Tecnología

Caballos más rápidos

Si le hubiera preguntado a la gente qué querían, me hubieran dicho que un caballo más rápido.

La cita es apócrifa, pero todo el mundo cree que Henry Ford la dijo. No hay pruebas de eso, pero una cosa está clara: es una cita fantástica.

Y lo es porque refleja esa aversión absoluta al cambio que tenemos los seres humanos. Una vez nos acostumbramos a una cosa, no queremos cambiarla. Da igual que sea mala, porque más vale malo conocido que bueno por conocer. Y la cosa es aún peor cuanto mayores nos hacemos, porque adaptarse a los cambios cuesta án más trabajo.

Y es lo que ha ocurrido con GPT-5. Que representa un cambio. Uno más importante de lo que parece. Para empezar, OpenAI decidió quitarnos el menú desplegable para elegir qué modelo utilizar en cada momento. Eso ya lo decide GPT-5 gracias a un «enrutador» que detecta cómo de difícil es una pregunta para luego seleccionar el modo de funcionamiento.

Pero es que además la llegada de GPT-5 supuso la muerte de GPT-4o y sus variantes. Ya no era posible usarlos, y la gente empezó a protestar porque 1) se sentían muy apegados a esos modelos que ya eran sus amigos (o algo más) y 2) habían creado todo tipo de flujos de trabajo basados en ellos.

GPT-5 parece ciertamente algo más robótico, menos cercano, menos humano en algunas respuestas. No sé si es algo intencionado o se debe a que simplemente se han reseteado las conversaciones con él y no nos recuerda.

Puede que haya un poco de todo, pero aquí el problema de raíz es el que plantean con mucho tino M.G. Siegler y John Gruber. El primero nos recuerda una y otra vez que los usuarios de tecnología odiamos los cambios. El ejemplo perfecto lo tenemos en 2006: fue entonces cuando Facebook introdujo su News Feed. O lo que es lo mismo, la base del doomscrolling. Aquello fue criticado a lo bestia, por ejemplo en The New York Times. Pero quienes les criticaban no tenían razón, porque a la gente acabó encantándoles aquello. Tanto que la idea fue la más copiada de todas las que han poblado internet. Hoy casi todo en nuestros móviles es un flujo infinito de contenidos por las que vamos haciendo scroll en el móvil.

Pero la gente, insisto, lo odió.

Hemos visto esa aversión al cambio una y otra vez. Ocurrió con Windows 8 y sus baldosas —la verdad es que eran horrendas— con Reddit o con Digg, que por cierto, murió por ese rediseño aunque ahora parece que puede resucitar. La gente criticó bastante el rediseño de The Verge —que a mí me encantó—, pero seguro que lo pilláis: tienes que tener mucho cuidado cuando cambias cosas, y más cuidado aún cuando las eliminas para sustituirlas por cosas nuevas.

Afortunadamente a las empresas eso suele darles igual, porque para eso están: para decidir por sí solas (y por nosotros). Lo del diseño por comité —si todos y opinan votan, el resultado siempre es nefasto—es una receta para el fracaso, y las empresas pueden equivocarse, pero lo hacen solitas. Cómo reaccionen es otro cantar: OpenAI, por ejemplo, ha acabado devolviendo GPT-4o a las opciones disponibles para suscriptores de sus planes Plus y Pro, que era lo correcto y razonable porque imponer cambios no suele funcionar.

Dicho lo cual, también es cierto que hay gente muy loca con estas cosas. Como el tipo que decía que usar GPT-5 le parecía como ponerle los cuernos a GPT-4o. John Gruber, tan contundente como consecuente, solo tenía una cosa que decir sobre esa gente: «necesitan ayuda», y no la que proporciona un chatbot.

Pero claro, en OpenAI quizás no recordaron a Henry Ford o a quien quiera que dijese esa frase. Porque la gente no quiere coches, queridos lectores. Quiere caballos más rápidos.

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