Tecnología

¿Nos volverá la IA (más) tontos?

Respuesta corta: sí.

Ahora viene la respuesta larga. Una en la que es inevitable mencionar y enlazar recientes estudios sobre el tema. El primero, realizado por investigadores de la Universidad Carnegie Mellon y Microsoft, sugiere que cuanto más usamos la IA, menos pensamiento crítico realizamos. Y cito:

«Utilizadas de forma inadecuada, las tecnologías pueden provocar, y de hecho provocan, el deterioro de facultades cognitivas que deberían preservarse. Una ironía clave de la automatización es que, al mecanizar las tareas rutinarias y dejar la gestión de las excepciones en manos del usuario humano, se le priva de las oportunidades rutinarias de practicar su juicio y fortalecer su musculatura cognitiva, dejándolo atrofiado y sin preparación para cuando surjan las excepciones».

En ese estudio también había una conclusión inquietante. Al entrevistar a más de 300 «trabajadores del conocimiento» —que solucionan problemas en el trabajo— sobre cómo usaban la IA, hubo dos grandes grupos. Los que se fiaban de las respuestas y apenas aplicaban el pensamiento crítico, y los que no se fiaban tanto y revisaban esas respuestas con algo más de pensamiento crítico. Para los investigadores los entrevistados dejan de hacer para (como mucho) revisar lo que hacía la IA.

Más reciente aún es el estudio del MIT en el que escanearon el cerebro de varios voluntarios que escribieron ensayos con la ayuda de ChatGPT. Como explicaba Alex Vacca en un hilo en Twitter al respecto, «el 83,3% de los usuarios de ChatGPT no podían citar nada de los ensayos que acaban de escribir minutos antes […]. Escribes algo, lo guardas y tu cerebro lo ha olvidado ya porque quien hizo el razonamiento fue ChatGPT». En las conclusiones indicaban algo poco sorprendente pero igualmente inquietante:

«Es innegable que el LLM [la IA] redujo la fricción a la hora de responder a las preguntas de los participantes en comparación con el motor de búsqueda. Sin embargo, esta comodidad tuvo un coste cognitivo, al disminuir la inclinación de los usuarios a evaluar críticamente los resultados u «opiniones» del LLM. Esto pone de manifiesto una evolución preocupante del efecto «cámara de eco»: en lugar de desaparecer, se ha adaptado para dar forma a la exposición de los usuarios a través de contenidos curados algorítmicamente. Lo que se clasifica como «top» está influido en última instancia por las prioridades de los accionistas de LLMs».

¿Qué quiere decir eso? En primer lugar, que buscar en ChatGPT es mucho mejor más cómodo que hacerlo en Google (reduce la fricción). En segundo, que el chatbot ya no tiene un PageRank como Google con los mejores resultados («top») ordenados por un algoritmo. Lo que manda no son los patrocinadores o el SEO, sino los directivos de OpenAI, que son los que deciden qué datos importan al entrenar y qué sesgos se toman (o no) en cuenta al responder. Al final, sea como fuere, el efecto es casi siempre el mismo:

Nos hacen pensar menos. Y por tanto, nos vuelven más tontos.

Pero claro, eso ha ocurrido ya en el pasado un montón de veces. La gente comentó cómo tal o cual tecnología nos iba a volver idiotas. En 2008 Nicholas Carr se preguntó en The Atlantic si Google nos estaba volviendo idiotas. El artículo es genial, y vemos a un Carr desesperado porque antes podía ponerse a leer un libro y estar concentrado en él durante horas. Ahora, decía, «mi concentración a menudo empieza a decaer después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, empiezo a buscar otra cosa que hacer». Me encantaría preguntarle a Carr cómo le va ahora que los móviles y sobre todo las redes sociales han amenazado de muerte nuestra capacidad de concentración.

Esos podríamos ser mi hermano y yo a finales de los 70 o principios de los 80. No nos ha ido tan mal.

Y como digo, pasó antes con cosas como ver la tele, que también nos volvía tontos —y que sigue haciéndolo, por lo visto—o con los videojuegos, que también nos hacen más tontos o incluso más violentos —porque la educación de los padres no tiene que ver—. Son todos ejemplos que encontraba en este tuit de David J. Gunkel, que explicaba que «proporcionar contexto histórico no está dirigido a socavar (o confirmar) el argumento». Y sin embargo, los ejemplos son llamativos, porque ninguna de esas tecnologías nos ha vuelto tontos.

Tampoco lo hicieron las calculadoras, a pesar de lo que indicaba este titular de un periódico en 1966:

Fuente: Reddit

Pero ya puestos, tampoco nos volvió tontos escribir cosas en lugar de memorizarlas. Hubo quien protestó sobre esto en concreto diciendo lo siguiente:

«Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad».

