se puede apreciar en un resumen algo enrevesado de Linux.com.

En primer lugar, parece que la adopción de esta licencia es notable, y que de hecho el ritmo de migración de proyectos a GPLv3 o de la adopción de esta licencia o sus hermanas (LGPLv3 y AGPLv3) es aún mayor en los últimos meses. Sin embargo, muchos proyectos aún siguen apostando por GPLv2, y el más importante de ellos y el que más nos afecta es, sin duda, el sistema operativo Linux (o GNU/Linux, para los puristas). Torvalds y Stallman se pegaron unas cuantas tortas al respecto, pero al final cada uno se quedó como estaba: Linus afirmando que GPLv3 no era necesaria, y Stallman promoviendo su nueva licencia por todo el mundo mientras seguía dejándose crecer la barba y opinando de todo y de todos con su particular visión crítica y extremista.

Ayer cuando vi la noticia me pareció realmente curiosa, así que como hago siempre con estas cosas, la mandé a Slashdot y entró a última hora de la noche. Así que ya llevo 14 exitazos en este sistema de recomendación social de noticias que a mi entender es uno de los más prestigiosos del mundo. Si no el que más.