Mi compañera @flamencastone, que escribe mucho y bien en Magnet, publicó en mayo de 2019 un tema simpático sobre el maravilloso mundo de los influencers y sus seguidores o followers.
En él explicaba cómo una famosa de Instagram llamada Aari, 18 primaveras y famosa en el mundo entero como la sidra el Gaitero, tenía 2,6 millones de seguidores en su cuenta en ese momento —curioso, hoy sigue teniendo esa misma cifra—. «Con ese mogollón de gente siguiéndome», pensaría probablemente, «me puedo hacer de oro vendiendo cualquier estupidez».
Así que se embarcó en un negocio personal: una colección de ropa que montó desde cero y que intentó mover entre sus contactos para promocionarla antes de ponerse a fabricar a saco. Puso a publicar anuncios de la ropa en su cuenta, y ¿sabéis cuántos de esos 2,6 millones de seguidores se la compraron?
Ni 36.
El número es importante porque por lo visto era el mínimo para poder comenzar a producirlas. Ni el 0,001% de sus seguidores mostraron interés, y eso demostró que en el mundo de las redes sociales, lo de los seguidores que uno tiene es en muchos casos una ilusión.
En el caso de esta chica, parece que eligió mal el negocio, sobre todo porque la mayoría de sus seguidores son hombres y porque la campaña de promoción fue un desastre.
¿Significa eso que tener muchos followers no sirva de nada? En absoluto. Un gurú de estas cosas llamado Jack Appleby (¿se llamará así de verdad?) publicaba su reflexión en Twitter a raíz de su descubrimiento del fracaso de la chica. En él citaba el caso de Logan Paul, que ya entonces se lo había montado muy bien porque «entiende a su audiencia y cómo desarrollar y promocionar un producto para vendérselo a esa gente».
Me he acordado de aquello al leer hoy en The New York Times ‘Millions of Followers? For Book Sales, ‘It’s Unreliable‘. En ese tema se repite la historia, pero aplicada al mundo editorial: Billie Eilish, con 97 millones de seguidores en Instagram, ha vendido 64.000 copias de su libro en nueve meses.
Piers Morgan, otra celebridad famosa sobre todo por sus apariciones en ‘Britain’s Got Talent’, tiene ocho millones de seguidores en Twitter. Sacó un libro hace un año y ha vendido la friolera de 5.650 copias.
Esas cifras harían feliz a cualquier escritor normalito, sin duda, pero no a gente con millones de seguidores en redes sociales. Hay más ejemplos (Justin Timberlake vendió 100.000 copias de su libro y tiene 53 millones de seguidores en Instagram), y eso parece dejar claro que tener muchos seguidores no significa que vayas a vender mucho de todo. No cuando quizás el producto no responde a las expectativas de esos seguidores… o, como decía el Appleby aquel, cuando no estás creando el producto adecuado para esos seguidores.
Yo lo de los seguidores lo tengo muy interiorizado: tenía mis propias expectativas cuando empecé con Patreon, pero pronto se vinieron a bajo, y aunque el comienzo de aquel experimento hace unos años fue prometedor, y la cosa medio se mantenía un año después, los resultados nunca fueron los que yo esperaba. No pensé que me haría rico, pero tampoco que me quedaría más o menos igual de pobre.
No es que yo sea tampoco un influencer: mis 4.622 seguidores actuales en Twitter (que tienen muy buen criterio 😉 ) no dan para mucho, pero si algún día escribo un libro como pretendo, no tengo ninguna expectativa de hacerme rico con él: lo escribiré por el placer de escribirlo (y quizás más por quitarme la espinita de hacerlo de una vez).
Espero, eso sí, lograr superar los porcentajes de ‘engagement’ de los famosetes mencionados. Id ahorrando, queridos y queridas, que no puedo fracasar en eso al menos.
Javi, cuenta conmigo para llegar a tu 0,001% 😉
Voy ahorrando, te pongo en mi wishlist
Ele 😉
Aquí estamos, Javi!
Ya casi lo tengo entonces 🙂
Tus seguidores no son los únicos con criterio. Considero que tienes cosas muy interesantes por contar así que también voy dentro del 0.001% que querría leer un libro tuyo.
Tal vez su error fue creer que todos sus seguidores se los comprarían. Seguir a alguien en una red social es «gratis» (lo pongo en comillas, ya que entregas información a cambio de la supuesta gratuidad) y muy fácil. Pero cuando hay que dar dinero la gente se lo piensa dos veces, y de esas dos veces la gran mayoría dirá no. Lo que debió de hacer es una encuesta entre sus seguidores. Primero un sondeo y luego un sorteo para ganar expectación.
Una cosa es tener seguidores y otra muy diferente es tener un público cautivo. Como en el caso de Belle Delphine que sabía que tenía un público cautivo que le compraría cualquier cosa, hasta vendió agua de su bañera y se le agotó en tres días (tal vez se le agotó los frascos, porque el agua… ). Un saludo.
Como decía este hombre, la idea es ofrecer algo adecuado para tus seguidores si realmente quieres venderles algo. Lo de preguntar es interesante, pero aún así no garantiza demasiado: también es muy fácil decir «sí, probablemente te lo compre» y luego que realmente no se gasten ese dinero.