El texto no es de un cualquiera: es un fragmento de Fedro en el que Platón cita a Sócrates, bastante en contra de que la gente escribiera cosas para luego acordarse de ellas.

La IA va a cambiar muchas cosas. Probablemente muchas más que las calculadoras, que Google e incluso que la tele o los libros, quién sabe. Y como todos esos inventos, nos volverá más tontos, pero solo en el sentido de que nos evitará tener que pensar o recordar muchas cosas que antes teníamos que saber de memoria. ¿Es malo eso?

No.

Lo malo es lo que hagamos con ello.

En mi opinión la IA sigue siendo esa motocicleta para la mente que nos hará más eficientes y que nos permitirá producir más y mejor, y que lo hará además haciendo que nos dediquemos a aquello que teóricamente hacemos mejor: el pensamiento crítico. Pero el problema de la IA, como el de las calculadoras, Google o los libros no está en ninguno de ellos, sino en nosotros. En cómo los usemos.

El peligro está en que nos abandonemos demasiado, en que nos volvamos excesivamente perezosos y comodones.

Y habrá casos así, sin duda, pero en mi opinión para otros muchos casos la IA será un catalizador o un acelerador de conocimiento. Quien ya se tocaba las narices se las podrá tocar con mucha más razón, pero quien no tendrá a su alcance algo que a priori me parece un absoluto inventazo.

Y para terminar el rollo, aquí os dejo un vídeo de humor sencillamente sensacional que refleja perfectamente cómo somos y el presente y sobre todo futuro al que nos enfrentamos. Dentro vídeo:

Maravilloso.

Por favor, no dejéis de pensar. Aunque sea de cuando en cuando.

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4 comentarios en “¿Nos volverá la IA (más) tontos?

  1. Batlander dice:

    No nos va a hacer más tontos. Nos hará más cómodos y pasotas como mucho. Los estudios que enlazas me parece que carecen de interés práctico en este sentido, la verdad.

    El primero lo que demuestra es la ley del mínimo esfuerzo. Algo primordialmente humano que nos ha hecho evolucionar bastante (sobre todo en informática). Si acaso podría aceptar que igual un uso excesivo puede hacer que la gente esté más relajada y menos preparada para eventualidades, pero no por ser más «tonto», sino más «vago»

    Y el segundo es que me ha recordado al Rincón del Vago. Naturalmente que si no has procesado lo que escribes en tu cerebro, es imposible que crees los recuerdos que tendrías de haberlo hecho. Vamos, que el ejemplo que han usado no te convierte en tonto, sino en jeta (hay algunos doctorados por ahí que ejem… je, je, je)

    Así que al final creo como tú que no va a pasar nada remarcable. Esto me recuerda a los números de teléfono. Antes la gente se sabía un montón de números de teléfono y ahora ninguno. Y había estudios que lo llamaban amnesia digital. En plan como si fuera algo relevante.

  2. Víctor dice:

    Puff yo que se, es que al final es eso, una moto para el «celebro» xD y al final eres tu quien tiene que darle buen uso, como pasó con todo avance desde que nació internet. Estes quizás es mas… un cambio de paradigma por la forma de actuar que tenemos con «el» pero, yo de momento estoy practicando ingles de camino al curro en el coche y no tengo que superar la vergüenza de hablar delante de nadie… al final es como lo uses, un cuchillo vale para cortar el pan, para matar a un ser vivo o para cortarte un dedo.

  3. yo dice:

    Yo el único ejemplo personal que tengo sobre esto es la cómo me ha afectado el uso de algo tan extendido hoy día como el GPS.
    Me saqué el carné de conducir con 18 años allá por 1992 (hace ya tanto tiempo que era justo lo contrario de lo que soy ahora, es decir, con pelo y sin barriga ?)

    Pues bien, en aquella época (sin GPS) me bastaba un mapa y algo de sentido de la orientación para llegar con el coche a cualquier sitio sin ningún problema. Ahora, después de años de uso del GPS, creo poder decir que mi sentido de la orientación ha mermado bastante y que sin el navegador me costaría trabajo llegar a muchos lugares con el coche. En cierto modo esa «acomodación» a que te lo den todo hecho nos hace no sé si más tontos, pero desde luego menos listos.

    Lo mismo podemos decir del móvil. No hemos acostumbrado a textos cortos, a mensajes que si puedes decirlos en una oración es mejor que en dos…. Yo creo que eso nos ha perjudicado, pero no tanto a las personas de mi edad que crecimos sin internet. Los mayores damnificados de esta nueva moda son los actuales adolescentes y las generaciones posteriores que ya, cada vez más, se acostumbran a ese tipo de mensajes y son incapaces de hacer una lectura reposada, reflexiva y crítica de cualquier texto o libro con una mínima complejidad.